Plantas aromáticas y hortalizas
Extensas zonas de cultivos en áreas rurales constituyen, desde hace siglos, una fuente importante de producción y abastecimiento agrícola, ya sea para el consumo doméstico o el suministro a mayor escala en diferentes sectores. Sin embargo, no es la única alternativa que garantiza en nuestra mesa la variedad de frutas, viandas, legumbres y vegetales necesarios para mantener una dieta balanceada, rica en nutrientes.
A nivel global, disímiles ciudades han sido testigos de cómo la agricultura va ganando espacio en el entorno urbano, con la creación de huertos ecológicos que es posible integrar a la vida cotidiana de las familias; además de que potencian las buenas prácticas en relación con el medio ambiente y promueven la seguridad alimentaria, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
Hortalizas y plantas aromáticas, como el tomillo, la albahaca y los tomates cherry, pueden cultivarse con éxito en azoteas, terrazas, patios y hasta balcones. De esta forma se tendrían siempre a mano productos frescos y muy utilizados en la cocina, sin necesidad de adquirirlos en diferentes establecimientos y garantizando opciones para el autoconsumo. Un tiempo provechosamente invertido que se retribuye en calidad de vida y hábitos alimentarios saludables, a la vez que aporta a la biodiversidad del territorio.
Sobre todo cuando el espacio del cual se dispone es pequeño y se tienen pocos conocimientos acerca de las técnicas de cultivo o el ciclo vital de algunas especies, la creación de nuestro propio huerto puede resultar un desafío. Cualquier emprendimiento agrícola conlleva dedicación diaria, esfuerzo, trabajo continuo… Sin dudas, un huerto en casa no requiere menos voluntad, pero las recomendaciones que hemos seleccionado del libro Ecología sobre la mesa —de los autores María Arce, Eva Martínez, Marina Tarancón e Íñigo González—, pueden contribuir a lograr estos productos a menor escala y enriquecer las despensas.