Gigantes y Enanos en el Caribe
Hace 65 millones de años un objeto extraterrestre de unos 10 km de diámetro impactó nuestro planeta en un lugar llamado hoy Chichulub, al norte de la Península de Yucatán. Este evento, más otras causas, precipitaron grandes cambios en la Tierra y la extinción de muchos elementos de su biota, entre éstos los Dinosaurios.
Según los paleogeógrafos, en aquel momento y bastante cerca de la zona de la colisión, un grupo de islitas volcánicas que se hundían y reaparecían indistintamente del fondo del mar, derivaban hacia el este para formar — quince millones de años después, en el Eoceno, — un nuevo archipiélago, las Antillas. Estos territorios adquirieron su geografía actual hace unos 7 000 años.
El Archipiélago de las Antillas es el mayor del Neotrópico, con un área de 237 mil kms²; situado entre América del Norte, Central y del Sur, a la entrada del Golfo de México y bañado por el Mar Caribe. Esta zona integra en su geografía una variopinta composición de islas, isletas y cayos que sobrepasan los 4 000 elementos. Destacan las islas más grandes (Antillas Mayores): Cuba, la más extensa, Hispaniola, Jamaica y Puerto Rico.
Las Antillas Menores, con las islas de Sotavento al norte y las de Barlovento al sur, más Las Bahamas y un grupo de islas satélites cercanas a Suramérica. En su conjunto, todas exhiben una gran variabilidad de ecosistemas, algunos muy frágiles, por lo que el Archipiélago de Las Antillas es considerado uno de los «puntos calientes de la biodiversidad» del Planeta en cuanto al grado de amenaza de su fauna y flora y a la importancia de la misma.
Conocer cómo es que se poblaron estas islas ha sido una de las grandes incógnitas de la biogeografía, tarea difícil dada la extrema complejidad de su geología, lo que revela orígenes muy diversos para los diferentes territorios. Muchos científicos parecen estar de acuerdo en que la fauna de las Antillas procede de la llegada, por diferentes vías y en diferentes épocas, de elementos oriundos de los territorios continentales adyacentes. De ahí que se afirme, por algunos, el carácter oceánico de las mismas, lo cual quiere decir que no han estado conectadas a los territorios continentales por algún puente terrestre, por lo que la fauna tuvo que haber atravesado el mar para llegar a las mismas.
Sin embargo, otros han considerado que, al menos, hace aproximadamente 38 millones de años y durante dos millones de años existió una suerte de terrenos bajos semi-anegados, llamados Gaarlandia que unieron los territorios actuales del nordeste de América del Sur con La Hispaniola y el este de Cuba. Por lo que el tránsito, desde el continente debió ser más fácil que a través del mar al menos durante ese período.
Este complejo archipiélago tiene muchas cualidades que lo distinguen de otros del Planeta: hermosas playas y paisajes, clima relativamente benigno, excepto por el tránsito de ciclones o huracanes en algunos meses del año, y una biota muy peculiar con un alto endemismo, producto del aislamiento a que ha estado sometida y dentro de ésta una fauna de gigantes y enanos que lo singulariza.
LOS GIGANTES
La mayoría de los gigantes que vivieron en las Antillas se extinguieron hace aproximadamente 10 mil años, debido en lo fundamental a los cambios climáticos acaecidos y las fluctuaciones del nivel del mar. Este grupo comprendía mamíferos como los perezosos, algunos de la talla de un oso negro actual, el Megalocnus rodens de Cuba (sus primos actuales suramericanos son mucho más pequeños), y un grupo de aves gigantes, depredadores de estos grandes mamíferos.
Estas aves comprendían lechuzas y búhos gigantescos, como por ejemplo, el Ornimegalonix oteroi de Cuba, un descomunal búho no volador, el mayor de su orden en el mundo; un águila y un cóndor gigante, con una envergadura alar de tres metros, similar en talla a la especie de cóndor de América del Sur. En la fauna viviente antillana tenemos dos buenos ejemplos: el orden de los insectívoros está compuesto de animales de pequeña talla (aproximadamente del tamaño de un pequeño ratón): las musarañas, nocturnas y difíciles de observar.
En las Antillas hay dos especies de este orden de mamíferos, una en Cuba y la otra en La Hispaniola que pertenecen a este orden, pero constituyen verdaderos gigantes, en comparación con sus congéneres de otra parte del Planeta, ambos forman una familia Solenodontidae que es exclusiva de estas dos islas; son ellos los mamíferos vivientes más antiguos de las Antillas, verdaderos relictos de épocas anteriores. Ambas especies se encuentran seriamente amenazadas de extinción por la reducción de sus hábitats y la introducción de animales exóticos en los lugares en los cuales viven.
Entre los reptiles existe un grupo de lagartos que pertenecen al género Anolis que tiene un gran número de especies en las Américas, muy comunes en jardines, cercas y formaciones boscosas de todo tipo; mayormente su talla oscila entre 4 y 18 cm de longitud, desde el hocico hasta el final de la cola. Sin embargo, en Cuba y la Hispaniola hay varias especies de estos lagartos que pueden alcanzar hasta 50 cm de longitud, por lo cual son verdaderos gigantes dentro de su grupo. Mayormente arborícolas, suelen cazar en el dosel vegetal y en Cuba se conocen bajo el nombre vernáculo de «chipojos», con tonalidades verdosas y azules en su piel; sin dudas animales impresionantes por su porte y belleza.
LOS ENANOS
Estos son más frecuentes y alcanzan diferentes grupos faunísticos, desde los invertebrados a los vertebrados. Las Antillas ostentan varios «récords mundiales» de pequeñez. Continuando con los reptiles, el tetrápodo (el más pequeño del mundo), vive exclusivamente en la islita de Beata, próxima a La Hispaniola y situada a unos pocos kilómetros de la costa suroccidental de República Dominicana.
