En ocasión de celebrarse el quinto centenario del encuentro entre las culturas del viejo y el nuevo mundo, se puso en el horizonte de todos los cubanos el real sentido de aquel hecho histórico.
Para nuestro país, además de los debates históricos sobre el lugar exacto donde se produjo el desembarco, significaba colocar el papel de lo iberoamericano en una posición teórica, jurídica y política de nuevo tipo, superar las concepciones de refuerzo de una visión colonial que desvirtuaba el real significado de la empresa de conquista impulsada por las principales fuerzas dominantes del siglo xv europeo.
Desde las propias celebraciones del quinto centenario se promovió una visión que remarcaba el papel de las potencias conquistadoras en los avances
alcanzados por los pueblos y naciones latinoamericanas, omitiendo las barbaries cometidas en nombre de un proceso civilizatorio que hizo desaparecer más del setenta por ciento de nuestra población aborigen.
También se enfrentó ya en pleno siglo xx a las propuestas que se trataron de imponer a través de los organismos multilaterales para una celebración edulcorada que desconocía los enfoques americanistas y de profunda raíz indígena. Afortunadamente estas últimas propuestas han encontrado un suelo fértil en varios proyectos políticos del nuevo milenio que tienen una vocación liberadora y de reconocimiento a nuestras culturas ancestrales.
La coincidencia del surgimiento de las cumbres iberoamericanas con las
celebraciones del quinto centenario permitió colocar en un plano de pleno reconocimiento el diverso sentido para los pueblos de Nuestra América, la responsabilidad histórica de las antiguas metrópolis y el deber moral. La Fiesta de la Cultura Iberoamericana nace de ese empeño mayor, defiende nuestra identidad desde la capacidad de diálogo y de reflexión de nuestra intelectualidad, nuestros artistas y promotores culturales.
Veinticinco años de aquellos debates sobre el sentido de la historia y las oportunidades de proyección del futuro hacen a la Fiesta de la Cultura Iberoamericana un vehículo de inestimable valor. Varias generaciones de artistas de toda la región Iberoamericana legitimaron esa posibilidad. Cada año son más de doscientos delegados de alrededor de veinte países. Holguín, en las actuales proyecciones de desarrollo de la región turística, tiene en la Fiesta de la Cultura Iberoamericana una oportunidad de cumplir sus reconocidas potencialidades naturales, patrimoniales y abrirse al turismo de evento.
Debatir sobre nuestras esencias y el papel que juegan nuestros pueblos en las actuales relaciones políticas, defender nuestra identidad, proyectar el sentido de lo iberoamericano cada vez más alejado de las sumisiones pasadas, siguen y seguirán siendo el sentido fundamental del espacio de reflexión que cada año se proyecta desde la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.