Gala de Estrellas del Ballet de San Petersburgo. Tributo de lujo a La Habana
Provenientes de distintas compañías de ballet de Rusia llegaron a La Habana una decena de algunos de sus más destacadas estrellas de la danza académica de ese país, una potencia indiscutible en esta manifestación artística. Su objetivo era ofrecerle, como regalo a la capital cubana por las celebraciones de su medio milenio de fundación, una función de gala de ballet con lo más representativo del repertorio tradicional, así como otras novedades en las vertientes coréuticas de lo neoclásico y lo contemporáneo.
Fuimos testigos, esa única noche, en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, de una memorable gala de lujo, donde lo único reprochable, justificable por su elevado costo, fue la ausencia de su magnífica orquesta en vivo, mas el soporte sonoro era de alta fidelidad. Los decorados fueron remplazados por eficaces back projections que nos situaban en contexto sin la ocurrencia de posibles baches: la duración en dos partes con pausa no consumió las dos horas.
El espectáculo, desde su apertura, auguraba su ulterior esplendor con la interpretación de una joya coreográfica debida al genio de Mijail Fokine, La muerte del cisne, un solo siempre gratificante y de ejecución riesgosa, esta vez brindado por Oksana Skórik, con una demostración de una ajustada concepción del postrer momento de esta hermosa pero potente ave, con las ligadas amplias ondulaciones de sus port de bras y poderosas puntas en los pas de bourée en sus musicales desplazamientos.
Le siguió una radiante pareja formada por Irina Perrén y Marat Shemiúnov, en la ejecución del infaltable célebre dueto acrobático de Asaf Messerer (miembro de una poderosa dinastía en la danza) Aguas primaverales, la cual puso en pie al auditorio por sus dificultades técnicas y el brillante atletismo de sus desafiantes cargadas, apoyadas por la espléndida música de Sergéi Rajmáninov.
La fluidez de los encadenamientos neoclásicos ejecutados en pareja durante el Adagio del concierto para contrabajo, del compositor italiano Giovanni Bottesini, por el dueto Victoria Livínova y Yuri Smekálov (también autor de la coreografía y director artístico de la gala) fueron largamente premiados por su excelente entrega.
Igualmente apreciamos a otros destacados especialistas de la escuela rusa Vagánova, por las impecables muestras de estilo y musicalidad, como Oksana Bóndareva, junto al laureado artista Igor Kolb, en el adagio del ballet Romeo y Julieta según la versión coreográfica de Leonid Lavroski, así como un fragmento en adagio del ballet para toda una noche Giselle roja, del controvertido creador Boris Eifman, el cual fue defendido con valentía y convicción por Lilia Lishchuk y Denis Klímuk.
El artista emérito de Ucrania Denis Matvienko abordó con espectacularidad e impresionante físico, dentro de una línea más contemporánea, un solo del ballet Sssss, con música de Frédérick Chopin y coreografía de Edward Klug. Matvienki impartió una ejemplar clase magistral a los alumnos de niveles avanzados de la Escuela Nacional de Ballet, muy apreciada por profesores, estudiantes e invitados.
Posteriormente, el propio Matvienko subió al escenario para ofrecernos una exquisita interpretación de un solo debido al genial inglés Frederick Ashton, con el inquietante título Danza de los espíritus benditos, originalmente concebido para el afamado bailarín Antony Dowell, con el primordial objetivo de destacar la elegancia en el baile masculino de uno de los grandes danseur noble del siglo xx.
En la segunda parte, algunas de las parejas mencionadas retornaron abordando otros estilos y personajes. Así fue el caso con Lishchuk y Klímuk proponiéndonos una elegante y apasionada escena del ballet Anna Karénina, de Eifman, así como Bóndareva y Kolb en una brillante y sensual entrega del conocido título orientalista de Fokine Shehérezade, según uno de los cuentos de Las mil y una noches sobre la espléndida partitura de Rimski-Kórsakov. Por su parte, el dueto Perrén y Shemiúnov se llevó esta vez las palmas con un adagio del ballet Espartaco con coreografía de Gueorgui Kovtun y el soporte musical de Aram Jachaturian. A continuación, hicieron entrada Litvínova y Smekálov, con el dueto La despedida, una breve y conmovedora pieza contemporánea debida al propio bailarín.
Como colofón, la pareja Skórik-Matvienko triunfalmente desplegó todo su magisterio en el pas de deux del tercer acto del ballet Don Quijote, en la versión de Alexander Gorski, sazonado con el consabido virtuosismo climático al extremo, siempre gratificado por los aficionados al ballet con ovaciones en pie. Los excesos en las españoladas gestuales quedaron perdonados.
Estos notables artistas integran en Rusia las conocidas compañías de los teatros Académico Estatal Mariinski, Bolshói, Mijailovski, Novosibirsk o el Ballet de San Petersburgo Leonid Yacobsón.
En nombre de la delegación artística de veintitrés miembros, el director general Víctor Minkov declaró a la prensa que esta era una oportunidad para fortalecer los nexos culturales y contribuir a la cooperación e intercambio entre las dos ciudades, en tanto que el destacado bailarín y coreógrafo Smékalov hizo énfasis en la fusión cultural entre ambas naciones y la necesidad de alcanzar una colaboración integral entre coreógrafos y bailarines rusos y cubanos.
Durante el intercambio con la prensa, la directora de la Escuela Nacional de Ballet (ENB), Ramona de Sáa, recordó que en 1962 bailarines y pedagogos soviéticos viajaron a la Isla y brindaron un importante apoyo en la concepción de los planes de estudio de la entonces naciente ENB, entonces dirigida por su fundador, el maestro de maestros Fernando Alonso.
Aquella ayuda, añadió De Sáa, fue de un valor incalculable. «No teníamos experiencia para la creación de una academia de tal magnitud», declaró. La actual directora consideró esta presencia del ballet ruso como histórica y aprovechó la ocasión para renovar su solicitud de apoyo por parte de profesores de Rusia para mejorar, dijo, la enseñanza en algunas materias como la danza de carácter. Es significativo el asombro expresado por Matvienko y Smekálov, ante la demostración del virtuosismo en los giros realizado por estudiantes cubanos.
A luxury tribute to Havana
From ten different ballet companies from Russia, a dozen of the most prominent stars of the academic dance of that country arrived in Havana, an unquestionable power of this artistic expression. Its objective was to offer, as a gift to the Cuban capital for the celebrations of its half-millennium of foundation, a ballet gala performance with what is most representative of the traditional repertoire, as well as other novelties in the choretic aspects of the neoclassical and contemporary.
We were witnesses, that one night, in the García Lorca hall of the Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso”, to a memorable luxury gala, where the only thing that could be reproached, justifiable due to its high cost, was the absence of its magnificent live orchestra, but the sound system was high fidelity. The sets were replaced by effective back projections that placed us in context without the occurrence of potential gaps: the duration in two parts, including the interval, did not last two hours.