El Merengue. ALGO MAS QUE MUSICA
Muchos le conocen a través de Juan Luis Guerra y la 440, o mediante lo que los puristas llaman “fusilamiento”; pero el sabroso, auténtico, inigualable merengue dominicano, es realmente mucho más y data de fechas bien remotas.
Los inicios se pierden en las lejanas épocas: llegan a República Dominicana miembros de la tribu Bara procedentes de Madagascar con un baile así llamado: merengue, el cual se disemina desde Curaçao por todo el Caribe. Después, integrantes de tribus hoy conocidas como Dahomey le otorgan posibles orígenes africanos. Otros situan su nacimiento en el fragor de las luchas de independencia frente a Haití. Lo cierto es que sean cual sean sus orígenes, el merengue siempre ha sido un registro fiel de los acontecimientos históricos. De 1822 a 1844 el merengue se fija, extiende y crece en Quisqueya; la primera cita que se tiene del ritmo es la de un baile de salón. De 1844 a 1918 se entroniza lo que llaman el merengue folklórico. Juan Bautista Alfonseca escribe los primeros:” Ay Coco”, “Los pastelitos”, “El morrocoy”, “El juramento”, “El sancocho” o “ La Juana Quilina”, de entre los cuales sólo del último se conserva una versión de la música. El merengue es, entonces, una fuerza viva. En 1855 se desata la gran campaña para desterrarlo de los salones, pero resulta en vano: ya la gente lo ha hecho suyo. Don Pancho García escribe en 1918 los primeros merengues propiamente dichos, a los que se llama danza. Ese mismo año Juan Espinola registra en grabaciones las primeras muestras del género y en 1927, Julio Alberto Hernandez publica en Blanco y Negro el primer merengue. En 1939 llega la gran hora del merengue dominicano: en el Radio City, de Nueva York, Rafael Petitón Guzmán dirige el merengue ”Caminito de tu casa”, de Julio Alberto Hernández; en 1944, se incluye el género en la colección primera de música folklórica dominicana. Desde 1946 el merengue sufre modificaciones; se le unen células de pasodoble, wogie wogie, rumba y samba. Del 1948 al 1952, Julio Gutierrez introduce el uso de la tumbadora y le agrega ritmos exóticos; surgen entonces el bolemerengue y el jalemerengue; en 1955, una intérprete popular, Casandra Damirón, lo deforma estilizándolo para complacer a los turistas, y en 1974, la sociedad convite emprende una reelaboración que lo aleja de los ancestros. Al parecer las mixturas no se detienen, pues uno de los más respetables músicos dominicanos, Johnny Ventura, le adiciona también ritmos de moda (twist, rock) para, acercarlo a una juventud que lo desconoce. Después otro grande, Wilfrido Vargas, sigue la mezcla pero más en sintonía con otros ritmos latinos-caribeños. Actualmente, el merengue constituye, más que un ritmo todo un complejo, con variantes como apimbachao, jaleo, pripri, merenguete, bole-merengue, “aire Juangomero...” Es un ritmo libre, cada uno lo baila como quiere siempre que lo haga bien, a ritmo normal o rápido. Los instrumentos más típicos del merengue dominicano son el acordeón, la güira y la tambora. El Perico Ripiao es la mínima expresión musical y está formada por tres personas que interpretan toda la música local sirviéndose de estos tres instrumentos. La aparición dentro del panorama musical quisqueyano de Juan Luis Guerra y su agrupación 440 devuelve al ritmo nacional, el acordeón, la güira y la tambora, aunque sin desechar acentos de jazz, rock y salsa, que al parecer habían llegado para quedarse.