República Dominicana. Punta Cana
En el extremo este de República Dominicana, las playas de Punta Cana se han convertido en un paraíso al sol, alejado de la "civilización". Los visitantes viven aquí días de mar, en contacto con la naturaleza y mucha calma, mientras varias instituciones convierten este rincón del país en un experimento ecológico.
Una palmera chata, que parece no poder competir con los altos y espigados cocotales que bordean la playa, ha dado nombre a esta costa de República Dominicana, situada en el extremo este de la isla La Española, frente por frente a Puerto Rico. La palmera "cana" es pequeña, pero sus enormes hojas han resultado ser las mejores a lo largo del tiempo para construir los techos de palma que rematan todas las edificaciones, desde las tradicionales cabañas de pescadores hasta los más modernos hoteles. De este modo terminó por imponerse a las demás y se bautizó con su nombre a este litoral localizado a escasos kilómetros del Cabo del Engaño. El arrecife de coral que se extiende en paralelo a esta costa a lo largo de cinco kilómetros –algunos aseguran que es el mayor del país- da réplica desde el mar a las hileras de palmeras de coco que bordean el límite costero durante varios kilómetros. La ciudad más próxima es Higüey pero, por lo general, a Punta Cana se llega directamente desde un ajetreadísimo aeropuerto de aire tropical, que cuenta también con los reconocibles techos de palma cana y muy pocas paredes. Por contra, esta comarca de la parte oriental de la isla presenta un aspecto mucho menos frondoso y exuberante que otras regiones de República Dominicana. Una vegetación de bosque bajo y, en muchas zonas, de manglar, domina en el paisaje que te recibe desde la llegada al aeropuerto.
La vida tranquila La vida transcurre aquí plácidamente, en jornadas que comienzan muy temprano y suelen terminar también bastante pronto. Punta Cana cuenta con complejos hoteleros que han apostado por evitar la masificación y por los hoteles de escasa densidad de huéspedes. Aquí el tiempo se dedica a la práctica de todo tipo de deportes, en su mayoría de carácter acuático como el buceo, con recorridos que suelen partir de la misma playa hasta el arrecife de coral. El snorkeling, el esquí acuático, el windsurf, o incluso la pesca de altura son otras opciones. Pero también se puede practicar otro tipo de deportes que cambian el mar por la tierra firme, entre ellos la equitación, o el golf. República Dominicana es todo un paraíso para los golfistas, y en las playas del este se encuentra un campo de alta calidad, como es el de Bávaro, donde se disputan tanto torneos nacionales como internacionales. Tierra taína Hace siglos la vida debía de ser también muy tranquila en esta parte de "Quisqueya", el nombre que le dieron a la isla sus primitivos habitantes, los indios taínos, antes del Descubrimiento. En toda la zona este, Higüey ha sido tradicionalmente el centro de población más importante. De hecho se cree que fue fundada por el conquistador de Jamaica, Juan de Esquivel, en el año 1494, y se sabe que aquí vivió Ponce de León, de 1502 a 1508. En la actualidad, Higüey es una ciudad próspera, aunque a los ojos occidentales resulte llamativo su desorden, su tráfico enloquecido o el urbanismo, que choca con lo que los occidentales consideramos como una ciudad que resulta ser cabecera de comarca. Lo cierto es que esta ciudad es poco o casi nada visitada por los que llegan hasta la zona de Punta Cana, buscando el sol, la tranquilidad y las playas. Sin embargo, es una buena referencia, sobre todo para el viajero aventurero, que llega por cuenta propia porque aquí puede encontrar todo aquello que necesite. Capital de la provincia de Altagracia, su día grande es el 21 de enero cuando miles de personas acuden al Santuario de Altagracia, en pleno centro de la ciudad, a venerar la imagen de esta Virgen que se conserva en una pintura al óleo del siglo XVI. A la Virgen de Altagracia, que es un nombre muy común entre las mujeres de la zona, se le atribuyen muchos milagros y la devoción que se siente por ella en todo el país es enorme. El resto del año, las visitas se dirigen directamente a las playas que comenzaron a explotarse para el turismo en los años ochenta. La primera línea de playa, que algunos conocen como la Costa del Coco, es un arenal que se comunica directamente con las playas de Bávaro y el pueblo de Juanillo. Pocas playas en República Dominicana, y se podría decir que en todo el Caribe, responden tan fielmente a la imagen de playa paradisíaca de arena fina y blanca, bordeada por aguas turquesas de distintos tonos y delimitada por filas de altísimas palmeras de coco y canas, esa playa que nos venden en los anuncios y reclamos más turísticos, cuando nos sugieren que viajemos al paraíso. Con el atractivo añadido de una barrera de coral que recorre toda la costa, Punta Cana puede ser el lugar de República Dominicana donde se encuentren las playas más famosas de la isla. Desde Macao a Punta Cana, incluyendo Bávaro, existen más de quince grandes complejos turísticos con más de 10.000 habitaciones. En conjunto, toda la región playera del este representa casi 50 kilómetros de playa ininterrumpida, sumando las playas de Bávaro, Arena Gorda, Cortecito, Cabeza de Toro, Punta Cana y Macao. Hacia ellas llegan viajeros de todos los confines del mundo, y en el Aeropuerto Internacional de Punta Cana aterrizan semanalmente más de setenta vuelos charter regulares. La Marina Punta Cana es el centro neurálgico para las actividades náuticas, donde el visitante puede encontrar todo tipo de facilidades para su recreo. Se trata de un punto habilitado las veinticuatro horas, que puede servir hasta cuarenta y tres lanchas y veleros a la vez, y ofrece servicios muy completos, incluyendo televisión por cable. También atracan grandes barcos para pescar el "blue marlin" y participar en los torneos de pesca de altura. Naturaleza y Tranquilidad Pero no sólo el mar está reservado a los que eligen esta zona de República Dominicana como destino. Entre Bayahibe y Boca de Yuma, incluyendo la isla adyacente de Saona, se encuentra el Parque Nacional del Este, un amplio bosque protegido, donde perviven importantes especies de la fauna marina, entre las que se encuentran el delfín y el manatí, además de los ecosistemas de manglares. La isla de Saona de tan sólo 130 Kms2, está habitada por unas 1.200 personas, que se alimentan esencialmente de la pesca y la caza de palomas y cerdos. Son lugares de una naturaleza maravillosa. Y después de todo esto, resta disfrutar del descanso y la paz de un paraje paradisíaco en el que las puestas de sol todavía invitan a soñar.