Gao Shiqiang Faint (China)Still de video
Adrián Villar Rojas (Argentina)Algo va a pasar sobre mi cuerpo muerto, 2009 / Intervención escultórica en espacio exterior Dimensiones variables / Something will be running over my dead body / variable sizes
Duvier del Dago (Cuba)De la serie Error Humano Levedad, 2009 / Video instalación / Dimensiones variablesOutdoors sculpture intervention / Variable sizes
José Manuel Noceda en su oficina del Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam” / in his office at the “Wifredo Lam” Center for Contemporary Arts

Entrevista al curador general. José Manuel Noceda.

Del 22 de octubre al 4 de diciembre de este año acontecerá la X Bienal Internacional de Cuenca, evento que por primera vez invita como Curador General a un especialista de otro país. Además del valor añadido que aporta en tales escenarios la jerarquía intelectual del invitado, dicha práctica, cada vez más frecuente, implica el alto compromiso de éste con el diseño y la tradición del certamen, así como su rápida inclusión y la conquista profesional de espacios que –desde lo físico-urbano hasta lo espiritual y lo social (en escala totalizadora)–, pueden resultarle ajenos. Desde que fuera designado Curador General de la Bienal de Cuenca, mediados del año 2008, José Manuel Noceda (Cuba, 1959) comenzó a trabajar en ese proyecto, incluso simultaneando su trabajo con la curaduría de la X Bienal de La Habana. Para atender los imponderables del nombramiento –que, dicho con sus propias palabras: “constituye un desafío personal, más allá del respaldo de un equipo”– dispone de sus reconocidos estudios de arte contemporáneo del Caribe, Centroamérica y tres países andinos (Perú, Bolivia y Ecuador); estimable experiencia adquirida como jurado, curador de muestras y colaborador en salones y bienales de Lima, Madrid, Santo Domingo, Colombia, Managua, Tegucigalpa, Guayaquil, Cuenca (IX Bienal), Costa Rica, y una competencia probada dentro del prestigioso equipo de curadores de la Bienal de La Habana, en el Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam”, donde ejerce desde 1984. Ante la proximidad de la Bienal de Cuenca, entregamos en estas páginas la visión panorámica y valorativa de José Manuel Noceda, uno de sus principales protagonistas. Sus juicios excluyen el recurrente tópico triunfalista; por el contrario tienen, entre otras, la virtud de descubrir esencias que emanan de la propia personalidad del entrevistado: la precisión, la mesura, la objetividad.

Han transcurrido veintidós años desde la celebración de la primera Bienal de Cuenca. Al trazar un rápido bosquejo histórico de este encuentro internacional, ¿cómo aprecias su evolución? La Bienal de Cuenca surge gracias a la iniciativa de un pequeño grupo de cuencanos interesados en las manifestaciones del arte y la cultura, quienes después de ingentes esfuerzos logran que la iniciativa se institucionalice en 1985 como evento del Municipio de Cuenca. Es más o menos contemporánea con la Bienal de La Habana, pues aparece en el firmamento de los eventos internacionales en abril de 1987 como el evento más significativo de las artes visuales en la ciudad sede y en el Ecuador. Desde su fundación fue dedicada por entero a la pintura, enfocada a las indagaciones estéticas de ese perfil dentro de la visualidad del hemisferio occidental. Es una de las pocas bienales que aún confiere premios. Las primeras ediciones fueron fieles al perfil eminentemente pictórico y contaron con altos exponentes de esa disciplina en América Latina: Julio Le Parc (Argentina), Carlos Colombino (Paraguay); Enrique Tábara (Ecuador), Ignacio Iturria (Uruguay), Myrna Báez y Arnaldo Roche (Puerto Rico), entre muchos otros. En 1999, durante la VI Bienal, aparecen algunas señales de cambio al incluirse el arte digital dentro de las propuestas seleccionadas. Sin embargo, la edición siguiente será la promotora del vuelco radical dentro de la orientación del evento, con la apertura hacia otras disciplinas, soportes y manifestaciones, y la entrada al ruedo de las instalaciones, el arte objeto, el video, etcétera, en sintonía con las grandes transformaciones acontecidas en las morfologías artísticas. Ésa es la orientación predominante hasta hoy. De hecho, desde 1999 la pintura comienza a perder protagonismo en las premiaciones, las cuales se desplazan hacia el terreno de la fotografía, el video, los environments, las proyecciones en espacios urbanos de gran significación. Cuenca pudo enriquecer su perfil fundacional adscribiéndose a las estrategias de renovación del campo pictórico, lo que hoy se conoce como pintura expandida o pintura híbrida; así habría sido totalmente consecuente con sus orígenes y a la vez contemporánea, pero optó por la variante antes descrita, lo cual también es válido.

