Los primeros habitantes de la isla de Cuba conocían el tabaco. Lo usaban para comunicarse con sus ancestros, lo disfrutaban entre los seres queridos y lo regalaban a los visitantes distinguidos. De manera que el tabaco no fue descubierto por Cristóbal Colón, como cuentan algunas crónicas de Indias, sino que fueron sus encantos los que revelaron los sueños del Almirante. Entre el humo descubrió, entonces, una dimensión del mundo antes desconocida.

La historia del tabaco es la «contrahistoria» del descubrimiento y colonización del Caribe. El tabaco, finalmente, conquistó al mundo, regresó en los mismos barcos hacia Europa, explayando los cinco sentidos y las mil y una maneras de pensar el mundo, en su diversidad y encanto.

El fuego de la historia ha encendido miles de tabacos, iluminando el rostro de nuestras culturas, caracterizadas por esa ancestral manera de hablar con el pasado e imaginarnos el futuro, mientras se desvanece una voluta de humo de las variadas y exquisitas marcas que exhibe la tradición del Habano.

Aspiramos un pedazo de historia silenciosa y expiramos una verdad placentera y riesgosa: es la aventura de la fuma, palabra que usan los viejos tabaqueros y los consumidores más exigentes, pues fumar es recorrer un largo itinerario simbólico que va del campo a la ciudad, del pasado al presente, de las vegas cubanas hasta las más cotizadas tiendas y clubes del mundo.

Durante quince años nuestra revista Excelencias ha apoyado en la difusión de los Festivales del Habano al mundo, pues constituyen un lujoso muestrario de esa cultura de las manualidades que no renuncia a la bondad y la belleza que los oficios aún nos ofrecen.

El evento es una confluencia de nuestras mejores hojas con los más destacados artistas del tabaco, y resulta ese momento sublime en que nuestros exquisitos Habanos son el centro del mundo.

Las novedades de un mercado excepcional tienen lugar aquí, junto a distinguidos fumadores y a verdaderos conocedores de esta antigua cultura que nombra también una ciudad, una nación y una cultura: Habanos, una palabra que se disfruta con los ojos cerrados y los otros sentidos muy abiertos, es la huella tangible e intangible a su vez del espíritu de una nación.

Estos quince años marcan, para Habanos, una mayoría de edad y una perspectiva futura cada vez más clara y ambiciosa. Se trata de conservar el prestigio y la archiconocida calidad de un producto único, que sigue conquistando el mundo, en una auténtica búsqueda del placer y la celebración juiciosa de la paz.

El humo del tabaco sigue hablándole a la Historia y al futuro, y atraviesa la música, las letras y otras artes que comparten su jerarquía y popularidad. Los Habanos ofrecen un ritual solidario imposible de olvidar: un diálogo de paz y una verdadera fiesta cuyas sorpresas ascienden como el humo, recordándonos que el paraíso, la belleza y el placer se construyen con las propias manos de los artistas.

Habanos ha conquistado nuestro respeto y nuestro aplauso. Este Festival es hoy, más que nunca, una invitación a la conquista de una placentera y real Excelencia.