Las últimas tendencias, en cuanto a vajillas, dejan por sentado que no existen normas estrictas. Las grandes marcas se interesan por crear modas, a veces tendenciosas, atribuyendo a estos utensilios un gran porciento de protagonismo a la hora de presentar una mesa convenientemente servida. 

Colores neutros como el blanco y formas geométricas sobrias continúan marcando la pauta en la restauración. La vajilla es el soporte donde el chef elabora su arte, la que realza el valor de la comida que se va a degustar. Y el vino también se disfruta mejor servido en la copa adecuada.

Algunas de las fábricas de vajillas más conocidas en el mundo tienen siglos de tradición y cuentan con altos niveles de tecnología que les permite investigar y utilizar nuevos materiales, en aras de lograr productos con un diseño cada vez más atractivo y utilitario, pero que a su vez sean menos costosos, más resistentes y livianos. 

Los fabricantes actualmente se han enfocado en desarrollar una cristalería con excepcional dureza a los choques, pero a la vez muy estilizada, y que permita percibir mejor los aromas y sabores sutiles. La superficie del producto final debe ser perfectamente lisa y, por tanto, sin ningún punto de ruptura, con brillo extremo y permanente tras múltiples lavados. Las copas deben poseer una transparencia absoluta, lo cual permite una apreciación visual del espectro cromático de cada bebida.

Los cubiertos continúan con mucha fuerza las líneas clásicas, en especial las de tamaño europeo, con innovadoras formas y estilos. Están hechas en acero inoxidable 18/10, que ofrece mucha más durabilidad y son resistentes a la corrosión.

Estamos en la era de la libertad culinaria donde se entrecruzan las diferentes culturas y los formatos de consumo de la gastronomía son cada vez más diversos. De ahora en adelante, sería más conveniente hablar a veces de soportes más que de “vajilla”.

Un ejemplo de las nuevas tendencias en la vajilla gastronómica es la labor de Arc International, cuya gama de productos está formada por líneas de diferentes materiales high-tech como el Opal® multi-resistente, vidrio templado o tensionado extra-resistente, porcelana extra-resistente y la vajilla de Zenix®, nuevo material con propiedades excepcionales.

Estos permiten obtener productos muy fuertes ante golpes y desportilladuras, con una superficie reforzada y perfectamente lisa, no porosa, que conserven su aspecto original lavado tras lavado. Asimismo, al ser materiales moldeables,  permitan adoptar diseños sorprendentes e inteligentes que se adapten a todos los usos profesionales. 

La calidad, dureza y alta tecnología de los componentes usados para la fabricación de estos productos disminuyen cada vez más las roturas y la necesidad de reposición, reduciéndose sensiblemente las emisiones de CO2 por concepto de transporte. También se apuesta porque sean ciento por ciento reciclables, con  porosidad nula, lo cual garantiza  total protección contra la contaminación por agentes patógenos.

Al igual que la vajilla, la cristalería y la cubertería distinguen una mesa de otra. Tanto así, que los más prestigiosos chefs han sacado al mercado sus propias colecciones que les ayudan a la hora de presentar sus platos, desde una cuchara que dibuja formas distintas, hasta accesorios mucho más sencillos. Sin embargo, en materia de tendencias se mantienen las formas clásicas, a diferencia de los materiales, que son cada vez más resistentes.

Entre las materias primas empleadas para la elaboración de la cristalería de hoy se distingue el vidrio templado o tensionado extra-resistente, que es cinco veces más fuerte y económico. Además se hace recurrente el vidrio no tensionado, el plástico S.A.N, el policarbonato y el vidrio Kwarx®, material innovador que permite lograr copas y vasos al nivel de las grandes marcas.

La gama de productos en cuanto a vajilla y cristalería es tan amplia, que el gastronómico debe tratar de conocerla lo mejor posible, en aras de explotar al máximo sus potencialidades funcionales y estéticas. 

Aún así, tampoco se puede olvidar que cada día aparecen nuevos receptáculos de comidas y bebidas, que deben cumplir su función primordial: servir alimentos y líquidos de la manera más confortable y estimulante para el comensal, pero también más eficiente y sostenible para el servicio. 

No hay nada peor que un recipiente inadecuado, excesivo o insuficiente, que dé al traste con el disfrute del comensal y todo el trabajo previo de preparación culinaria de chefs, sommelieres, barmans o maîtres. 

No nos olvidemos que, aunque el auténtico protagonista debe ser el alimento o la bebida, si los servimos en el soporte adecuado, realmente se completa y equilibra el acto placentero del buen comer y beber.