¿Cuál es tu tesis como Curador General, y en qué medida ésta engarza o rompe con la línea conceptual histórica de la Bienal? Intento insertarme en un proceso y no desconocer la historia y evolución de la Bienal. Eso para mí es muy importante. Ya en el 2007 colaboré en la Novena Bienal y había publicado un artículo de fondo sobre ella en Art Nexus, mientras ahora funjo como Curador General de la Décima Bienal, lo cual ha sido posible gracias a un convenio de colaboración suscrito ese año entre la Bienal de La Habana y la Bienal de Cuenca. Es decir, cuando asumo ese rol contaba con una aproximación previa. Como estamos ante una edición redonda del evento, la propuesta teórica que sostengo, al margen de que resulta una tesis totalmente independiente, resume en alguna medida aspectos abordados en experiencias anteriores. Por otra parte, a la hora de desarrollar la convocatoria “Intersecciones entre la memoria, la realidad y los nuevos tiempos” he tenido muy en cuenta las expectativas de los organizadores, de modo que concilio sus intereses con mis presupuestos curatoriales. Intersecciones es un término clave para indicar registros plurales de asociaciones temáticas y simbólicas. Un enunciado lo suficientemente amplio como para generar múltiples reflexiones y cuestionamientos desde el arte. En primera instancia, presupone establecer interconexiones que partan de un marco histórico referencial específico, el de un país dolarizado y global, inmerso en la profunda crisis que vive el mundo de hoy; por tanto requiere una bienal que problematice e incentive los espacios de reflexividad social, política y cultural. A partir de ahí articula sentidos entre la ciudad anfitriona, su tegumento identitario y otros contextos, entre la memoria y zonas de la realidad; es decir, valoriza las categorías espacio-temporales, con un papel tan activo para la memoria que va interesando todo el discurso curatorial. Recuerdo que el teórico francés Nicolás Bourriaud validaba el trabajo sobre los acervos y los “estratos” y conceptuaba el “time specific” a la par del site specific. Si bien esta tesis curatorial actúa como epicentro de todo el concepto, intento a su vez no quedar apresado en la rotundez del tópico general por antonomasia, sino apoyarme en cuatro subtemas supeditados a él que exhiben cierta autonomía discursiva. Estos cuatro subtemas ponderan una mayor dialogicidad con la región del Azuay en la cual está enclavada Cuenca, de modo tal que el papel de la Bienal no se reduzca al de simple importador temporal de obras, o al de mediador entre éstas y los públicos, sino que emerja de las profundidades de la ciudad que la acoge y convoca, que conviva o se nutra de ella, y derive en punto de partida para establecer vasos comunicantes y trasvases de sentido con el mundo, y hacia las producciones y procesos artísticos contemporáneos. El primer subtema: “Las poéticas del agua” –que bien podrían titularse las problemáticas del agua– enfatizará aspectos fundacionales naturales. Cuenca florece en la topografía de los Andes determinada por el agua, la cual ha sido capital para las culturas andinas y sus herederos, cuyos desarrollos dependieron del dominio alcanzado sobre el uso y conservación del vital líquido, símbolo además de territorio y de soberanía. “Las poéticas del agua” deviene, entonces, un referente local pero también medioambiental planetario, sobre los usos y abusos de los recursos naturales. Creo que fue un visionario como Leonardo da Vinci quien homologó el agua con la sangre de la naturaleza. Le sigue: “Con las glorias no se olvidan las memorias” que se refiere a formas de instrumentar el pasado, a las construcciones basadas en el uso operativo de las memorias colectivas. Cuenca es un reservorio de memoria, se levanta sobre un asentamiento pre-incaico perteneciente a la cultura cañari, con una evolución posterior de base colonial. Actúa a contrapelo del refrán popular “con las glorias se olvidan las memorias”, para connotar lo contrario, así como explorar campos de mayor hondura en la revisión de los procesos históricos y culturales. Después: “Los laberintos de la realidad”, que se dirige hacia las prácticas artísticas interesadas en la realidad cotidiana y sus rizomas; en repensar el presente y las realidades múltiples que habitamos en medio de un universo internacional y local complejo. El cuarto subtema es “Los imaginarios sobre Cuenca”. Aquí se trata de potenciar miradas activas sobre esta ciudad (cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en 1999), su historia y actualidad, a partir de propuestas para espacios públicos y urbanos, obras procesuales, de interacción con los públicos, o con lecturas resultantes de esa interacción. “Intersecciones entre la memoria, la realidad y los nuevos tiempos”, en el fondo, también puede interpretarse como un guiño a la historia de la Bienal y a su devenir; a la necesidad de recapitular sobre lo acontecido en ella hasta el presente de cara al futuro del evento y a las proyecciones de la práctica artística. Todavía su espíritu de apertura suscita polémicas, pues unas pocas personas abogan por el retorno a sus orígenes. Ese llamado de atención sugiere indagar en las posibles contradicciones que aún se localizan en su interior, y en los mecanismos para superarlas. Si bien Cuenca es una bienal abierta a las nuevas disciplinas, conserva mecanismos institucionales en sus bases y normativas anclados en la concepción pictórica fundacional. Te pongo un ejemplo: la Novena Bienal estipulaba dos premios para la pintura y el restante para las demás disciplinas. El jurado hizo caso omiso de estas bases y premió una instalación-maqueta, una proyección de sombras en el muro del Convento de Las Conceptas y un environment.

