Alain Pérez en su peña en la Casa de la Música de Miramar.
Formell y Los Van Van. / Ray Fernández en su peña del Diablo Tun Tún.
Papucho y Manana Club en la Casa de la Música de Plaza.
Casa de la Música de Plaza de la Revolución.

Nada mejor para conocer el encanto de las noches habaneras que disfrutar
la variedad de sonoridades de los centros culturales de la empresa de grabaciones y ediciones musicales (EGREM)

La noche habanera tiene un encanto que ha hechizado a generaciones de cubanos y personas de todas partes del mundo. Un encanto que huele a mar, ron y tabaco, que resuena en los oídos tan suave como el feeling o tan fuerte como el toque de un tambor; y alcanza su expresión máxima en los cuerpos danzando al ritmo de la música hecha en la mayor de las Antillas.
Considerada durante la mitad del siglo pasado como una de las cinco metrópolis del mundo por su aire cosmopolita y noches interminables en cabarés y bares, La Habana fue el lugar escogido para el divertimento de lo mejor del jet set de la época. Pero lo era asimismo para otros que gozaban de lo que las calles sinuosas de la urbe podían ofrecer bajo la luz de las estrellas.
Los cambios sociales y culturales, ocurridos en el país desde la fecha hasta la actualidad, no han alterado la vibrante vida nocturna en la ahora ciudad maravilla. Ocurre entonces la transmutación hacia un lugar de sonidos diversos, que nos confirman que esta es, y no otra, la isla de la música.
Para el disfrute de tal variedad de sonoridades se encuentran los centros culturales de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), en los que el visitante puede encontrar actuaciones en vivo de artistas y adquirir los discos que conforman el catálogo de la disquera. Este sello es el más antiguo del país y atesora un patrimonio musical considerado entre los más grandes de Latinoamérica, con más de 70 000 matrices de intérpretes cubanos de reconocimiento internacional.
Los asiduos a estos centros culturales refieren que les gusta realizar lo que llaman la «ruta EGREM»; la cual no es más que la visita en una misma jornada a diferentes espacios durante toda la noche, para así disfrutar de las más variadas propuestas musicales. Ello es posible gracias a que toda la actividad comienza en las tardes con las matinés y continúan hasta el día siguiente.
El recorrido comienza en la Casa de la Música de Miramar, considerada entre los centros nocturnos más antiguos e importantes de la institución, donde el bailador encontrará toda la semana, presentaciones de algunas de las mejores orquestas de música popular bailable. Entre los grupos salseros habituales están Habana de Primera, Alain Pérez, Adalberto Álvarez y su Son, El Niño y La Verdad, NG la Banda y Bamboleo.
Cuenta, además, con el Piano Bar «El Diablo Tun Tun», destinado a conjuntos de pequeño formato, específicamente de los géneros pop, fusión, rumba y jazz. Esta última manifestación, considerada el primer lenguaje sonoro del siglo xx, reúne adeptos a las descargas de jazz todos los sábados; día en que se convierte en el lugar bohemio por excelencia.
Lo siguiente sería ir hacia la Casa de la Música de Plaza que, creada como un proyecto social comunitario, está encaminada a potenciar los valores sociales y artísticos en la zona en la que se encuentra enclavado: la conocida Timba. Este barrio inmortalizado por la canción «De la Timba a Pogolotti» de Pupy y los que Son Son, hace referencia a una de las vertientes de la salsa cubana que gozó de gran aceptación internacional a partir de la década de los noventa.
En esa misma dirección se halla el Piano Bar «Convergencias», con una programación nocturna diseñada para un público más joven y con inclinaciones musicales más cercanas al pop, pop-rock y la fusión. Entre los exponentes de los géneros más destacados que han llevado sus propuestas a este escenario están Chila Lynn, con una carrera de alcance internacional, y SweetLizzy Project, cuya versión del tema «Súbeme la radio», de Enrique Iglesias, resultó uno de los videos virales más difundidos de la Isla.
De obligada visita resulta el Café Cantante «Mi Habana» y el Piano Bar «Delirio Habanero», localizados en los predios del Teatro Nacional de Cuba. «El Café», como comúnmente se le conoce, se ha convertido, a través de los años, en el espacio de la juventud, con peñas de artistas como Karamba, Qva Libre y Papucho y Manana Club. De igual modo, sábado tras sábado, es el lugar obligado para el colectivo LGTB nacional e internacional con las noches de «Divino», nombre adoptado a raíz del proyecto sociocultural que ahí se presenta. Durante los fines de semana en el «Delirio Habanero» se disfruta de lo mejor de las agrupaciones cultivadoras de la música tradicional mientras se observan las luces de la capital desde el piso superior del Teatro.
Hacia el otro lado de la ciudad se inauguró recientemente el Piano Bar «Habaneciendo», como parte de la Casa de la Música de La Habana, actualmente cerrada por reparación. Su apertura busca mantener una de las rutas más reconocidas de la ciudad con propuestas artísticas y consolidar la apuesta por las actuaciones de solistas y agrupaciones de pequeño formato defensores de la canción, la balada, el bolero y la música tradicional. Aquí los asistentes podrán encontrarse recibiendo el día en un ambiente mucho más relajado y acogedor, en el corazón de la parte más antigua de la ciudad, disfrutando de interpretaciones del Septeto Habanero, Fausto Durán y la Charanga Latina.
Concluida la experiencia en los centros culturales de la EGREM solo queda el deseo de repetir la experiencia que significa vivir la noche a lo cubano.