Florida

En los mapas colombinos aparecen las principales islas del Caribe anchas y contiguas. Las cartas náuticas que tiempo después da a conocer el almirante turco Piri Reis, tienen añadida, al norte,  una lengua de tierra chata, con un costado sumergido en el Atlántico. Desde un avión, o en la cartografía moderna, parece el largo cuello de un águila que tiene su cuerpo en el resto de Norteamérica.
Esa península toma el nombre de Florida porque –según se afirma-  fue avistada por osados navegantes europeos un Domingo de Resurrección o Día de Pascua Florida. Otras versiones lo atribuyen a la suntuosidad natural del equinoccio de primavera en áreas tropicales.
El domingo 27 de marzo de 1513 llegó a tales latitudes, Juan Ponce de León, nacido en Santervás de Campos, Valladolid, en 1460.
Ponce, de ascendencia noble, había combatido en la recuperación  de Granada y participó en la conquista de La Española (actual República Dominicana y Haití).
En 1508 recibe orden de conquistar la cercana isla de Borinquen,  bautizada como San Juan (Puerto Rico).  Allí fue bien recibido por el cacique Agüeibana, pero a su muerte los indios se sublevan contra la dominación española. Ponce de León consigue imponerse y toma represalias sangrientas. En 1511 fue destituido.
Fue entonces que decide emprender su nueva aventura en busca de otras islas, situadas más al norte, que según las leyendas guardaban enormes riquezas. Así llegaría a la tierra que denominó Florida.
El desembarco fue cerca de lo que hoy es Cabo Cañaveral, punto de arranque de las naves espaciales norteamericanas, o quizás Jacksonville, ciudad portuaria edificada por los ingleses con posterioridad.
En este primer viaje Ponce de León navegó alrededor de las costas  este y oeste de la península, pero con la convicción de que se encontraba bordeando una gran isla, circundada por numerosos cayos e islotes. Un violento episodio en el  que murió uno de sus hombres lo decidió a emprender el regreso a casa. Dos de los barcos llegaron a mediados de octubre a Puerto Rico.
A Ponce se le considera el primer europeo que pisó tierras floridanas, hace cinco siglos. Su mayor hazaña, sin embargo, fue descubrir  ese increíble río submarino llamado la Corriente del Golfo. Examinando el cayerío aledaño a tierra firme, Ponce comprueba, con sorpresa, que en un momento dado, los barcos no avanzaban ni siquiera teniendo viento a favor.
No sin esfuerzo salieron de la que algunos califican como una extraordinaria autopista marítima (corriente natural que circula del Caribe hacia el Atlántico) y permitió, en lo adelante, una rápida ruta de regreso a la Península Ibérica, con las riquezas sacadas de “las Indias”.
Hacia 1521 emprendió un nuevo viaje. Por lo visto, el recibimiento no fue tan amistoso. Herido gravemente, al parecer por una flecha envenenada, embarcó hacia Cuba, para morir en La Habana, a los 61 años.
Sus restos fueron trasladados a puerto rico y enterrados en la capilla mayor de la iglesia de Santo Tomás, en la capital, y en 1913 depositados en la catedral de la ciudad.
¿Supo el adelantado que había arribado a un continente? No. Otros atrevidos y ambiciosos navegantes españoles siguieron la  huella plantada inicialmente en la Florida por Ponce de León. Demoró casi medio siglo en quedar cimentada en San Agustín, Florida, primera ciudad permanente de Estados Unidos, fundada por el español Pedro Menéndez de Aviléz, en 1565.
La bandera española se plantó en Florida en 1513 y se arrió en 1821, 308 años más tarde. Fue en marzo de 1845, que Florida se convierte en el estado número 27 de los Estados Unidos. La capital política es Tallahasee y la urbe de mayor tamaño, Jacksonville.
El extenso uso de la lengua castellana  es quizás el trazo más perceptible de la influencia ibérica en este territorio, donde algunas localidades, como Tampa y Cayo Hueso, conservan valiosas reliquias patrimoniales.