En medio de la profunda crisis que vive hoy la región y el mundo, ¿cuáles han sido las respuestas a esta convocatoria? Y, ¿qué criterios han prevalecido en la selección de los invitados y países seleccionados? En sentido general han sido respuestas de compenetración y solidaridad con la convocatoria, desde las instituciones involucradas en Cuenca en la organización de la Bienal (el Sr. Alcalde, el Municipio, el directorio de la Bienal) o en la toma de decisiones, hasta las instancias especializadas. El sistema de trabajo descansa en la curaduría general que diseña las pautas temáticas y conceptuales de la cita y realiza la selección de los artistas a invitar. Pero se auxilia del valioso e imprescindible aporte de las curadurías nacionales. Cuenca tiene convenios de colaboración con entidades y curadores en los diferentes países que intervienen en la Bienal. Estas curadurías trabajan a partir de la convocatoria y pueden proponer hasta seis artistas y proyectos, de los cuales se seleccionan hasta dos por país y, en contadas excepciones, tres. En el caso del país sede deben hacer veinte propuestas para seleccionar diez (en esta oportunidad se está invitando a once artistas ecuatorianos). Entre ellas están, por ejemplo, la Fundación Bienal de São Paulo, el Goethe Institut (Alemania), la Fundación Brownstone (Francia), la Bienal de La Habana, el Museo del Barrio (Nueva York), el Museo de Arte de Lima y los curadores Alfons Hug (Alemania), quien ha sido director de la Bienal de São Paulo y de la Bienal del Mercosur; Adriana Almada (Argentina-Paraguay), quien trabaja con Ticio Escobar en la Primera Trienal de Chile; Orlando Britto (España), Victoria Verlichak (Argentina); Adrienne Samos (Panamá), de amplia influencia en la escena visual de su país y del istmo centroamericano, María Luz Cárdenas, Venezuela. Por el Ecuador se definió una terna curatorial integrada por los prestigiosos conocedores del medio: Jorge Dávila, Ana Rodríguez y Carlos Rojas. Muchas de esas curadurías nacionales son sinónimo de buen trabajo y garantizan una excelente nómina de invitados (nómina concurso) en la que sobresalen algunas figuras con muy buena circulación internacional o reconocimiento en sus países y regiones: Frank Thiel, Alemania; Laura Vinci y Rochelle Costi, Brasil; Eduardo Ponjuán, Cuba; Gao Shiqiang, China; Laurent Grasso, Francia; Alex Burke, Martinica; Humberto Vélez, Panamá; Francisco Mariotti, Perú; Jorge Francisco Soto, Uruguay, Alexander Nikolaev, Uzbekistán; Magdalena Fernández y Luis Molina Pantin, Venezuela; Ana Fernández, Saidel Brito o María Rosa Jijón, Ecuador. Junto a ellos intervienen artistas emergentes como Adrián Villar (Argentina), Sila Chanto (Costa Rica), Duvier del Dago (Cuba), Beatriz Lecuona y Óscar Hernández (España), Oscar Acuña (Nicaragua), Francisco Barsallo (Panamá), Carlos Ruiz Valarino y Marxs Rosado (Puerto Rico), Raquel Paiewonsky (República Dominicana), o Geovanny Verdezoto, Carolina Alvarado y los colectivos Tranvía Cero, El Bloque y La Vanguardia, por Ecuador.

