Conga es -dice cualquier diccionario-, una «danza popular cubana de origen africano, ejecutada por grupos colocados en fila doble y al compás de un tambor». Pero quien se conforme con ello, tendrá una muy pálida e inexacta idea del asunto, y mucho menos de la conga por antonomasia, la de Santiago de Cuba, ahora rejuvenecida. «¡Ay, qué felicidad!» Quizá el cine de los 40 del siglo XX, con sus comedias musicales estadounidenses filmadas en Paris, conformó esa imagen estilizada que -de cierta manera-, reflejaba lo ocurrido cuando la conga de la Isla triunfó en todas las salas de baile y espectáculos del planeta.

Pero ella siempre acompañó las comparsas de carnaval de la isla. Originada desde antes, en celebraciones de negros esclavos, con su variado instrumental -tambores, bombos, cencerros, sartenes y otros objetos de metal- llegó a utilizarse a inicios de la República (1902) para la propaganda política durante las elecciones. Recuerda el sabio Don Fernando Ortiz, que todavía a mediados del siglo pasado -en los centros urbanos de la costa oriental- existían grupos de carácter permanente, sobrevivientes de antiguos cabildos de negros. En Santiago de Cuba, durante los carnavales, que allí celebran en el aniversario del Apóstol que da nombre a esta urbe oriental de Cuba, salían a la calle para divertir, como en otras ciudades de las Antillas.

La conga santiaguera posee además características propias. Una de ellas, el arrastrar de los pies por verdaderas multitudes sudorosas, bebedoras de ron, incansables en su afán de «arrollar» o bailar por las calles, que llegan desde los populares barrios de «Los Hoyos» o «El Tivoli», mostrando con sus bailes y música sus reminiscencias haitianas o francesas. Pero si algo distingue esta conga de cualquier otra es el sonido contagioso de «su trompeta china», con cinco notas de tono agudo y penetrante. Transculturada en la música popular cubana e introducida en la Isla por coolíes semiesclavos traídos desde China durante el período colonial, el cornetín o trompeta china acompaña, desde 1910, la conga por antonomasia: la conga bulliciosa, frenética e incansable de las comparsas santiagueras.