Centroamérica combina diversos escenarios, donde se aprecia una flora y fauna maravillosas, impresionantes ruinas mayas y pueblos auctóctonos en su ambiente natural.

Al principio no había nada. En el silencio de las tinieblas solo vivían los dioses Tepeu, Gucumats y Huracán. Ellos hicieron surgir la luz, que el mar se retirara dejando aparecer las tierras, que crecieran los árboles y las flores.

Los dioses pensaron que los árboles no debían quedar sin guardianes ni servidores. Entonces ubicaron sobre las ramas y junto a los troncos toda suerte de animales y les dieron órdenes de qué hacer. Sin embargo, no les agradó su silencio, porque es sinónimo de desolación y de muerte, y entonces les dieron la voz. Pero ninguno habló. Solo gritos salieron de sus gargantas y sus hocicos.

Es así que las deidades formaron el cuerpo del primer hombre con lodo, pero estos seres no tenían sentimientos, por lo que decidieron destruirlos. Entonces los dioses se reunieron una vez más a fin de crear un nuevo ser hecho de carne y hueso, y dotado de inteligencia.

Esta vez se sirvieron del maíz; modelaron su cuerpo con esta pasta blanca y amarilla y les introdujeron pedazos de madera para que fueran más rígidos. Estos seres se llamaban Balam Quitzé, Balam Acab, Ma Hucutah e Iqui Balam. A fin de que no estuviesen solos, los dioses crearon las mujeres. Así, pronto los hombres se desarrollaron y formaron las tribus del Quiché, condenadas a vivir en la tierra creada por los dioses y a servirles.

Y aunque hoy la antigua leyenda maya de la creación del mundo nos parezca una fábula, es difícil no creer que fueran dioses quienes modelaron esa mágica porción de tierra que une a las dos Américas, un espléndido escenario natural, donde el viajero hallará montañas, volcanes, ríos y lagos, hermosas playas y una flora y fauna de impresionante belleza, asiento de pueblos y culturas que merecen ser conocidos.

Colorido mosaico Centroamérica, habitada desde sus orígenes por los antiguos y misteriosos mayas y otras tribus aborígenes, ha sido poblada hasta nuestros días por un verdadero mosaico humano, desde los aborígenes, hasta europeos, africanos y asiáticos. Y también, como consecuencia, sus ciudades y pueblos son un colorido rompecabezas de estilos constructivos, donde junto a impresionantes monumentos de la antigua civilización maya se pueden apreciar las bien conservadas ciudades de su pasado colonial, así como modernos y prósperos conglomerados urbanos.

Desde el sur de México, pasando por Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica o Panamá, el viajero se encuentra con un cautivante entorno donde se siguen dos calendarios, el oficial de 365 días y el ceremonial de 260, se pasa de una selva tropical a un semidesierto, se siente una temperatura sofocante de casi 40 0C o un frío intenso de 6 u 8 0C, se puede bañar en una playa del Pacífico, del Atlántico, pero también en un lago perdido a más de 400 metros bajo el nivel del mar; o puede observar especies animales que solo se ven en libros, o tropezarse al borde una moderna autopista con carros de último modelo, a un campesino cultivando su milpa de maíz como lo hicieran los mayas.

En Guatemala, por ejemplo, es imposible no absorber el mundo maya, pues en este territorio de casi 500 000 km2, los mayas crearon una de las más grandes civilizaciones antiguas hace más de 2 000 años. Importantes vestigios arqueológicos y un gran número de comunidades indígenas esperan a los habitantes que se internen en su zona selvática, que junto a una gran cantidad de ecosistemas, volcanes, ríos, grutas y bosques, también tienen sitios arqueológicos; pintorescas ciudades construidas por los españoles en el período colonial, o maravillosos destinos como Livingston, Puerto Barrios y Río Dulce.

Belice, colonizada por españoles e ingleses, y que también formó parte del reino maya de lo cual dan fe sus sitios arqueológicos, encanta además por sus excelentes playas y en especial su arrecife de coral, el segundo más extenso del mundo, que se extiende casi ininterrumpidamente a lo largo de la costa y a una distancia entre 19 y 40 kilómetros, con excepcionales condiciones para el submarinismo, la navegación, el buceo y la natación. Belice cuenta con los sitios arqueológicos de Actun Tunichil Muknal, Altun Ah, Cueva de Barton Creek y Cahal Pech.

Honduras, en cambio, con una pródiga naturaleza y una varia da riqueza arqueológica, muestra con orgullo su litoral caribeño; a Tegucigalpa, la capital, con sus románticos rincones coloniales; o a ciudades como San Pedro Sula, La Ceiba y Tela, que tienen como atractivos su parque, playas, ríos, montañas y abundante fauna, unidos al valioso patrimonio étnico de los pueblos garífunas.

El Salvador, que mira hacia el océano Pacífico, a sus espléndidas playas le contrapone pequeños lagos de origen volcánico dispersos por todo el territorio, como Ilopango, Coatepeque, Olomeca y Güija, al borde de los cuales crece lo más rico de la flora y fauna, atesorada en parques nacionales como Monte Cristo, El Imposible, Cerro Verde y Nancuchiname, o desperdigadas ruinas mayas, rica herencia cultural donde se ha preservado el folklore, que combina elementos indígenas, españoles e ingleses.

A Nicaragua, su vecina, se le considera un destino perfecto y original, que vincula la Costa Atlántica, ideal para los amantes de la naturaleza, con espacios vírgenes que abarcan más de 450 km de hermosos parajes montañosos, impresionantes volcanes, grandes lagos y lagunas, majestuosos ríos, exuberantes bosques y extensas playas bañadas por el sol, con el notable Parque Nacional Volcán Masaya, formado por bosques y páramos de lava provenientes de antiguas erupciones de los volcanes Masaya y Nindiri.

Otros sitios de interés en Nicaragua resultan el Lago Managua, la isla de Solentiname con su pintoresca comunidad de artistas; los llamados pueblos blancos: Matagalpa, Jinotepe, Diriamba… y las playas de Poneloya.

Por su parte, Costa Rica, santuario natural que en los últimos años se ha convertido en el destino ideal para el ecoturismo, resulta sitio preferido por aquellos vacacionistas que buscan el reencuentro con la naturaleza y a la vez un refugio para escapar de los agobios de la vida moderna. Entre sus principales atractivos se encuentra el Volcán Arenal, con sus emisiones de lava incandescente que constituye un espectáculo inolvidable; excelentes playas y parques nacionales en Guanacaste y Poás, a las afueras de San José; pero si desea encontrar los destinos caribeños que cautivan al visitante, no dude en viajar a la ciudad de Limón. Costa Rica posee un espacio geográfico en perfecto estado de conservación con un inventario de riquezas naturales envidiable.

Dejamos para concluir estas pinceladas centroamericanas a la entrañable República de Panamá, conocida mundialmente por su Canal Interoceánico y por la Zona de Libre Comercio de Colón, y que promueve hoy con éxito su gran potencial turístico, económico y financiero.

Tierra de abundantes riquezas naturales, de variada flora y fauna, con gente hospitalaria y alegre, donde resaltan sus grupos indígenas, aguas perfectas para bucear y una de las mejores del mundo para la pesca, la sitúan como un lugar privilegiado del ecoturismo en América. Su moderna capital, la Ciudad de Panamá, ofrece al visitante múltiples atractivos culturales, de ocio, comerciales y de negocios, lo que da a la urbe un inconfundible ambiente cosmopolita y mundano, pero a la vez refleja, quizás como ninguna, ese mágico mundo centroamericano mezcla de naturaleza y civilización, de tradición y modernidad.