¿Qué criterios han prevalecido en la selección de los invitados y países seleccionados? Como expresé con anterioridad, la selección de invitados no depende del criterio exclusivo del curador general, sino que trabajé sobre los presupuestos conceptuales y estéticos de un heterogéneo grupo de curadores nacionales. Aún así, los pilares fundamentales para la selección fueron la concordancia con el tema de convocatoria y el nivel y la fundamentación de los proyectos presentados.

¿Cuáles serán las novedades de las muestras, partiendo de la diversidad de las prácticas del arte contemporáneo, y de sus vínculos cada vez más intensos con la tecnología y la búsqueda de nuevos lenguajes? Esta edición continúa el camino de apertura abierto en ediciones anteriores. No creo que renueve significativamente nada. De hecho trabajo sobre categorías tradicionales como pueden ser las poéticas, la memoria o los imaginarios, pero confiriéndoles sentido en su interacción con los contextos. En todo caso, refuerza y legitima ese espíritu de apertura y de contemporaneidad. No observo un protagonismo sustancial del factor tecnológico. Considero que la nómina de artistas y proyectos seleccionados exhibe equilibrio, balance. Son en total 61 invitados de 30 países. El público encontrará pintura-pintura expandida; dibujo-dibujo instalado; escultura-objeto; escultura tipo art vivant; fotografía; instalación-instalación fotográfica, instalación documental; apropiaciones de expresiones tradicionales como el textil o los tejidos utilizados para configurar obras muy contemporáneas; obras de base gráfica; video-video proyecciones y videoinstalaciones; performances y acciones; obras site specific, arte contextual. En suma, una propuesta diversificada. Quizás, como posible novedad, podamos considerar una mayor interacción de la Bienal con los escenarios urbanos, y ello no implica que esté enfocada hacia ese entorno o que sea un evento sobre lo urbano. Pero la Bienal puede repercutir significativamente en la calle y entre los cuencanos. Numerosos proyectos funcionarán en espacios no convencionales, en bares, en parroquias populares, en las orillas de los ríos, en la calle y repercutirán sobre los constructos sociales y culturales de Cuenca, más que sobre sus espacios físicos y constructivos. Te menciono la intervención en un bar, una pasarela con modelos y atuendos que desplazan el glamour hacia protagonistas de la cotidianidad; una procesión y concurso de belleza con llamas, alpacas y vicuñas, animales de significación para las culturas andinas; intervención de ómnibus, performances con esculturas blandas portables, un taller de jardinería y ecología urbana, la producción y venta de espumillas, un dulce tradicional en Cuenca… Todo ello en función de expandir el radio de acción de la Bienal, y de potenciar escenarios y locaciones nunca antes contemplados, como la localidad de Baños, en la periferia de la ciudad, o el aeropuerto de Cuenca, por ejemplo. Completan el diseño expositivo algunos proyectos paralelos: un Pabellón de África con pintura, instalaciones videos y performances, algo totalmente nuevo en Cuenca; la colectiva Playlist. Grandes éxitos del arte contemporáneo del Ecuador, curada por Rodolfo Kronfle para la galería Procesos y muestras personales de Raquel Rabinovich (Argentina-USA), Lee Man Soo (Corea del Sur) y Luis Morales (Nicaragua), entre otras. Otro elemento a destacar es que la bienal de Cuenca deja de ser hemisférica, con la incorporación inédita a la muestra concurso de artistas de Europa, Asia y África.

