¿Qué no debe faltar en una Carta de Habanos? ¿Qué elementos deberán potenciarse? ¿Cuáles vitolas elegir como sellos emblemáticos de las marcas y de ellas cuáles abordar? Estas son preguntas a responder que recaban de tiempo y espacio para la meditación.
En toda Carta de Habanos deben estar presentes, como pilares, marcas globales y de especialidad. No todas, pero sí aquellas que por su estilo e intensidad obnubilan y generan la diferencia.
Como primera elección sugerimos Hoyo de Monterrey, con su estilo suave, cremoso y dulzón; con sus ligeros tonos a madera envejecida, a flores silvestres, a pulpa de frutos y tabaco fresco, todos en una armonía donde nadie se impone.
Le sigue H. Upmann, con su estilo limpio y potente. Su bocanada es profunda y su fortaleza de suave a media.
No debemos olvidar a San Cristóbal de La Habana, de estilo suave y permanente durante toda la fumada.
Sin duda otra joya lo es Trinidad, con su estilo amaderado y toques dulces que perduran en el paladar sin agredir y potencia el sabor a tabaco.
También está Romeo y Julieta, que como faro señala el centro de las marcas, con sus sabores robustos y complejos. Interesante sin duda es la inclusión en una Carta de Habanos de Vegas Robaina, con su estilo inconfundible y su bocanada amplia, de fortaleza media a fuerte.
Cabe el lugar también a una de las más grandes marcas, Montecristo, cuya ligada maravilla a todo público, con su sabor medio.
Casi para el cierre dejamos a la distinguidísima Partagás, con su estilo único e inconfundible, fuerte y potente durante toda la fumada, de intenso sabor terroso y gusto impresionante a tabaco negro.
Pero si de Carta de Habanos se trata, no quepa duda que en ella debe estar presente esa reina indiscutible y colofón de placer para los amantes del Habano que es Cohíba, con sabores intensos y marcados, que no nos abandonarán hasta mucho después del acto de fumar.