Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba.
EXPOCUBA, el imponente centro expositivo ubicado a 25 km de La Habana, acoge cada año a representantes de decenas de países.

LA FERIA INTERNACIONAL DE LA HABANA, PRINCIPAL BOLSA COMERCIAL DE CUBA Y EL CARIBE, CELEBRARÁ SU 35 EDICIÓN CON DESTELLOS PROMETEDORES PARA UNA ECONOMÍA QUE BUSCA DESPOJARSE DE ESTIGMAS INTERNOS Y CERCOS EXTERNOS

Si en Cuba hay una Puerta de la Aurora, o del Amanecer, como aquella milagrosa venerada por los lituanos, esta podría ser, simbólicamente, la Feria Internacional de La Habana.
Seguir las trazas de la principal bolsa comercial de la Isla y del Caribe, en las vísperas de su edición 35, es como develar el desenvolvimiento estructural de este país, y lo que es más significativo, el tipo de relación que estableció con el mundo.
No deja de asombrar que una economía tan abierta –incluso dependiente del exterior como la cubana–, pudiera sobrevivir y desarrollarse durante una larga etapa con un efecto de «doble candado»: por un lado, el severo bloqueo norteamericano y por el otro, los prejuicios y cierres con respecto a la inversión extranjera, incuestionable elemento dinamizador en la actualidad.
Por ello es sustancial la diferencia de visiones entre aquel 1983 en que se cortó la cinta inaugural de la primera de estas muestras, y la que tendrá lugar entre el 30 de octubre y el 3 de noviembre de este 2017. Por el medio, además de la caída del campo socialista y la desaparición del denominado Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) que, entre otros resortes, determinaba las relaciones económicas internacionales de la Isla, está una percepción renovada sobre la inversión extranjera, que ha cristalizado en ley, actualizada recientemente por el Parlamento.
No por casualidad el ministro de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca Díaz, hace énfasis en el salto conceptual y la superación de visiones estrechas. Lo anterior lo subrayó al presentar la tercera Cartera de Negocios y dejar abierto el Foro de Inversiones, este último realizado por vez primera el pasado año, como parte del encuentro.
Para el titular –algo también acentuado por el presidente Raúl Castro en numerosas oportunidades– la inversión extranjera ya no es aquel «mal necesario», como se le consideró por un largo período, sino una decisión soberana de Cuba que nadie está imponiendo, y que se hace porque «estamos convencidos de su importancia para el progreso del país».
El significativo peso que se pretende tenga este ingrediente –aunque distante de lograrse–, lo reveló el mismo titular al reconocer que se aspira atraer hasta dos mil millones de dólares anuales de capital extranjero.
El ideal ahora es que este contribuya a sortear la falta de liquidez y de financiamientos foráneos que provocan el bloqueo de Estados Unidos y otras insuficiencias, para crear las bases económicas y consolidar el desarrollo del país y de un socialismo próspero y sostenible.
La demostración de la dinámica abierta en este campo, pese a la permanencia de prejuicios y mecanismos burocráticos, es que después de ser aprobada la última versión de la Ley de Inversión Extranjera, se hayan admitido 14 reinversiones en negocios que ya existían, 15 nuevos acuerdos comerciales en la Zona Especial de Desarrollo Mariel –avanzada de estos emprendimientos en el país–, además de otros 54 fuera de ella, para un monto total de 1 300 millones de dólares.
Como un síntoma promisorio puede verse, igualmente, que la 34 Feria Internacional de La Habana se convirtiera en la mayor de la historia, con la participación de 3 500 expositores de 73 países, un área expositiva de 29 000 m2, 3 700 visitantes extranjeros y la presencia de 15 delegaciones oficiales del nivel ministerial. La Cartera de Oportunidades presentada recogía 395 proyectos y posibilidades de inversión valoradas sobre los 9 500 millones de dólares en sectores como el agroalimentario, el tecnológico, el turístico y la producción de energía y la prospección petrolera.
Otra señal satisfactoria –a reevaluarse a partir de la diferencia de política hacia Cuba entre Barack Obama y Donald Trump– es que en 2016 más de 40 empresas norteamericanas trajeron sus muestras a EXPOCUBA –el imponente centro expositivo ubicado a 25 km de La Habana–, con lo cual se duplicó la presencia de representantes de esa nación.
No es utópico entonces que los organizadores aspiren a que la edición 35 confirme el crecimiento y el valor práctico para la economía cubana de este acontecimiento; sobre todo, cuando ocurrirá en un momento peculiar, cuando se promueve un mayor calado de la actualización, estimulado por la aprobación de la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista y el Plan nacional de desarrollo económico y social hasta 2030.
La contribución concreta a esas proyecciones programáticas desde esta Feria Internacional sería continuar ensanchándose como una milagrosa puerta para los negocios en Cuba, esa por la que el país avance hacia su ansiada aurora o nuevo amanecer.