- República Dominicana. Inspirada naturaleza
EN 1978 PUNTA CANA ABRIÓ SUS PUERTAS AL TURISMO. EN LO ADELANTE LAS VACACIONES ADQUIRIERON ALLÍ UN MATIZ DIFERENTE, PORQUE NO SE TRATA SOLAMENTE DE 50 KM DE PLAYAS DE ARENAS BLANCAS Y AGUAS CRISTALINAS
ara convencerse de que no es un sueño, que tanta maravilla natural puede ser real, hay que pellizcarse, introducir las manos para lavarse la cara con aquellas aguas traslúcidas que a lo lejos se pintan de un azul que no se ve en otra parte del mundo, y abrir los ojos de par en par. Y luego allí, en la provincia de La Altagracia, al este de República Dominicana, cuando la vista se pierda entre innumerables palmas de peculiares y grandes hojas en forma de abanico que solo se pueden hallar en esa tierra –o en Haití y Cuba– entonces comprender por qué decidieron nombrar Punta Cana a ese edén donde la generosa naturaleza situó unas playas únicas, nacidas del abrazo del Mar Caribe con el Océano Atlántico.
No podían haber hallado denominación más justa para este hermoso cabo que acoge a estas verdísimas plantas arbóreas, conocidas científicamente como Sabal dominguensis, capaces de soportar el salitre, los vientos huracanados y la sequía, y que por los siglos de los siglos han servido para cubrir los techos de típicos bohíos y ranchos, así como para realizar pintorescos macutos, canastas y esos necesarios sobreros, ideales para protegerse del sol radiante que «piden» estas playas.
Es exactamente esa combinación perfecta de aguas templadas por los intensos rayos del astro rey que también saben broncear, lo que buscan los miles y miles de turistas que quieren impresionar a sus coterráneos con su look caribeño y que por ello desembarcan por el Aeropuerto Internacional Punta Cana, localizado en la carretera que une a Higuey con La Romana, el cual supera en cantidad de vuelos recibidos incluso al de Las Américas, la terminal de Santo Domingo.
Y es que no hay quien se pueda resistir a ese conjunto que conforman las playas de Arena Gorda, Bávaro, Ubero Alto, Macao, El Cortecito, Cabeza de Toro, Cabo Engaño, Punta Cana y Juanillo. Son más de 50 km protegidos por finísimas arenas tan blancas como la cal, donde resaltan las palmeras y que se hallan muy próximas a una infraestructura hotelera cuya excelencia ha hecho de esta zona el destino turístico más visitado del Caribe.
Fue en República Dominicana, pero sobre todo en Punta Cana, donde se dice que se reinventaron las vacaciones en resort Todo Incluido. Por tal razón lo más común del mundo es que los turistas encuentren en abundancia hoteles magníficamente diseñados, que conviven en armonía con el medioambiente y poseen categoría de resort de lujo.
Y aunque bien vale la pena viajar hasta la isla-nación solo para alejarse del bullicio y el estrés, tomar un buen baño de playa y sol, y descansar a piernas sueltas, lo cierto es que sería un sacrilegio permanecer únicamente en Punta Cana para disfrutar del servicio de primera y la paz que brindan sus fabulosas instalaciones, y perderse la oportunidad de compartir con los lugareños, lo que significa entrar en contacto directo con su cultura, costumbres y folclor genuinos, y de paso quedar deslumbrados con su gracia y hospitalidad.
Porque no tendrá mucho sentido elegir a Dominicana y no intentar, al menos, aprender a bailar merengue, bachata o salsa (hay discotecas perfectas para ello), o degustar esos platos criollos que lograron que en su momento esta nación fuera denominada Capital Gastronómica del Caribe: ese guiso exquisito que lleva carne de vaca, yuca, plátano y cilantro llamado sancocho; las habichuelas con dulce, o estas con arroz y carne al estilo La Bandera; los tostones, los bollitos de yuca rellenas con queso cheddar o con cangrejo, el mangú, el locrio...
Con temperaturas promedio de 26˚C (desciende a 20˚C en invierno y sube a 32˚C de máxima entre abril y noviembre), sería un desperdicio mantenerse en este territorio y no explotar la cercanía a otros sitios a los que se puede llegar realizando las más diversas excursiones, ya sea hasta Santo Domingo, la primera ciudad fundada en América; Isla Saona, integrada al Parque Nacional del Este; o hasta la Isla Catalina, insuperable cuando se trata de bucear y hacer snorkel.
Seguramente tampoco el turista se perdonaría no encontrarse con Altos de Chavón, urbe de estilo mediterráneo antiguo edificada en una altura sobre el río homónimo, donde radican la conocida Escuela de Diseño surgida en 1983, la llamativa Iglesia de San Estanislao, el Museo Arqueológico nacional y el del Chocolate. Altos de Chavón fue también seleccionada por celebridades de la música que ofrecieron en su anfiteatro sonados conciertos: Frank Sinatra, Carlos Santana, Duran Duran, Sting, Placido Domingo, Elton John...
Otra experiencia inolvidable es dirigirse hasta la fábrica de tabacos La Matilde, donde quedarán fascinados con el arte de hacer cigarros (la más grande de su tipo que existe en América Latina) y con la historia del altamente reconocido puro dominicano: desde la plantación, pasando por los procesos y la técnica de producción hasta llegar al empaque. Lo mismo sucede con la no menos famosa fábrica de Ron Barceló, que abrió sus puertas en 1930 y logró imponer una marca cuyo prestigio se ha elevado a escala universal.
Igual resultaría muy divertido practicar deportes si se ama el golf, aprovechando que a lo largo de la franja de Punta Cana se han creado 11 campos, diseñados por verdaderas leyendas como Nick Price (Punta Blanca Golf Club, el primero en el Caribe ideado por el jugador sudafricano ganador del Abierto Británico de 1994), Jack Nicklaus (Punta Espada Golf Club y Hard Rock Golf Club en Cana Bay), P.B. Dye (Iberostate Bavaro Golf Club y Cana Golf Club), Tom Fazio y Tom Marzolf (Corales Golf Club), José «Pepe» Gancedo (Cocotal Golf & Country Club)...
Tal vez se ha extendido a los cuatro vientos que Punta Cana (también Bávaro) clasifica entre las mejores 10 playas del planeta (de hecho, aquí se concentra la mayor cantidad de certificados Bandera Azul), lo cual constituye un motivo más que suficiente para que encabece la nómina de los destinos que habrá que visitar aunque sea una vez en la vida. Sin embargo, Excelencias les asegura que esta tierra no es en lo absoluto encasillable: Punta Cana es un lugar que invita a soñar despiertos.