El turismo: la gran oportunidad de Cuba
EN LA ISLA, A FINALES DE LOS AÑOS 80, SE SELECCIONÓ AL TURISMO INTERNACIONAL COMO ACTIVIDAD MUY PROMETEDORA BUSCANDO NUEVAS FUENTES DE INGRESOS, EN MEDIO DE LAS PEORES CONDICIONES ECONÓMICAS
En el 2019 se cumplieron 60 años del inicio de la Revolución Cubana. Parte de la estructura económica ha cambiado. La dependencia azucarera es cosa del pasado. Las exportaciones de bienes casi no crecen. Los principales ingresos en divisas provienen de la exportación de servicios profesionales (de la salud pública principalmente) y del turismo internacional. Este último ha tenido altas y bajas.
La Habana siempre fue atractiva para viajeros, pues era el puerto de reunión de las flotas provenientes de América, cargadas de oro y plata, en su ruta a España. «Hay muchos sitios del extranjero en los que se ignora la existencia de Cuba y; no obstante, se conoce algo de la Habana».* Comenzando el siglo XVIII, era considerada como «la tercera urbe y el primer puerto del Nuevo Mundo, con una activa y bulliciosa vida portuaria y comercial».
Vinieron los 30 años de las Guerras de Independencia (1868-1898), alterándose la vida económica. En 1898, durante cinco breves meses, tuvo lugar la Guerra hispano-cubano-norteamericana, tras la cual España cedió a Estados Unidos sus colonias de Cuba, que quedó destrozada y adquirió una seudoindependencia en 1902, Puerto Rico y Las Filipinas.
A pesar de las pérdidas sufridas en todo el territorio nacional, La Habana logró una rápida recuperación. Los gobernantes de entonces concibieron su futuro como Gran Destino Lúdico para el turismo americano. Llegó a recibir uno de cada dos estadounidenses que viajaban al Caribe entre 1920 y 1930, cuando se construyeron lujosos hoteles para recibir los crecientes flujos de visitantes estadounidenses, ansiosos de bebidas, juegos, sexo y entretenimientos prohibidos en su país.
A finales de esa década, se edificaron el Presidente, primer hotel rascacielos en el Caribe, y el majestuoso Hotel Nacional, ambos en la zona del Vedado. Una potente capacidad hotelera ya funcionaba alrededor de la Avenida del Prado y el Parque Central. La oferta de alojamiento de alta calidad, superaba la que podía encontrarse en Madrid y otras ciudades europeas. La crisis económica financiera de los 30 y la Segunda Guerra Mundial afectaron los viajes, cerrándose esa primera era de desarrollo turístico.
Durante los años 50 renacieron las construcciones de lujosos hoteles y casinos. Todo ello financiado, en buena medida, por las reservas cubanas canalizadas a los turbios negocios por el Gobierno del tirano Batista, utilizando las instituciones bancarias paraestatales recién creadas. De ese flujo financiero bien se aprovecharon algunas familias de la mafia de Estados Unidos, las cuales crearon el llamado Imperio de la Habana, el cual competía con Las Vegas en fastuosidad y las fortunas que en ellos se jugaban. Los cerebros concibieron construir 50 o más hoteles con sus respectivos casinos y varias marinas entre La Habana y Varadero. La concepción era crear una gigantesca área dedicada a los juegos y los vicios.
El derrocamiento de la tiranía hizo que esos elementos mafiosos desistieran de esos planes y se marcharon de Cuba.
UNA NUEVA ERA
A inicios de 1961, la Administración Eisenhower rompió relaciones con Cuba y prohibió a sus ciudadanos viajar a la Isla. Tres cuartas partes de los turistas que venían al Caribe entonces eran estadounidenses. A las prohibiciones se sumaron invasiones, amenazas de guerra total con ataque frontal de tropas, aviones y barcos, promoción y apoyo de grupos de bandidos contrarrevolucionarios, fomento de sabotajes y atentados.
Los organizadores de viajes turísticos a Cuba en Europa y Canadá recibían presiones y amenazas por parte de las agencias especiales americanas. En la Organización de Estados Americanos (OEA) se acordó, con excepción de México, romper relaciones diplomáticas con Cuba y eliminar todos los vínculos.
Desapareció el turismo internacional en la Isla durante los años 60. En las siguientes dos décadas se fueron restableciendo lentamente los viajes de turistas desde otros países. En 1987 se recibieron 270 000 visitantes. Habían transcurridos 30 años desde que se alcanzara esa misma cifra.
Buscando nuevas fuentes de ingresos, ante el posible desplome del socialismo, a finales de los años 80 se dio un giro, seleccionando al turismo internacional como actividad muy prometedora. En medio de las peores condiciones económicas, se concentraron los pocos recursos disponibles.
La estrategia seguida incluía:
»Participación de entidades extranjeras, ya fuese en empresas mixtas o en la concepción y administración de los nuevos hoteles.
»Atraer más líneas aéreas e importantes turoperadores.
»Desarrollar, principalmente, nuevas regiones con alta potencialidad y crear la infraestructura adecuada de carreteras, pedraplenes, aeropuertos, acueductos y alcantarillado, energía eléctrica y comunicaciones. Pocas de las nuevas capacidades se harían en La Habana, para reducir la histórica concentración de la actividad turística en la capital.
»Reanimar otras ramas de la economía cubana, entonces deprimidas y semiparalizadas.
»El turismo internacional debería ser sano, sin drogas, juego ni otros vicios.
