"El lago de los cisnes, cuerpo de baile del Ballet Nacional de Cuba."
Viengsay Valdés y Romel Frómeta en Espartaco.
"El lago de los cisnes, Sadaise Arencibia y Javier Torres."

Considerado uno de los más prestigiosos eventos de su tipo a nivel mundial, el Festival Internacional de Ballet de La Habana arribó a su casi medio siglo con la celebración —entre el 28 de octubre y el 6 de noviembre—, de su vigésima primera edición.

La Sala García Lorca, del Gran Teatro de La Habana volvió a acoger la cita, prestigiada con la puesta en escena de una nueva producción de La bella durmiente, en versión coreográfica de Alicia Alonso; y de Giselle, obra cumbre del romanticismo balletístico, además de programas de concierto con numerosos estrenos a cargo de primeras figuras cubanas, encabezadas por el mundialmente famoso Carlos Acosta y estrellas extranjeras invitadas. Compañías de España, México, Venezuela y Corea del Sur, vinieron a La Habana para participar en las galas; y fuera del ámbito teatral tradicional habanero, el evento tuvo escenario, también, en la Plaza de la Catedral, del Centro Histórico de la Ciudad, declarado por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, con dos representaciones especiales, El lago de los cisnes, en su versión completa de tres actos y un epílogo; además de Shakespeare y sus máscaras o Romeo y Julieta, en ambos casos con coreografía de Alicia Alonso.

A teatros del interior del país como el Sauto y el Cárdenas, de Matanzas; y a la sala Las Tunas, en la provincia del mismo nombre del oriente cubano, se extendieron las presentaciones asociadas a la cita, concebida para disfrutar la trascendencia del gesto, la vibración poética del movimiento y la comunión creativa de varias artes.

Esa es la grandeza que ha vuelto a regalar el Festival Internacional de Ballet de La Habana, con todo entusiasmo dedicado a la idea de compartir una nueva esperanza de arte, belleza y paz bajo el hermoso lema legado por el gran escritor Alejo Carpentier: «El espíritu de la danza, es inseparable de la condición humana.»

Historia en síntesis El Festival Internacional de Ballet de La Habana, nació sin carácter competitivo en 1960 bajo la guía de Alicia Alonso y con él se abrió a las grandes masas las puertas del disfrute de este arte, con invitados relevantes y los aportes de eminentes figuras internacionales, que históricamente han acudido a la cita atraídos, también, por el alto nivel del ballet cubano.

Además del Ballet Nacional de Cuba, anfitrión del evento y máximo exponente del fenómeno artístico de la escuela cubana de ballet, otras valiosas agrupaciones danzarias del país han venido a prestigiar el encuentro, que en estos años ha contado con la presencia de 58 compañías extranjeras y más de un millar de invitados, entre solistas, coreógrafos, maîtres, pedagogos, músicos, críticos y amantes de la danza, de 59 países.

Nombres tan ilustres como los de los rusos Galina Ulánova y Vladimir Vasiliev, el inglés Antón Dolin, la italiana Carla Fracci, la norteamericana Judith Jamison, la francesa Noëlla Pontois, el español Antonio Gades y el argentino Julio Bocca, entre otros, encabezan una extensa lista de invitados y participantes en el Festival a lo largo de estos años; junto a los de primeras figuras de compañías tan renombradas como la Ópera de París, el Ballet Bolshoi de Moscú, el New York City Ballet, el Royal Ballet de Londres, la Scala de Milán o el Real Ballet de Dinamarca.

Desde México hasta el cono sur, el Ballet Nacional de Cuba ha realizado más de 20 cursos y encuentros danzarios con organizaciones afines de la región, incluyendo territorios insulares como República Dominicana, Jamaica, Puerto Rico, Martinica, Guadalupe y Bahamas; y centenares de actuaciones en más de 80 giras por el área.

Todos, de conjunto con primeras figuras cubanas, han cimentado la gloria de esta cita de arte y amistad en la que han sido estrenadas 851 coreografías de la más diversa gama estilística, desde recreaciones de la gran tradición románticoclásica del siglo xix hasta trabajos contemporáneos de la más atrevida vanguardia, realizados por prestigiosos coreógrafos cubanos y extranjeros. Pero otro de los aspectos atrayentes del Festival habanero ha sido regalar siempre múltiples amenidades asociadas, como exposiciones fotográficas y de Artes Plásticas, conferencias, ciclos de cine dedicados a la danza, emisiones filatélicas, de carteles y ediciones de libros especializados, lo que también en esta edición contribuyó, especialmente, a satisfacer los intereses de los espectadores.