- Viaja, vive y come
¿ERES MILITANTE DE LA ESCUELA TRADICIONAL QUE TODAVÍA RESERVA A TRAVÉS DE UNA AGENCIA DE VIAJES O LO TUYO ES BATIRTE EN DUELO DE MEGABYTES Y COOKIES CON LAS PÁGINAS WEB DE AEROLÍNEAS Y HOTELES? BUENO, SINCERAMENTE ESO TAMPOCO CUENTA MUCHO AQUÍ, PORQUE LO QUE NOS IMPORTA ES LA EXPERIENCIA GASTRONÓMICA QUE ESTÁS BUSCANDO AL LLEGAR A TU PRÓXIMO DESTINO. AL FINAL, CLARO QUE TE LLEVARÁS LA FOTO EN LOS CHAMPS- ÉLYSÉES, PERO SALDRÁS MÁS GUAPO DESPUÉS DE UN CROISSANT “TRÈS BON”
Mientras tú lees este texto, Álex está reservando su hotel en París donde le pedirá matrimonio a su novia. Una secretaria organiza la agenda de su jefe en Buenos Aires, en su próximo viaje relámpago de 72 h, y una familia busca una casa rural en un pequeño pueblo de montaña para escaparse al sosiego el fin de semana.
Todos piensan en su alojamiento y las experiencias que vivirán en cada sitio, incluso en los monumentos imprescindibles para inmortalizar el momento en la típica foto que no faltará en sus redes sociales ni en sus grupos de Whatssap. Y todos, sin excepción, harán una cosa en común: comer.
Sin importar si en París llueve a cántaros, en Buenos Aires el verano arrecia en Puerto Madero o la montaña nevada parece una postal, la acción de moverse siempre (siempre) va acompañada de una búsqueda de la experiencia gastronómica.
Los paseos por las callecitas de la capital de Francia no serían los mismos sin detenernos ante los escaparates-joya de las mejores pastelerías del mundo; irresistibles el croissant ispahan, de Pierre Hermé, con frambuesa, pétalos de rosas, almendras y litchi; o los éclairs de Sadaharu Aoki.
A la magia del siempre vivaz y colorista Caminito se suma la esencia del producto en Patagonia, el restaurante (y casa) de Francis Mallmann, donde la sensación de hogar es una apuesta garantizada. Y el frío leonés se va borrando en tres tiempos, a medida que tomamos un buen cocido maragato en Castrillo de los Polvazares, que no solo reconfortará el estómago sino el alma cucharada a cucharada.
Adiós al sándwich con refresco
Además de las ciudades y los ayuntamientos (algunos, a otros todavía les queda camino por recorrer), las aerolíneas y los aeropuertos han comprendido que las horas en el aire y las esperas en las terminales son más llevaderas cuando se convierte el fast food en fast good y el hambre no se sufre con un sándwich de garrote (vestido de pan) relleno de tristes capas de algo que venden como “jamón y queso”.
Sí, eso ya pasaba en las salas VIP, pero la felicidad de saber que podemos tomar algo más que refresco y patatas fritas se ha traducido en zonas para comer bien, rico y saludable. No renegamos de una hamburguesa calórica, aunque también somos defensores del buen producto y de viajar con el estómago decentemente lleno.
La T4 del Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas es ejemplo de ese cambio de paradigma, con el Ice Bar, donde Íñigo Urrechu ha creado bocadillos para disfrutar; o Kirei by Kabuki, con su cocina japonesa de alto nivel a pie de pista.
Incluso hay aerolíneas, como Korean Airlines, que han apostado por servir lo que produce su granja (con ganado y pollos propios, alimentados ecológicamente) y huertos que surten las frutas y vegetales. Sabemos que tendrás que lidiar con las 13 h de Madrid a Seúl –y los consecuentes terrores a volar que podrías padecer– pero por lo menos dormirás bien alimentado.
Discúlpanos si ahora mismo sientes ganas de dejarlo todo y correr a París, te has teletransportado a Buenos Aires o el hambre te ha dado un escalofrío en el estómago, pero era nuestro deber demostrarte que también se viaja con el gusto, que la memoria reclama recuerdos del pasado y que el presente y futuro del turismo vendrán, necesariamente, con cuchillo y tenedor. Porque ya no solo te deseamos ‘buen viaje’, sino ‘buen apetito’.
Nella Ruggiero, CEO & media.
Hija de Caracas, nieta de la Campania italiana y felizmente adoptada en España. Disfruto encontrando las historias que se esconden detrás de la gastronomía, sobre todo de Iberoamérica.
Edy Costero, CEO & business.
Nacido en Madrid, he dedicado buena parte de mi vida a la empresa familiar y a recorrer el mundo buscando los sabores más genuinos. Platunique es mi proyecto más personal.