Si esta revista cae en sus manos mientras sobrevuela la Isla mayor del archipiélago cubano, pregunte a los sobrecargos si en algún momento será visible el puerto de Mariel, ubicado a 45 kilómetros de La Habana.
La vista aérea puede ser tan impresionante como la que ofrecen, en tierra, las nuevas instalaciones del puerto de contenedores de la llamada Zona Especial de Desarrollo (ZED): una imagen panorámica del primer gran salto de Cuba por sobre los anquilosados muros del bloqueo estadounidense  que padece el país hace más de medio siglo.
No es una metáfora. Un buque norteamericano fue el iniciador de las descargas de contenedores en el día inaugural de la Terminal del Mariel.
Aunque prácticamente nadie registró el acontecimiento, porque no es noticia que Estados Unidos vende –pero no compra- ciertas mercancías a Cuba bajo rígidas autorizaciones de su Departamento del Tesoro, no deja de ser una especie de guiño del destino que una embarcación del único país que se ha prohibido a sí mismo, por ley, comerciar normalmente con la Isla, fue el primero en atracar en su más prometedor puerto.
Las obras de la terminal, iniciadas en el año 2010,  bajo un  contrato de Asociación Económica Internacional entre Quality Cuba S.A. y la Compañía de Obras e Infraestructura de Brasil, fue muy elogiada por los presidentes de ambos países al inaugurarla juntos,  un día antes de iniciarse la II Cumbre de CELAC en La Habana, el 27 de enero de 2014.
Brasil se enorgullece de asociarse a Cuba en este primer Puerto/Terminal de contenedores del Caribe, con capacidad para integrarse en la cadena logística interoceánica, dijo Dilma Rouseff, destacando el hecho de que podrá recibir embarcaciones súper post-panamax de hasta 18 metros de calado y mover en torno a un millón de contenedores por año.
A su turno, Raúl Castro definió el proyecto en su conjunto como trascendental para la economía nacional y de la terminal en particular dijo que su ubicación geográfica en la ruta de los principales flujos de transportación marítima en nuestro hemisferio, propiciará que se consolide su posición como una plataforma logística de primer orden a nivel regional.
Pero esta es solo la primera fase de una obra mucho más ambiciosa. Carreteras, redes, líneas férreas y el fundamental dragado de la bahía, complementan la infraestructura ya visible, gracias a una inversión de más de 800 millones de dólares que en una segunda etapa debe sobrepasar los mil millones, inversión que el país receptor agradece a créditos brasileños con facilidades de pago.
La próxima etapa, que demandará seguramente mayor y más intenso trabajo, da un sentido más completo al término de Zona Especial de Desarrollo (ZED), con la instalación de parques industriales y otras importantes inversiones nacionales y extranjeras.
Según se dijo por los anfitriones aquella soleada mañana de la inauguración: La Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) ha sido lanzada para promover, desarrollar y administrar 465.4 km2 de terreno para el desarrollo económico de la región, bajo el criterio de que este gran impulso económico requiere infraestructuras modernas para el transporte fluvial, automotor y ferroviario que permita sostener y apoyar la tendencia mundial de contenerización de las mercancías.
Muchos creen que la ZEDM es el principio del fin del bloqueo norteamericano a Cuba. En el contexto económico de la región, que se dinamizará aún más con los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, Mariel está en el centro mismo del comercio del Caribe y las Américas, rodeado por los 32 puertos más importantes de 17 países de la región, con cobertura para la expansión de las operaciones. Como dicen popularmente los cubanos: el que no esté, se lo pierde.
A tono con ese dinamismo, para la Zona se aplican  las mayores facilidades para la inversión extranjera y un Régimen Tributario Especial con incentivos fiscales muy atractivos.
Mientras tanto, regresan al malecón habanero las gaviotas de otras épocas, atraídas por las aguas cada vez más limpias de la bahía habanera, que se va jubilando de sus viejos afanes comerciales, y se transforma en ecológico espejo de agua de una ciudad señorial que avanza orgullosa hacia su medio milenio.
Otro mérito de la ZEDM, que también ha venido a salvar la entrada marítima a la capital, librándola de tareas para las que ya  no tiene condiciones, con un calado menor de 10 metros de profundidad,  limitado por el famoso túnel que une el este con el oeste, y le reserva para el siglo XXI otros fines más apropiados a su jerarquía histórica.