Cartagena de Indias
Imagine una sutil mezcla de ciudad andaluza y extremeña. Se acercará más a esta deliciosa ciudad de oro, plata y coral, de balcones corridos y ventanas enrejadas, de portones de piedra y puertas ilustres, de interiores abiertos, de pieles tostadas, de ojos negros y azul de mar, de bucaneros y piratas codiciosos, de esclavos y buscadores de fortuna, de mercaderes y buscavidas, de señores y lacayos, de religión, a las puertas mismas del misterio...
El casco antiguo de Cartagena de Indias está rodeado por 15 kilómetros de murallas perfectamente conservadas. Es una ciudad para andarla, para recorrer paso a paso cada una de sus calles, que rezuman sabor colonial por todos lados. Caminar por las calles de la Ciudad Vieja es incluso la razón principal de visitar Cartagena. Para contemplar una puesta de sol sobre el mar Caribe me subo a la parte de las murallas que dan sobre él y me recuesto en uno de los antiguos cañones. La frescura de la brisa y los cálidos colores me abstraen totalmente. Miro alrededor y veo que cada cañón hasta donde abarca mi vista ha sido tomado por una pareja de novios. Bien sentados o bien apoyados sobre él, los jóvenes cruzan sus miradas y caricias amorosas más tiernas, siempre con muchísima suavidad y respeto, nada de grandes o aparentes efusiones. Quién iba a decir de esas moles de hierro negro que, siglos después de disparar sobre las naves de los terroríficos piratas del Caribe, servirían de apoyo para que, sobre ellos, se dispararan las flechas del amor. Cartagena de Indias fue fundada por Don Pedro de Heredia en 1533, la ciudad pronto se convirtió en una de las principales plazas fuertes del imperio español en América, de donde zarpaban buena parte de los galeones que transportaban el oro hacia Europa. Por ello empezó a ser el blanco predilecto de numerosos piratas ingleses y franceses. Cinco grandes asedios sufrió la ciudad por parte de los corsarios durante el siglo XVI, entre los que destacan los que organizaron Francis Drake y John Hawkins. Fue por tal razón que bajo el reinado de Felipe II la corona decidió hacer de Cartagena un puerto inexpugnable. La empresa habría de durar dos siglos, debido a las frecuentes destrucciones sufridas por marejadas y temporales, además de ataques piratas. Utilizando mano de obra de esclavos africanos, se construyeron murallas y fortificaciones monumentales. Así cuando en 1741 Inglaterra despachó 186 navíos y 24.000 hombres al asalto de Cartagena, la empresa invasora se estrelló contra sus murallas y fracasó totalmente. Al ingresar en el recinto se encuentra la Plaza de los Coches, con las bellísimas arcadas del Portal de los Dulces: veinte arcos de piedra y cal con veintidós puestos de venta de dulces. Hay unas treinta variedades de dulces: panderos, panderitos, pulpas de tamarindo, cocadas de coco o de piña, bocadillos de plátano y guayaba, conservas de leche, panela y hasta de ñame. Caminando a la izquierda se llega a la Plaza de la Aduana, donde está el antiguo edificio que hoy es sede de la Alcaldía. Y así, a lo largo de toda la muralla, casi se puede recorrer el perímetro dela Ciudad Vieja, pasando por 16 de sus fortines que se conservan en buen estado y otras curiosidades como el propio monumento a la india Catalina o el más curioso monumento a los Zapatos Viejos. El castillo de San Felipe de Barajas es una monumental edificación construida entre los años 1536 y 1798, considerada la obra más importante de la ingeniería militar española en América. Consta de una serie de extensos e intrincados túneles y galerías, junto a unas defensas que lo convertían en inexpugnable. Su nombre se origina en el monarca reinante de la época, Felipe II, y en el título condal de Barajas que llevaba el padre del gobernador Zapata de Mendoza, principal impulsor de la obra. Delante del castillo se ha levantado el monumento a Don Blas de Lezo, un marino español que había participado en 21 batallas navales, en las que perdió sucesivamente la pierna derecha, el ojo izquierdo y la mano izquierda. El caso es que Don Blas mandaba las tropas que, muy inferiores en número, hubieron de enfrentarse a la armada inglesa mandada por Sir Edward Vernon, que en 1741 atacó Cartagena sin conseguir vencerla. Aquella flota constaba de 186 naves con 21.600 hombres, más 2.000 norteamericanos. Por eso hay un dicho en Cartagena que dice: "Un medio hombre le ganó la partida a un hombre entero".
La Ciudad Vieja Lo bueno de esta ciudad colonial es que forma un conjunto, por tanto tan atractiva resulta una gran casona aristocrática como una serie de humildes casitas multicolores. Aunque podíamos destacar que el centro neurálgico de la ciudad lo ocupa la Plaza de Bolívar. A un costado de laplaza se encuentra el Palacio del Santo Oficio de la Inquisición, que fue establecido en Cartagena en el año 1610, y duró dos siglos, extendiéndose su jurisdicción por casi todo el Caribe. Durante su funcionamiento, castigó en Cartagena a 767 personas. El edificio es de 1770 y hoy alberga un Museo Histórico donde se exhiben instrumentos de tortura, armas, pinturas y muebles de la época colonial. Enfrente está el Museo del Oro Sinú, la cultura precolombina que habitaba la zona en época de la conquista. También allí está la Catedral, que tiene el aspecto externo de una fortaleza. Se comenzó a edificar en 1575, aunque diversos avatares hicieron que no se terminara hasta comienzos del XX. Sobresale el altar central del siglo XVII. Interesantes son la iglesia y el monasterio de San Pedro Claver, construidos por los jesuitas a principios del siglo XVIII. Se trata de un enorme templo, en cuyo altar mayor reposan los restos del santo que dedicó su vida a mitigar los sufrimientos de los esclavos negros. Cartagena de noche Cuando el sol comienza a desaparecer lentamente en el horizonte marino, el recinto amurallado se llena de luces. Es el momento de vivir otra fascinante experiencia: el recorrido por las estrechas y cautivantes callejuelas coloniales, atiborradas de balcones multicolores y bellamente iluminadas. A pie o en coche tirado por caballos, se puede disfrutar de la tranquilidad que reina en la Ciudad Vieja durante la noche. Las calles del Candilejo, de la Factoría, de las Damas, de la Inquisición, de los Santos de Piedra, del Estanco del Tabaco, nombres que evocan historias, leyendas o acontecimientos del pasado. Para culminar la jornada nada como la "chiva". Se trata de un autobús abierto, con servicio de bar permanente y una banda de música atrás, que hace que hasta los más tímidos quieran rumbear. A la hora acordada, pasan recogiendo al personal por los hoteles correspondientes y ya todo es ritmo.
Islas del Rosario Desde el puerto de Cartagena parten lanchas hacia el archipiélago de las Islas del Rosario, un conjunto de 30 islotes coralinos, declarado Parque Natural, donde practicar el submarinismo, disfrutar de la tranquilidad como un Robinson o contemplar las evoluciones de tiburones, rayas, tortugas marinas, delfines y otras especies marinas en un espectacular parque acuático ubicado alrededor de la isla de San Martín de Pajarales. Hay alojamiento en cabañas en la Isla del Pirata, propiedad de la empresa de Roberto Lemaitre. No deje de realizar una excursión de un día pues el archipiélago es de una hermosura notable.