Efectivamente la vida está llena de contrastes. En marzo tenemos el mundo de Carnaval, llenando las calles de colorido y bailes. Y en abril, la Semana Santa lleva a muchos rincones del planeta el recogimiento, la devoción y, en muchos casos, el sacrificio. El Caribe es otra muestra más de estas diferencias, que conviven en armonía o ignorancia. Encontramos lujo, pobreza, peligrosidad, inocencia, belleza, decepciones y tenemos que aceptar que eso es la vida, el bien y el mal, lo bonito y lo feo, juntos. Para nosotros el Caribe nunca fue el mito perfecto en el que todo es azul, siempre hace sol, y las parejas perfectas pasean por las blancas playas. El Caribe es como cada pequeña cosa del planeta, con sus dos caras. Es así que hay países que nos emocionan y otros que nos dejan indiferentes. De esta manera, tratamos de mostrarlo, siempre en profundidad, con todos sus matices y con los contrastes que los hacen estar vivos. En este número 21 os presentamos la explosión de los Carnavales, la paz del campo cubano con la belleza indescriptible de sus paisajes, el testimonio histórico construido a través de los siglos de Campeche y una pequeña parte más comercial en las ferias más importantes del mundo. Todo unido forma eso que tanto nos atrae, lo diferente, el mundo desconocido y lejano que aunque cuando es cercano pierde su magia, tenemos el tiempo maravilloso de soñar con su perfección y perseguirla hasta llegar. Sigamos persiguiendo el Caribe y su mito, y si alguna vez uno de esos mitos se nos cae pues alcancemos el siguiente, el mundo es casi infinito.