Cinco maestros cocineros y un gran repostero nos introdujeron en la maravillosa cocina de Valladolid

A dos horas de Madrid se puede degustar una copa de buen vino y otras ofertas que harán las delicias de los paladares más exigentes

Cuando viajamos por las tierras vallisoletanas de Delibes comprobamos que no solamente existe el vino y el lechazo (cordero lechal). En estas tierras conviven diversos cultivos y, por supuesto, viñedos. Pero además de la consolidada fama de sus vinos, con varias denominaciones de origen, Valladolid quiere ser tierra de cervezas, espárragos y huerta.

Agricultores, maestros queseros y cerveceros trabajan cada día por hacerse un espacio en el exclusivo mercado gourmet. Son emprendedores en su mayoría universitarios, jóvenes que dejaron la gran ciudad para dedicarse a su pasión y que buscan el cambio en los sectores donde comenzaron sus antecesores: bodegas, agricultura, cocina, repostería, etc. Una apuesta, sin duda, por la excelencia y la calidad de sus productos. 

Un grupo de ellos ha creado una industria artesanal de la cerveza comparable a la tradición de Baviera. Actualmente existen en la provincia de Valladolid cinco fábricas, cada una con personalidad propia. ­Podemos encontrar cervezas de trigo, rubias, tostadas, de doble malta, entre otras. Cervezas gourmet aptas para cualquier paladar, suaves, aromáticas y, sobre todo, naturales. Destacan las de Casasola, Milana, Las Llaves de San Pedro, La Loca Juana y Lüge. 

En este recorrido por tierras vallisoletanas descubrimos también sabores y texturas con ingredientes autóctonos y de temporada de la mano de cinco maestros cocineros que nos obsequian la renovada cocina vallisoletana, a caballo entre la tradicional castellana y la de autor, sin perder de vista que el comensal debe disfrutar con todos sus sentidos. Fátima Pérez de Andrés (restaurante Fátima), Víctor Martín (Trigo), Miguel Ángel Fargallo (La Raíz), Miguel Ángel de la Cruz (La Botica) y Jesús Sanabria (Campo Grande) nos ofrecen exquisitos Guisantes con jamón y caviar de trigo, Cebolletas tiernas y zumo de piña de pino piñonero, Bacalao al ajo blanco de Portillo con pan de Valladolid y almendras, Alcachofas con rabo de ternera y patatas, hasta una decena de platos; y el repostero Julián Arranz (El Chocolatero) propone un postre cremoso de yogurt con frutos rojos y pirámides de tres chocolates. 

Como colofón de este paseo vallisoletano nos encontramos con Rubén, quien dejó su trabajo anterior y sigue ahora una tradición familiar ganadera creando una línea de quesos con leche cruda de las ovejas «felices» que pastan en las cercanías de Rueda. El joven y su mujer Asela (de origen francés) elaboran, entre otros productos, el «Granja Cantagrulla» que podemos encontrar en tiendas gourmet como las del Mercado de San Miguel de Madrid.

A veces soñamos con viajar a tierras lejanas y países exóticos en busca de aventuras y sensaciones nuevas. A dos horas de Madrid podemos realizar un crucero, visitar una bodega, un antiguo molino de harina, dormir en un convento, bañarnos en un balneario, o subir a la torre más alta de un castillo para divisar cómo el sol huye cada tarde mientras degustamos una copa de buen vino. Valladolid es «tierra de sabor», pero también de cultura y aventuras.