En esta nueva era de desarrollo turístico, pueden identificarse tres etapas:
PRIMERA: En la década de los 90, intenso ritmo de inversiones, las llegadas de turistas crecieron a una tasa anual del 18%, desde 402 000 hasta 1.6 millones en 1999; los ingresos vinculados al sector aumentaron a razón del 28% por año. En poco tiempo los arribos a Cuba superaron los niveles de Bahamas y Jamaica, situándose en tercer lugar como destino en el Caribe, detrás de Republica Dominicana y Puerto Rico. Los viajeros de Europa Occidental representaban en el 2000 el 52% de todos los arribos; los canadienses, el 17%; y los emigrados cubanos de visita a su país, el 7%. Los norteamericanos eran el 4%.
SEGUNDA: Entre el 2000 y 2010, diversos factores negativos afectaron el turismo en el Caribe. El turismo internacional hacia Cuba logró solo una tasa promedio anual de crecimiento del 3%. Los ingresos crecieron más lentamente, al ritmo del 1.4%. Comenzando este período, habían tenido lugar los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York y muchas personas sintieron miedo a viajar en aviones. Poco después, las tropas de Estados Unidos invadieron Afganistán y más adelante invadieron Irak. A inicios de esa década, los huracanes Rita y Katrina dañaron seriamente las refinerías al sur de Texas, donde se procesaba el 70% del jet fuel en Estados Unidos. Ello provocó una gran crisis en toda la aviación internacional al dispararse el costo del combustible (desde 170 USD la tonelada en 2000 a 985 USD en 2008). Los pasajes aéreos aumentaban continuamente.
Buscando alternativas a los viajes de 8 a 9 horas desde Europa al Caribe, los grandes turoperadores desviaron dos millones de turistas europeos hacia los destinos del norte de África, donde había hoteles nuevos, buenos y con bajos precios, con lo cual se reducía el tiempo de vuelo a la mitad y los altos gastos en fletes de la aviación. Como parte de esa reorientación, se redujo, de 915 000 en el 2000 hasta 708 000 en el 2010, la cantidad de ciudadanos de Europa Occidental que viajaban hacia Cuba.
Lo anterior se trató de compensar con el incremento de canadienses que de 308 000 en el año 2000 (17% del total) aumentaron a 945 000 en el 2010 (37%), pero los ingresos se afectaron: no solo es inferior la estancia de estos en comparación con la media de los europeos, sino que también gastan menos en actividades recreativas, al ajustarse más a los servicios ya contemplados en la oferta de los Hoteles Todo Incluido.
En esta década transcurrieron también dos mandatos presidenciales muy negativos de George W. Bush, el cual decretó medidas para que los estadounidenses no viajasen a Cuba y para que los cubanoamericanos pudieran visitar su país de origen cada tres años.
TERCERA: Nuevos hechos incidieron en el comportamiento del turismo internacional de Cuba entre 2010 y 2018. Con el advenimiento a la presidencia de Estados Unidos de Barack Obama, la política hacia Cuba fue cambiando. Durante su primer período presidencial, se eliminaron las absurdas limitaciones impuestas por W. Bush a los cubanoamericanos. En su segundo mandato, se flexibilizaron las regulaciones sobre los viajes de los norteamericanos. En el 2016 se autorizó que varias líneas aéreas de esa nación establecieran vuelos comerciales hacia la Isla, mientras las compañías de cruceros la incluyeron en sus itinerarios. Los emigrados cubanos empezaron a llegar desde todos los países (desde 376 000 a 621 000). También creció la cantidad de estadounidenses: de 63 000 en 2010 a 638 000 (aumentó diez veces, la mitad arribó en cruceros).
Simultáneamente, tuvo lugar un fuerte crecimiento de turistas desde Europa Occidental. A consecuencia de la llamada Primavera Árabe, el norte de África se tornó inseguro y los turoperadores retomaron las ofertas en el Caribe y Cuba. En 2016, en la Mayor de las Antillas se recibieron 1.2 millones de turistas desde los países de esa región (en 2012 estuvieron solo 690 000).
Que se hayan calmado un tanto las amenazas a los turistas en los destinos árabes y que haya descendido un poco los precios del jet fuel han conducido al crecimiento a ritmos de dos dígitos de las llegadas de turismo internacional al norte de África en el bienio 2017-2018. En el caso de Cuba, el flujo de visitantes de Europa Occidental disminuyó el año pasado, pero se mantiene alrededor de un millón de personas.
Según las estadísticas cubanas, los ingresos vinculados al turismo crecen más lentamente que la cantidad de visitantes, por lo cual el llamado Ingreso por Visitante en la actualidad es 690 dólares (60% del nivel medio del decenio de los años 90: 1 200 USD). Pudo hacerlo descender los cambios en la estructura por países de los visitantes (menos ingreso por canadiense que por visitante europeo), pero la causa principal es una obsoleta e inadecuada metodología empleada para calcular los ingresos, ajustándose a los datos provenientes de una red de información diseñada, hace mucho tiempo, para obtenerlos en las entidades estatales.
Se calcula muy conservadoramente el sector privado, el cual juega un importante papel en captar ingresos del turismo. Se le estiman cifras alejadas de la realidad (no se estiman, por ejemplo, los gastos de los emigrados, quienes ya representan la séptima parte de las llegadas y se alojan en casas de sus familiares y compran en las tiendas para satisfacer las necesidades de los mismos). Idéntico sucede con la actividad de cruceros en gran escala, que es muy reciente y se desconocen las metodologías para obtener cifras que se acerquen a la verdad de los gastos de crucerista y tripulantes.
Es probable que las cifras de ingresos vinculadas al turismo, en períodos recientes estén subestimados en 800-1000 millones de dólares anuales. Si estas deficiencias se rectificasen, el descenso reflejado en los ingresos por visitante sería mucho menor.