¿Cuáles son los ejes temáticos del evento teórico, y qué estudiosos disertarán en éste? En esencia son los mismos que estipula el concepto de la Bienal. Pero intervendrán críticos y curadores con ponencias sobre cuestiones inherentes al paisaje y al medio ambiente, incluida la ecología urbana y humana; las escenas locales, sus dinámicas y proyecciones; el papel de los museos de arte contemporáneo; los modos actuales en la deconstrucción de la memoria histórica; la memoria y sus relaciones con la construcción contemporánea de la noción de patrimonio: desde la antropología, la arqueología y la etnografía (en el caso de Cuenca es especial en este momento por el debate iniciado en torno a la revalorización del patrimonio arquitectónico urbano); las alternativas a la institución o sobre los estudios de las exposiciones. Entre los ponentes figuran Kevin Power, Julia P. Herzberg, Adriana Almada, Rodolfo Kronfle, Orlando Britto, Lupe Álvarez, Ángel Emilio Hidalgo, Leonor Amarante, Eduardo Pérez. Habrá una jornada con conferencias sobre el arte y la cultura del África y sus diásporas, con la presencia de relevantes intelectuales de ese origen: Simon Njami, Fernando Alvim, Sindica Dokolo, Simao Souindula, Doudou Diene, Antonio Monteiros Nunes.

Contando con el ejemplo que comentaste acerca de la premiación en la No- vena Bienal, ¿cómo está previsto ahora el trabajo del jurado, y quiénes lo integrarán? Se conformó un jurado internacional con reconocidos expertos, quienes trabajarán sobre la selección hecha por la curaduría general y enjuiciarán con absoluta autonomía el total de las obras en exposición. Lo integran Kevin Power (Inglaterra-España), Julia P. Herzberg (Estados Unidos), Leonor Amarante (Brasil), Cristóbal Zapata (Ecuador) y María del Carmen Carrión, también del Ecuador. Ellos instrumentarán la metodología que estimen pertinente para seleccionar los premios y las menciones. Tanto los artistas como las disciplinas concursan en equidad, en igualdad de condiciones, pues a diferencia de la cita anterior, los galardones no llevan “apellidos” tendenciosos.

Además del privilegio profesional que representa una experiencia como ésta, supongo que la práctica demanda también algo menos grato como dialogar o colegiar los –no siempre afines–, intereses curatoriales de instituciones privadas y organismos estatales que intervienen en la preparación… En una etapa tan próxima (principios de septiembre), ¿cómo has sentido que se manifiesta esa circunstancia? Tienes mucha razón. En el Centro de Arte Contemporáneo “Wifredo Lam” y en la Bienal de La Habana, donde el accionar es colectivo, uno cuenta siempre con el respaldo y las opiniones de los demás curadores, y se desenvuelve en su propio país. Una historia diferente es insertarse en otro medio, llevar sobre sus hombros las riendas del proceso curatorial en condiciones y con reglas de juego que pueden diferir de lo que uno conoce. Es una tarea bien compleja. Uno debe ubicarse con respeto en ese espacio, compenetrarse con él. Pero no he sentido tensiones. Al margen de las diferencias siempre lógicas en el enfoque de algunos aspectos, la Bienal de Cuenca ha sido muy respetuosa con mis criterios y me ha permitido trabajar con absoluta independencia. Creo que hemos integrado un buen equipo de trabajo, nos complementamos, me considero uno más entre ellos. Liderado por su presidente el Licenciado René Cardoso Segarra, este evento cuenta con un pequeñísimo equipo que no sobrepasa las diez o doce personas, en capacidad de organizarlo todo. Quiero señalar que Cuenca ha dado un paso importante y acaba de convertirse meses atrás en Fundación Municipal Bienal de Cuenca, lo cual le confiere un fundamento y un mayor “anclaje” institucional, y la ubica en mejores condiciones para enfrentar, a mediano y largo plazo, estrategias investigativas y de promoción en beneficio de las artes plásticas en Ecuador y para su proyección internacional. Por otro lado, los curadores nacionales han sido muy receptivos a mis sugerencias. Conozco a la gran mayoría de los curadores; desde el comienzo me propuse sortear el peligro de caer en una interacción fría y a distancia, y establecer una comunicación sistemática con todos estos colegas. Pienso que hasta ahora lo he logrado.