Este pequeño animal perteneciente a la familia Geckonidae y cuyo nombre científico es Sphaerodactylus ariasae, alcanza los 16 mm de longitud y habita comúnmente bajo las piedras. En las serpientes hay otro increíble registro: en Barbados, Antillas Menores, se encontró el ofidio más pequeño de la Tierra; el Leptotyphlos carlae, de 10 cm de longitud y aproximadamente del grosor de un espagueti, vive bajo las piedras y en el manto de hojarascas de lugares casi inhabitados de esa pequeña isla, la más oriental de las Antillas.
Uno de los anfibios más pequeños es la ranita de Iberia (Eleutherodactylus iberia), esta especie se encuentra exclusivamente en algunas localidades del oriente montañoso de Cuba, con 11 mm de longitud y una coloración que la enmascara en su hábitat más frecuente, bajo las piedras y en la hojarasca. En cuanto a las aves, Cuba posee a la más pequeña de todas: el zunzuncito o pájaro mosca (Mellisuga helenae).
Este pájaro en miniatura alcanza apenas los 6,4 cm en el caso de los machos y tiene en ambos sexos vistosos colores, un canto potente y la característica de ser muy territoriales. El zunzuncito se encuentra también entre las especies amenazadas, aunque resulta todavía abundante en algunos lugares de la isla mayor de las Antillas.
Los mamíferos antillanos también tienen un pequeño representante y es el murciélago mariposa (Natalus lepidus), con una envergadura alar de 18,6 cm y un peso promedio de 2 gr, se distingue por ser un cazador de insectos al vuelo y un habitante de cavernas y cuevas de Cuba y Bahamas.
Entre los artrópodos también se reportan varios «récords» en el territorio antillano: el diminuto escorpión de Holguín, Cuba (Microtytius fundorai), activo depredador de pequeños insectos y otros invertebrados que viven bajo las piedras. Estos alacrancitos apenas alcanzan entre los 11–12 mm de longitud entre los machos, por lo que, sin lugar a dudas, se corona como uno de los más pequeños del Orbe.
La araña migalomorfa, perteneciente al género Masteria (del grupo de las grandes tarántulas), se ubica entre las extremadamente pequeñas. Tal es su talla (el macho de una de las especies mide 2,85 mm de longitud) y colores translúcidos, que los adultos parecen juveniles recién emergidos de las otras grandes tarántulas. Estas pequeñas arañitas se han encontrado en varias islas de las Antillas: San Vicente, Puerto Rico, Jamaica y Cuba, cobijadas siempre bajo el manto de hojarasca. Además se ha encontrado una especie fósil, embebida en el ámbar de 15 millones de años de antigüedad de República Dominicana.
Las mariposas diurnas son insectos que adornan los campos con sus vistosos colores y han sido objeto de la atención de los naturalistas desde hace muchas décadas. En las Antillas se encuentra la mariposa diurna más pequeña conocida, perteneciente a una familia, Lycaenidae, de formas pequeñas y colores mayormente de tintes azulados e iridiscentes. La Pequeña Azul (Brephridium exilis), con una envergadura alar en los machos entre 8–9 mm, clasifica como una pequeña maravilla alada que puede encontrarse en zonas costeras de Cuba y La Hispaniola.
Una teoría plausible…
Una explicación para este fenómeno está precisamente en las características de la biota que vive en islas y archipiélagos y que fue objeto de la atención de los «padres» de la teoría de la Selección Natural , principal mecanismo del cambio evolutivo, Darwin y Wallace en el siglo xix y muchos otros investigadores en el siglo xx. En las islas y archipiélagos se simplifican o exageran los procesos evolutivos que ocurren en los continentes, principalmente por los atributos de las especies que viven en los mismos y las características de las comunidades que forman.
Las diferentes especies insulares comparten una serie de características, entre las que sobresalen: habilidades para dispersarse, cambio de talla, endemismo, relictualismo o escasa representación en especies actuales, pérdida de adaptaciones defensivas, radiación adaptativa y disminución del acervo genético. Por otro lado, las comunidades que estas especies forman se caracterizan por su desbalance y empobrecimiento, si las comparamos con regiones de igual área y características en las zonas continentales.
Pero, ¿cómo esto puede explicar los cambios de talla en grupos tan dispares? Se piensa que una combinación de factores muy ligados a la competencia por recursos y la depredación son los máximos responsables, esto condiciona fluctuaciones en la red de distribución de energía disponible para las distintas especies.
Las especies que son capaces de defender sus territorios (llamados estrategas de la K), al disminuir los factores relativos a la depredación y la competencia, se ven beneficiados si su talla aumenta, pues de este modo pueden acopiar más energía gracias a un mayor tamaño y este no es un problema para el éxito evolutivo, ya que no tienen enemigos que pretendan comérselos. Sin embargo, en el caso de las especies que no tienen habilidades para defender sus territorios (estrategas de la R), la reducción de la talla es la garantía de encontrar más recursos que garanticen su supervivencia, porque necesitan menos alimentos y su pequeña talla les beneficiaría, también al pasar inadvertidos, lo que puede conducir al enanismo.
Sin lugar a dudas las islas y archipiélagos son verdaderos laboratorios de la evolución, las peculiaridades de la fauna antillana, nos revelan procesos y relaciones que aún no están bien comprendidos y que requieren más estudios e investigaciones, es necesario, no sólo que admiremos su belleza y singularidad sino que comprendamos la urgente necesidad de protegerlos.