Los tatuajes, clasificados como una modificación del color de la piel para crear un dibujo, figura o texto, son realizados con tinta o algún otro pigmento bajo la epidermis de un humano o animal. La razón de que permanezcan inmutables es que la tinta se asienta en la dermis, capa de la piel situada bajo la epidermis, que a diferencia de esta no renueva sus células, por lo cual el pigmento que se introduce en ella nunca se elimina. Hoy, sin embargo, con los avances en este campo y la popularidad del fenómeno, existen otras variantes de tatuajes, desde las calcomanías decorativas hasta los tatoo temporales, que se «caen» al poco tiempo. Esto último es lo más recomendable para los amantes del body art, manifestación artística muy de moda, ya que los estudios aseguran que el 60 por ciento de las personas que se han hecho un tatuaje deciden quitárselo apenas tres años después. No obstante, si el tatuaje fue permanente, el «borrado» no es tan sencillo, pues puede hacerse «quemando» la piel o de forma más costosa, aplicando un láser específico que los quita casi completamente, aunque si son de colores amarillos, rojos y verdes claros, el proceso puede ser muy largo y doloroso, ya que los láseres disponibles, son poco captados por esas tonalidades. Señales con historia Desde los tiempos del Antiguo Egipto el tatuaje era usado como símbolo de distinción de clase, por razones estéticas e incluso por motivos religiosos o simplemente identificativos. Así, por ejemplo, los espías griegos se comunicaban a través de sus tatuajes, que establecían su rango; mientras que los romanos, en cambio, los usaban para marcar a los criminales y a los esclavos. Algo similar hacían los señores feudales europeos durante la Edad Media, cuando «marcaban» a sus siervos o a los convictos; mientras que los japoneses tatuaban a sus criminales con una raya en la frente, si había robado por primera vez, con dos por igual número de delitos, y con tres, formando en su frente la palabra «perro» cuando delinquía por tercera ocasión. En Europa el tatuaje ganó popularidad entre los marinos y exploradores de los siglos XVIII y XIX, e incluso fueron ellos quienes le dieron este nombre, que se deriva de la palabra inglesa tattoo, la cual proviene del término samoano tátau, que significa «marcar o golpear dos veces». Marcas temporales No fue hasta después de la Primera Guerra Mundial que en Europa el tatuaje comenzó a salir de los recintos carcelarios y de los barcos que recorrían el mundo, para adornar los cuerpos como una manifestación estética. Pero el tatuaje tuvo que esperar hasta la década del 60 para extenderse al resto del mundo como práctica común, popularizada por muchos artistas, quienes a su vez lo convirtieron en un verdadero arte, con elaborados diseños y múltiples coloridos. Actualmente tatuajes como el japonés irezumi (inserción de tinta) con el cual se decoraba el cuerpo de las geishas, o el estilo Moko Maorí, con el cual se tatuaba cada parte del cuerpo del hombre para distinguir su rango social, son imitadas por los amantes del body art, quienes recurren a los tatuajes artísticos como una forma de decorar su cuerpo. Sin embargo, aún no está muy clara la controversia médica sobre los efectos negativos de esta práctica, especialmente nociva si no se usa la tinta adecuada, lo que explica que muchos prefieran las calcomanías o tatuajes «temporales», para evitar tener una marca… de por vida y exponerse a los riesgos que pudiera acarrear. Marcas temporales Si bien un tatuaje hecho con los pigmentos adecuados y la higiene correcta, no tiene por qué provocar mayores complicaciones; siempre su realización constituye una agresión a la piel, que pudiera contemplar algún nivel de riesgo. No obstante, en lo que coincide la mayoría de los especialistas es en que el mayor problema de un tatuaje es su irreversibilidad. En los servicios especializados de dermatología se aplican métodos científicos para su eliminación, entre los cuales están el uso del láser, la cirugía o el nitrógeno líquido. Pero aún, por muy sofisticadas que sean las técnicas, siempre quedan cicatrices, marcas o manchas en la piel. Por esa razón en el mundo se han puesto de moda los llamados tatuajes temporales, con calcomanías que se van borrando, tatuajes solares aprovechando plantillas y dándose un bronceado en la playa, o los de henna, sustancia también llamada menhdi en el sur de Asia que sirve para crear diseños muy refinados y temporales, que presenta, sin embargo, el inconveniente de que, después de realizarse, no puede lavarse la zona de aplicación al menos en 12 horas.

El tatuaje religioso más antiguo que se conoce fue el de la sacerdotisa egipcia Amunet, adoradora de Hathor, diosa del amor y la fertilidad, que vivió en Tebas alrededor de 2000 AC

A pesar de ser el tatuaje todavía una práctica por muchos rechazada, a lo largo de la historia figuras muy ilustres y respetables se han animado a estamparse marcas en la piel con este tipo de técnica, como son los casos del Rey Jorge V de Inglaterra, el zar de Rusia Nicolás II, el primer ministro británico Winston Churchill, el astro futblista argentino Diego Armando Maradona, el científico Thomas Alva Edison y actores como Sean Connery e incluso el asesinado presidente norteamericano, John F. Kennedy