Don José Navarro un intrépido amante del ron
De joven solo soñaba con ser pelotero. Devoraba decenas de libros para desentrañar los “secretos” del béisbol, y sus dedos se desfiguraron de tanto jugar sin guantes y con pelota dura. Pero lo que no imaginaba en aquel entonces Don José Navarro es que la vida le depararía un destino que nada tenía que ver con anotar carreras, dar un home run, o convertirse en una gloria deportiva.
El camino para ser lo que es hoy, Primer Maestro Ronero de Cuba, debe mucho a su talento innato, su curiosidad insaciable, y hasta a una pizca de azar. Así lo hizo sentir en un diálogo con Excelencias, en el cual nos acercamos un poco más a la vida de ese humilde enamorado del Ron Ligero cubano.
– ¿Cómo llegó exactamente
al mundo del ron?
– Mis sueños de deportista se esfumaron con el tiempo. El brazo se me cayó, la miopía iba en aumento, estaba flaco… evidentemente pelotero no podía ser. Luego me iba a dedicar a la Medicina, pero cuando fui no había matrícula. Elegí entonces la Ingeniería Química, “temporalmente”. Pero esta me cautivó y renuncié a la idea de ser médico.
“Luego se me dio la misión de rescatar y modernizar la producción de ron genuino cubano, casi al principio de la Revolución, en los años 60 del siglo pasado, cambiando mi destino de profesor universitario e ingeniero químico, que aspiraba a desgarrar el cobre de las minas de Moa.
“Entré a ese mundo a una edad en la que lógicamente pensé que podía hacerlo todo. Tenía la idea de dominar el ron, esclavizarlo, doblegarlo, buscarle explicación a cada una de las cosas, queriendo modernizar un proceso antiquísimo que para mí tenía más de mística que de verdadera ciencia. Formamos un equipo y analizamos cada una de las operaciones, queriendo desentrañar el misterio. Empecé a hacer preguntas. `¿Y por qué esto se hace así?´. Y los viejos me respondían: `porque es así muchacho´.
“Poco a poco me di cuenta de que estaba equivocado intentando dominar al ron, y que esos viejos tenían razón cuando me decían que eso hay que hacerlo así porque sí. Porque cuando se ama, se hace sin condición. El intrépido terminó siendo esclavo del ron. Me enamoró, me encadenó. Tras más de 50 años de trabajo, a lo único que aspiro es a morir algún día sin serle infiel al ron que tanto amo”.
El ron cubano -recuerda el Maestro- es único e irrepetible, pues es hijo de una tierra, un clima y, sobre todo, de un saber centenario. Su aroma limpio y complejo, y su sabor que varía entre el dulce y lo seco, lo fuerte y lo ligero, se logra a partir de la conservación de los más antiguos caldos (aguardientes y rones bases) de esta bebida; así como del arte, y el talento al combinarlos, en un meticuloso proceso de mezclas y añejamientos en barricas de roble blanco.
“El Maestro Ronero tiene que ser un gran mezclador en las salas de fabricación. No hay ron cubano que no nazca auténticamente de la mezcla. Es un llamado de nuestra cultura mestiza. Para otros, el mezclar es contaminar. Para nosotros, es el origen de la excelencia.
“Además, el ron cubano tiene Patria. No se puede hacer fuera de Cuba. Debe su sabor al aguardiente de origen, que hay que madurar hasta que resulte suave y agradable. Por ejemplo, Bacardí es mucho más grande que nosotros, pero se hace en México, Puerto Rico… no tiene Patria. El nuestro sí. Y eso hay que saberlo defender”.
– Usted ha dicho que hacer un ron es todo un proceso de creación, como pintar, componer, escribir…
– Cuando yo me siento a idear un ron pienso, ante todo, en qué se quiere transmitir con él. No en cifras, sino en sentimientos, sensaciones. Porque cada uno de ellos tiene una inspiración, una personalidad propia.
“Por solo poner un ejemplo, para el Ron 45 Aniversario, en conmemoración del asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, se buscó una base que fuera muy suave, bien añejada pero muy delicada, como queriendo recordar el temperamento de Abel Santamaría. Pero también que tuviese una base fuerte, como el temple de Raúl, y otra que fuera la que más predominase y permaneciera en copa, en el sabor, la más madura de las bases, evocando el carácter de Fidel.
“El 480 de Santiago de Cuba resume lo que es esta ciudad: fuerte, rebelde… Tiene 480 mililitros de agua ardiente por cada litro de ron, pero el sabor resultante se destaca por su suavidad, redondez, además de un proporcionado aroma.
“El Siglo y Medio es una unión de los maestros roneros de Santiago de Cuba, para rememorar el 150 aniversario del nacimiento del Ron Ligero, cuya cuna es precisamente esa provincia. No se hicieron grandes cantidades. Tiene lo mejor de los rones que están en las bodegas santiagueras.