A partir de tu condición de investigador, y dentro de una posible cosmología del arte contemporáneo en las Américas y el Caribe y también en el ámbito internacional, ¿qué categoría concederías al Ecuador y, en particular a Cuenca? Una cosa es la escena visual contemporánea del Ecuador, muy activa y reanimada en los últimos lustros, que intenta recuperar el espacio perdido dentro del contexto del arte en América Latina, con voces importantes que la estudian y documentan como Lenin Oña, Rodolfo Kronfle, Carlos Dávila, Cristóbal Zapata, Lupe Álvarez, Ana Rodríguez, Trinidad Pérez. Otra, la Bienal de Cuenca, evento consolidado, con 22 años de vida, al que sitúo entre los cinco establecidos en el subcontinente.

Dentro del panorama artístico del país, ¿cómo repercute el desarrollo de la Bienal en la ciudad de Cuenca, que no es la ciudad capital? Es todo un acontecimiento. Resulta curioso porque, por lo regular, las bienales se generan en las capitales o en polos urbanos de alta significación económica para un país. Se dice que detrás de ellas subyacen intereses extrartísticos para conferirle mayor visibilidad internacional a un país y a una ciudad. La lógica indica que la Bienal debió aparecer en Quito, o en el emporio económico de Guayaquil. Pero no fue así, y Cuenca tomó la delantera, quizás ese hecho responda también a una tradición en el campo del saber, por su justo apelativo de Atenas del Ecuador. En ella no sólo florece esta Bienal; existen bienales de poesía, festivales de teatro, en síntesis, una activa vida cultural. Durante mi experiencia en la Novena Bienal pude constatar la extraordinaria acogida que suscita, sobre todo en un público nacional muy diverso, así como la efectividad de programas de divulgación instrumentados por los organizadores en función de atraer a los posibles espectadores.

¿Cuál es tu posición ante el cuestionamiento de la utilidad y el sentido del concepto Bienal? Éste es un tema muy polémico en la actualidad. Efectivamente, creo que el modelo debe ser reformulado. Estamos arrastrando con el modelo bienal desde finales del siglo xix, con la Bienal de Venecia: después aparecieron sus continuadoras, las bienales atravesaron por períodos de crisis. Aquí mismo, en América Latina, hubo un boom de bienales y después muchas de ellas desaparecieron de un golpe; sólo sobrevivieron São Paulo, la hoy Trienal Poligráfica de San Juan (Puerto Rico), Cuenca, La Habana. Pero a pesar de la obsolescencia anunciada del modelo, asistimos a un renacer de estos espacios diseminados por la cartografía cultural planetaria: Estambul, Turquía; Sevilla y Valencia, en España; Sydney, Australia; Kwangju, en Corea del Sur. En la Europa del Este aparecen las bienales de Moscú y de Praga. En África, junto a la ya tradicional Bienal de Dakar, encontramos la Bienal de Fotografía de Bamako, Mali y la Trienal de Luanda, Angola. En Suramérica emergen la Bienal del Mercosur, la Bienal de Ushuaia –conocida también como Bienal del Fin del Mundo–, la Bienal Internacional de Curitiba-Vento Sul, Bra- sil y la Trienal de Chile. Tal vez la crisis no radique sólo en el modelo y debamos evaluar las prácticas curatoriales establecidas, la reiteración de un reducido grupo de artistas que uno encuentra en casi todos los catálogos. Comparto el criterio de Fumio Nanjo, de que uno debe pensar no sólo en los especialistas, sino en el público al cual se dirigen las bienales, en acercarlos al difícil acontecer de las prácticas del arte contemporáneo, y generar saberes desde él. Mientras no surja una alternativa que supere el modelo actual, la iniciativa goza de un gran reconocimiento.

¿Te sientes satisfecho con las decisiones que has tomado como Curador General, sabiendo que una buena parte del saldo –positivo o negativo– del certamen recaerá de forma inevitable sobre tu nombre? Aunque suena a lugar común, te miento si digo que me siento satisfecho. Aún falta un trecho por recorrer. Además, siempre habrá cosas susceptibles de ser mejor imaginadas y concebidas. He puesto mi mejor empeño y la experiencia que pueda haber adquirido en las Bienales de La Habana en función de la cita cuencana. Pero estoy muy entusiasmado con lo que pueda arrojar el resultado final. Sobre todo, pienso en las posibles ganancias que la edición pueda dejar para el funcionamiento de la institución, en la ciudad y en el público que la visite.