En el centro-sur de Cuba se encuentra una de las ciudades más pintorescas de la isla, una urbe jalonada de parques, teatros, iglesias, un hermoso Paseo del Prado y una floreciente cultura

A 336 Km. al este de La Habana, se fundó en 1819 la ciudad de Cienfuegos, bajo el nombre de Villa Fernandina de Jagua, en honor al rey Fernando VII y a la génesis aborigen de esta urbe. Un árbol de Majagua fue el núcleo de su constitución y desde él se delinearon las primeras barriadas que dejaron el actual trazado urbano, de una enorme riqueza arquitectónica de estilos neoclásico y ecléctico.

En torno a ese punto -antigua Plaza de Armas, hoy Parque José Martí- se agruparon las más importantes instituciones oficiales, religiosas y domésticas del territorio. A su alrededor coexisten, armoniosamente, edificios de finales del siglo XIX y primera mitad del XX, y en él se localiza además el único Arco de Triunfo existente en Cuba.

Muy amplio, acogedor y rico en monumentos es este parque, y en las edificaciones en su entorno predomina un eclecticismo dominado por los cánones neoclásicos. Por sus exclusivos valores patrimoniales el centro histórico de Cienfuegos fue declarado Monumento Nacional y Patrimonio de la Humanidad.

El francés Don Louis D'Clouet y Pietre fue el fundador de esta singular ciudad, que atesora en su historia interesantes antecedentes y es rica en leyendas aborígenes e hispanas. Antes de la llegada de los españoles a América, la zona estaba ocupada por un asentamiento indígena y era conocida como el Cacicazgo de Jagua.

La huella francesa es notable en muchos rasgos de la cultura y costumbres cienfuegueras, particularmente en la arquitectura, donde prevalecen los arcos, vitrales y rejas, y es común encontrar palacios y palacetes. Las calles, de un trazado perfecto, son amplias y rectas, y le dan a Cienfuegos, aires de ciudad encantadora.

La villa conserva el atractivo peculiar que le otorga su centro histórico de grandes columnas y anchos portales, al cual se integran armónicamente los inmuebles edificados posteriormente. La singular arquitectura de esta ciudad, es dueña de bellos edificios como el Palacio Ferrer y la Iglesia de la Purísima Concepción, edificada esta última en 1819 y decorada con hermosos vitrales franceses.

El centenario Teatro Tomás Terry, inaugurado en 1890, es uno de los edificios eclécticos más elegantes de la ciudad. En él resaltan los palcos en forma de herradura, así como las máscaras de fachada del suntuoso edificio, que simbolizan la tragedia, la comedia y a Terpsícore, la musa de la música. El Terry, junto a sus similares Sauto, de Matanzas, La Caridad, de Santa Clara, y el Milanés, de Pinar del Río, forma la tetralogía de teatros típicos del siglo XIX.

Son innumerables los encantos de esta ciudad costera, llamada «La Perla del Sur» por la impresionante belleza de su bahía; por su seductora arquitectura, y por ese regalo de nobleza que caracteriza al cienfueguero.

No puede obviarse en un recorrido por ella, la visita a los cementerios de Reina y Tomás Acea. El primero, construido en 1839, constituye un museo de arte funerario. La forma de enterramiento, en paredes de nichos verticales, es la única que se conserva en Cuba de la época colonial.

Un alto nivel artístico es apreciable en esta necrópolis, donde sobresalen además las esculturas de las bóvedas y los trabajos en mármol, hierro fundido y pizzarra. El otro camposanto, el Tomás Acea, fue edificado en 1926 y en su formato característico del nordeste de Estados Unidos, resalta la impresionante fachada del edificio central, réplica del Partenón, además de sus hermosos jardines.

MUCHO PARA ADMIRAR A través de una vía peatonal conocida como el Paseo del Prado cienfueguero, que es símbolo de la dinámica vida del nativo, es fácil trasladarse hacia el otro extremo de la ciudad. El Paseo del Prado, considerado el más largo de Cuba, lo lleva hasta el malecón y más adelante a la zona residencial de Punta Gorda, donde se localizan importantes clubes náuticos y majestuosas mansiones.

Esta península, que irrumpe en la bahía, termina en la zona conocida como La Punta. Allí son admirables las casonas de madera junto al mar. Otras edificaciones importantes dan vida y elegancia al lugar, entre ellas el Palacio de Valle, elegante mansión ecléctica que combina los estilos mudéjar, bizantino, veneciano, gótico y barroco.

Considerado como otra de las joyas de la ciudad, el Palacio tiene una amplia y privilegiada terraza que posibilita disfrutar de la espléndida vista de la Bahía de Jagua, ensenada en forma de bolsa con más de 80 Km² de superficie, que ha sido escenario de importantes campeonatos internacionales de lanchas rápidas.

Al otro lado, se erige un gran símbolo de Cienfuegos: la vetusta fortaleza que custodia la entrada de la bahía desde 1745, con el objetivo de evitar la entrada de corsarios y piratas. El conocido Castillo de Jagua, cuyo nombre oficial «Fortaleza de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua», responde a una simbiosis criolla del santoral peninsular y la voz aborigen, que si bien extinguida, dejó su huella en muchos nombres locales. Como parte del patrimonio de los pobladores de esa zona, están hoy las múltiples leyendas que se generaron en torno a los parapetos y pasadizos existentes en la fortificación.

Una expresión del modo de vida cienfueguero es el poblado Perché, ubicado en los alrededores de la fortaleza, rico en tradiciones marineras y en el que la pesquería y los deportes náuticos forman parte de la rutina de su gente.