Sara González. Una voz para muchos cantos de mujer
Dueña de una voz privilegiada, fuerza volcánica en su épica Girón: la Victoria, o toda ternura en el lirismo de un poema musicalizado de José Martí, Sara González recorre con maestría y virtuosismo los más variados géneros; aporta ritmo, sabor cubano y buen humor. Inconfundible en cada una de sus interpretaciones, Sara irrumpe en 1970 como fundadora del Movimiento de la Nueva Trova junto a Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola. A su formación musical en el Conservatorio Amadeo Roldán, suma su experiencia en el Grupo de Experimentación Sonora bajo la batuta del maestro Leo Brower, y se convierte en la voz femenina por excelencia de esa generación. Cuatro décadas de éxitos ante los públicos más exigentes, sola o en compañía de figuras de la talla de Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, León Gieco, Pete Seeger, Beth Carvalho o Chico Buarque, Soledad Bravo o Daniel Viglietti, confirman su madurez y plenitud. Su prematura cabellera blanca contrasta con el brillo intenso de sus ojos azules y la chispa criolla que brota espontánea en su conversación. El lugar ideal para escucharla y verla expresarse a su antojo, con entera libertad, rodeada de su público, tiene su sello de personal originalidad. Lo ha llamado El jardín de la Gorda y es apenas un amplio patio, sombreado por añosas plantas de mango, aguacate y otras especies de la vegetación tropical, un escenario al aire libre, donde crea un espectáculo de profunda espiritualidad, que nutre de amor y amistad a los asistentes. ¿Hay un derrotero diferente en tu repertorio, de la nueva trova hacia la canción romántica, a la música popular? Este trabajo surgió de una conversación con la compositora Marta Valdés. Estaba cansada de hacer discos como resultado de montar un cierto repertorio. Quería tener un objetivo definido y Marta me recordó las canciones de compositoras cubanas, que son muchas, pero si te fijas, de 30 grabaciones en discos hay una de mujer. En el primer disco aparecen más las trovadoras. Pero a medida que uno investiga aprende, y es lo que más me gusta, para ajustarlas a mi voz y mis posibilidades, sin perder el sabor original de esa composición. Decidimos hacer un segundo disco y la firma Bis Music se mostró interesada en hacer una especie de antología de compositoras cubanas. Si todo va bien, habrá un tercer disco. De hecho hay una reivindicación de la mujer cubana. Exacto. Totalmente. Creo que me toca hacerlo. ¿Y también una evolución de la canción de contenido social o político hacia una más íntima? No, no es que se cambie, sino que los tiempos son otros. Hay momentos en que la canción política es una urgencia, y un arma. Pero cuando tenemos que hacer cosas a besos y cariños, entonces las hacemos de ese modo. Cada cosa en su momento. En mi caso me identifican más con una canción épica que con cualquiera otra, pero yo he grabado discos de sones, boleros y muchos otros géneros. ¿Cuál fue el origen de la musicalización de los versos de Martí? El primero que abordó ese asunto fue Pablo Milanés. Me pidió ponerle música a algunos de los Versos Sencillos, hicimos un programa de televisión, y él grabó un primer disco. Luego me llaman de la Casa de las Américas y me preguntan si tenía más obras musicalizadas y contesté que sí. En realidad tenía tres, pero cómo me iba a perder esa oportunidad. Y empecé a trabajar como una loca, y al que tenía más loco todavía era a Amaury Pérez. Cuando terminaba una obra lo llamaba y le preguntaba, qué te parece, y él: está bien. O no, oye no, el final cámbialo. Así monté 17 temas en un mes. En la actualidad te acompaña un pequeño grupo, con más ritmo y teclados. ¡Pero tengo un pianista que es uno de los mejores de este país! Pucho López. Pucho toca de todo, es muy rockero pero también es muy jazzista. Ahí donde tú lo ves, él toca todos los instrumentos. Toca bajo, guitarra, saxofón… Él fue quien hizo todos los arreglos de este segundo disco de Cantos de mujer II. Dijiste que ya estás pensando en un tercer disco. Sí. El primer álbum tenía un aire más trovadoresco. En el segundo hay mayor diversidad. Comienza con Será tu condena, de María A. Gómez, que alcanzó gran popularidad en las victrolas, en la década del 50, algo raro para una obra de mujer. Incluye una pieza maestra del feeling como Nada son mis brazos, de Ela O’Farril, y temas de compositoras de estilos diversos: Margarita Lecuona, Beatriz Márquez, Lourdes Torres, Radeunda Lima y Celina González, por solo citar algunas. Para el tercer disco ya tengo unas cuantas canciones, incluso de principios del siglo pasado. ¿Y cómo será la gira? Es un proyecto muy bonito. Vamos a hacer una gira a partir de mayo con Amaury por todo el país, en tres partes: oriente, centro y occidente. Lo haremos en cuatro o cinco meses, sin abandonar las peñas del Jardín. ¿Has pensando en viajar al exterior? No, no quiero ir a ninguna parte. ¿En el exterior dónde te sentiste mejor, dónde has tenido una mejor acogida del público? En todas partes siempre me tratan con mucho cariño, la gente ha sido muy amable. La he pasado muy bien en España, donde todo el mundo te entiende. En Santo Domingo, Venezuela. En Argentina me fue divino. En México, siempre.