Bucear en Cuba. Un feliz diluirse entre azules
La reciente celebración del festival de Fotografía Subacuática (FOTOSUB) en las aguas del Parque Natural Marino de Punta Francés y Cabo Pedernales –asociado al Centro Internacional de Buceo del Hotel Colony, en la Isla de la Juventud–, y la convocatoria a una nueva cita –del 15 al 20 de febrero de 2010–, confirman que reverdece el interés por un evento que en su momento llegó a estar entre los más importantes de su tipo en todo el mundo y esto, como señal, no deja de ser muy interesante para el futuro del buceo en Cuba. Además, después de años inactiva, la Federación Cubana de Actividades Subacuáticas (FCAS) ha renacido con medio millar de miembros y el liderazgo de la multi campeona mundial en apnea, Deborah Andollo, quien, también, es vicepresidenta para América Latina y el Caribe de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS). El capitán Alessandro López Pérez, igualmente miembro de FCAS y de CMAS, investigador y arqueólogo submarino cuya experiencia como navegante y explorador de los mares de Cuba le convierten en una de las voces más autorizadas en la materia, considera los fondos del país «entre los mejor conservados del Caribe… y el gran paraíso de la arqueología submarina». «Esto no quita, dice, que haya que trabajar mucho y sin descanso en el desarrollo de una verdadera conciencia ecológica, que garantice no perder lo que hasta ahora tenemos.» «Existen daños, añade, y hay riesgos asociados a actividades humanas, a los controles que son quebrantables y a los mecanismos de aplicación de las regulaciones y leyes para la protección de los ecosistemas submarinos y sus especies», como resultado de una actitud «a veces superficial y de la creencia de que estamos a salvo de todos estos problemas». La pesca furtiva y la utilización a gran escala de artes depredadoras como los chinchorros, la violación de las temporadas de veda e, incluso, de áreas protegidas; y el vertimiento al mar de desechos no biodegradables, entre otros, están debidamente identificados como los principales causantes de daños a los ecosistemas marinos del Caribe. «Una tortuga, por ejemplo, ve una bolsa de nylon de color blanco y rápido la engulle creyendo que es una medusa y el resultado: un valioso ejemplar de una especie en extinción, que se enferma y muere inevitablemente», comenta. Con todo, dentro de la región del Caribe, Cuba constituye una de las más importantes plazas para la práctica de la contemplación submarina, tanto por las dimensiones de la placa submarina en que se asienta, como por el hecho de poseer seis mil kilómetros de litorales muy irregulares, cuatro sistemas de arrecifes primarios y más de cuatro mil islas, islotes, cayos, montecillos, protuberancias y lenguas, junto a los esfuerzos conservacionistas del estado que, a pesar de brechas y problemas, genera resultados. «Aquí hay tanto para el buceador principiante, como para el más exigente y experto, ese que yo llamo buceador viajero, acostumbrado a ver a través del mundo sitios únicos, de gran belleza y riqueza», sostiene Ángel Roca, delegado para América Latina de la Asociación Americano - Canadiense de Certificación Subacuática (ACUC, por sus siglas en inglés). Se trata de una de las más importantes instituciones de su tipo a nivel internacional, con 17 años de presencia en Cuba, donde ha certificado cerca de 200 instructores de buceo y desarrolla un enorme programa de instrucción y práctico, en diferentes especialidades. Buscar ese punto de equilibrio inteligente entre lo que significan los recursos marítimos como valor comercial y lo que pueden producir como atractivo turístico, ha terminado por generar en Cuba una serie de regulaciones para la protección y conservación del medio ambiente marino, y la existencia de varias categorías de manejo y explotación. Aún así, científicos, estudiosos y personas del mundo del turismo, reclaman más atención al tema, bajo el criterio de que las leyes pueden ser excelentes en la teoría, pero sin sentido cuando fallan los mecanismos que debieran hacerlas cumplir. Las inmersiones más recomendables En las costas norte y sur de Cuba se distribuyen unos 30 centros de buceo con 700 puntos de inmersión señalizados. Hay ofertas de snorkeling en casi todos los hoteles de playa y ocasionalmente, también, aunque sin categoría de centro como tal, disponibilidad de medios e instructores para impartir cursos de iniciación en piscina y hacer algunas prácticas en el mar. Funciona una red de cámaras hiperbáricas y servicios médicos especializados. Excelencias hizo un sondeo de opinión entre buceadores asiduos cubanos y extranjeros radicados en Cuba, para aproximarse a una selección de los mejores sitios para bucear en la Isla. Los primeros y más referidos fueron, el archipiélago Jardines de la Reina, al sur de Camagüey, considerado entre los más cautivantes escenarios submarinos de la franja subtropical en todo el mundo donde funciona el centro de buceo Avalón; seguido de María La Gorda, en la Península de Guanahacabibes, Pinar del Río; y, asimismo, El Colony, en Punta Francés, Isla de la Juventud. Bien avalados fueron, además, los centros de buceo localizados en la playa de Varadero, en la Península de Hicacos, Matanzas; Cayo Santa María, al norte de Villa Clara; el de Cayo Coco, en Jardines del Rey, norte de Ciego de Ávila; el de Santa Lucía, al norte de Camagüey; el radicado en el hotel Sierra Mar, de Santiago de Cuba; los de la Península de Zapata, donde el buceo se hace directamente desde la costa y en cenotes –exclusividad del lugar– ; así como el de Cayo Largo, ínsula perteneciente al archipiélago de Los Canarreos. Muy gráfico fue uno de los encuestados: «esta mina de oro la tenemos sólo al 15 por ciento de su capacidad, pero mientras más la cuidemos, mejor será cuando se convierta Cuba en una gran opción para los amantes del buceo en el mundo».