Caletas con playas nacaradas y aguas cristalinas. Naturaleza viva tierra adentro. Alegría, hospitalidad y música. Un arcoiris caribeño matizado por el modo de vida británico. Una isla de corazón verde, donde el sol brilla todo el año.

No hay dudas, esta isla al este de las Antillas menores garantiza unas vacaciones plenas, con ofertas para todos los gustos y, sobre todo, para quienes buscan emociones vinculadas al mar y los deportes náuticos. Hacia el oeste, la isla tiene playas poco profundas ideales para la familia y los niños, con facilidades para la práctica de deportes náuticos y una buena flota de embarcaciones turísticas. Por el costado del Atlántico, la marea y los vientos predominantes resultan una garantía para el surf y el windsurf. Esto se evidencia en Bathsheba, un pueblo pesquero famoso por sus inmensas olas que chocan contra las formaciones rocosas en el mar. Debido a la espuma que esto genera, la playa local recibe el nombre de Soup Bowl. La población es cálida y hospitalaria, alegre y musical; y sus ciudades siempre lucen una atmósfera pintoresca. Rebosante de turistas, cultura y comercios, resulta Bridgetown, la capital, donde después de haber estado los ingleses más de 300 años, es muy visible la influencia británica. ¡Haga una visita a la estatua de Lord Nelson en el centro de la Plaza de Trafalgar y lo comprobará! Hay, además, muchos restaurantes -la especialidad local es el pez volador-; y los sitios de música en directo, con calipso, reggae y steelbands, alegran la vida nocturna. Por demás, la isla se enorgullece de poseer unos 200 hoteles, pensiones, apartamentos, cabañas y villas para todos los gustos y posibilidades económicas. La cueva de Harrison es uno de sus grandes atractivos. Tiene un inmenso pasaje de estalactitas y estalagmitas y bellos estanques naturales de un agua fresca y transparente. En la relación de sus edificaciones históricas se encuentran, la abadía de San Nicolás en St. Peter y Drax Hall, en San George, dos mansiones construidas en 1650, en épocas del rey de Inglaterra Jaime I. También se encuentra una gran sinagoga de bellos arcos góticos, construida en 1654, la cual fue destruida en 1831 por un huracán y realzada en 1929. En Barbados hay campos de golf magníficos, senderos salvajes a través del monte puro, parques naturales y áreas reservadas a la conservación de la flora y fauna locales. Un sitio digno de ser visitado es el Animal Flower Caves, en la parte norte de la isla. A través de las brechas que la erosión ha causado en las paredes de la cueva, se puede apreciar una increíble vista del océano Atlántico. El Andromeda Garden es idílico, con una gran variedad de orquídeas, palmeras, helechos, hibiscos, buganvileas, begonias y cactus. El paisaje de bellas flores y árboles, está dividido por un riachuelo en cuyo cauce se forman cascadas y pozas donde tomar un refrescante baño. Otra gran atracción es el llamado Outdoor Adventure Training, especie de parque o campo de entrenamiento en 11 hectáreas y situado en el Higher Heights, donde los grupos de turistas ponen a prueba sus habilidades y fuerzas, a través de difíciles misiones como escalar paredes, luchar en la tela de araña o arrastrarse a través de túneles. Para el visitante resulta curioso encontrar en esta isla de música y jolgorio, el orden y la disciplina británica donde quiera que vaya. Tradiciones como tomar el té a las 5 de la tarde o jugar críquet y polo, se conservan intactas y están profundamente arraigadas. En medio de todo, además, una mezcla de serenidad y alegría de vivir marcan la atmósfera de la isla, en lo que juega un papel fundamental el encanto y la bondad de los barbadenses, también llamados bajan. Muy bonitos museos y sitios históricos tiene Bridgetown, y para los amantes de la historia es de especial interés la casa en la que residió George Washington, primer presidente de EE.UU., durante su estancia en Barbados en 1751. En esta casa completamente remodelada, los visitantes pueden llevarse una idea de cómo se veía la mansión con sus establos y su molino de agua. No olvidar, además, que Barbados es también una isla muy cultural, que cada año atrae a grandes figuras de la escena del jazz con motivo del Paint it Jazz Festival, un evento de referencia internacional, como el Crop Over Festival, este segundo de gran atractivo, por la masiva participación de músicos y artistas locales.

El hábito de tomar té a las 5 de la tarde, jugar criquet y polo, son claros síntomas de la fuerte herencia inglesa en esta isla.