“No puedo dejar de mencionar al Selección de Maestros, único ron en la historia de Cuba que se ha hecho con el concurso de todos los Maestros Roneros del país, sin interesar marcas. Nos reunimos y seleccionamos las bases más adecuadas. Tiene 45 grados de alcohol, es muy fuerte, pero con menos golpe alcohólico que cualquier ron.
“Si me preguntaran un ron que fuese nuestro escudo y bandera, sería este sin dudas. Porque representa la comunión por un objetivo, cultura y deseo común de defender y hacer mejor al ron cubano”.
– ¿Es cierto que el Máximo tiene bases con cien años de añejamiento?
– Los Maestros Roneros que nos antecedieron tuvieron una genialidad. Yo estoy convencido de que no sabían exactamente qué estaban haciendo, científicamente hablando. Pero sí estaban conscientes de que lograban un resultado superior. Y lo hacían con mucho cuidado, amor…
“Analizamos esa manera de mezclar, echar hacia atrás, dejarlo ahí, volver a mezclar… y siempre guardar una parte para el mañana. De manera tal que lo que yo tomara de atrás contuviese parte de lo que se había hecho antes, y este de antes de lo que se hizo antes… Cada Maestro Ronero deja añejar sus creaciones de forma que las futuras generaciones las puedan usar para mezclar rones y conseguir un añejamiento incluso mejor.
“La reserva que contiene los rones elaborados por los Maestros Roneros por un siglo es para nosotros casi un experiencia religiosa. Acudimos al sitio con respeto. Lo degustamos para que no se nos olvide jamás el ron cubano de siempre y, sobre todo, para agradecer y jurar fidelidad a nuestra bebida.
“De momento surgió la idea de comercializarlo. Para mí fue un insulto. Mi primera respuesta fue: `¡No, la cultura y la historia no se venden!´. Luego me explicaron que no se trataba de comercializar la historia ni la cultura, sino solo tomar un poquito para reafirmar en el mundo que no hay ron como el cubano. Aprobé entonces que fuesen 1 000 botellas al año. Pero con una condición, que tenía que ser tratado con mucha dignidad, porque es la memoria viva de nuestra bebida identitaria.
“Mandaron a hacer una botella soplada a mano por un inglés, muy linda. Me da la impresión de que es una gota, como algo bien protegido. El primer estuche, de madera preciosa, para mí era como un sagrario. Y así salió el Máximo, irrepetible.
“¿Dónde usted consigue algo que perpetúe para siempre su memoria? Mire a ver si recuerda alguna obra en la humanidad donde todos los artistas históricos hayan aportado una partecita. En el Máximo se hace el milagro”.
–¿Le parecería un sacrilegio tomarlo con mezclas?
–Para mí antes era un sacrilegio. Pero al final es para consumir, que la gente lo tome como quiera. Yo, por ejemplo, bebo Selección de Maestros con el vaso lleno de hielo, como si fuese whisky.
– Y cuando le dicen que un ron de ese añejamiento se parece a un brandy…
– Me acuerdo de uno de los diez mandamientos de Dios: “no codiciar bienes ajenos”. El ron es ron y el brandy es brandy. Cada uno con sus encantos.
“El ron santiaguero utiliza barriles viejos, que la mayoría de productores en el mundo desechan, porque son inservibles, dan poco color… Pero ellos tienen como un colchón por dentro que es semicelulosa y que se va convirtiendo en azúcares. Esto le va dando al líquido un dulzor que a veces recuerda a la ciruela pasa. En esa línea es que la gente suele comparar el ron con el brandy. Porque en Cuba la línea más dulce es la de Santiago. Le sigue una semiseca que es la de Villa Clara, y luego una seca que es la de La Habana. Son tres perfiles sensoriales diferentes”.
– Santiaguero de pura cepa, ¿cómo describe al ron de Santiago de Cuba?
– Suave y agradable al paladar, de aroma indestructible, de elevada fragilidad en la boca, experimentándose una cascada de sabores cual un viaje exótico por la campiña cubana. Suave y agradable al paladar, fuerte y ardiente en la garganta, como la tierra que lo parió, y para que todos recuerden la fuerza del santiaguero en la defensa de su historia y su cultura.
– Usted dijo una vez que puede morir mañana, y que la producción de ron está asegurada hasta 2015 y más.
– ¿Qué va a consumir mañana el mercado mundial, ron blanco u oscuro? Cambia todos los años. Antes estaba 60 por ciento de blanco y 40 de oscuro. Ahora es al revés. Teniendo en cuenta las fluctuaciones del mercado, yo estoy trabajando en el 2026. A veces tengo que preguntar en qué año estamos porque, tras cuatro días trabajando en el dos mil vente y pico, se me llega a olvidar que estoy en el 2014. Pensarán que es mentira.
“Pero no tengas la menor duda. La continuidad histórica y cultural está asegurada con los muchachos que vienen atrás. Hay madera”.