Donde la magia y el encanto unen hombre y delfín
No sé si es la alegría contagiosa o la sorpresa ante los actos de acrobacia en que hombres y delfines se erigen como protagonistas de un espectáculo único, o la emoción que trae consigo nadar junto a estos singulares animales; solo puedo afirmar que el disfrute de este día inolvidable para mí vino acompañado del descubrimiento de su real esencia, la que yace arraigada en elevados sentimientos como la amistad, el amor, la comunicación entre los distintos seres que habitan el planeta. Si de algo estoy segura es de que, después de haber vivido un día en este maravilloso sitio de Varadero, difícil de describir dentro del estrecho marco de la palabra, me siento diferente, más identificada con el universo.
Muchas son las historias y anécdotas relacionadas con delfines: algunas reales; otras, estrechamente vinculadas a la fantasía o a los excesos de la imaginación; pero incluso las primeras en ocasiones se tornan increíbles para quienes se empeñan en un totalizador y a la vez absurdo encasillamiento racional que, por supuesto, no puede abrazar en toda su dimensión la riqueza de la vida. Y me viene a la mente el caso del niño cubano Elián González (víctima simbólica de las manipulaciones del exilio político), ese pequeño náufrago que pasó largas horas completamente solo, asido a una tabla en medio del océano y con la única compañía y protección de los delfines, quienes no permitían el acceso de tiburones u otros agresivos animales marinos. No pretendo considerar los fenómenos de esta naturaleza dentro del ámbito de lo paranormal; pienso que forman parte, como ya expresé, de la amplitud y riqueza del mundo en que vivimos.
El espectáculo El 31 de diciembre del 2004 se cumplieron 20 años de la existencia de un delfinario en Varadero. Desde su inicial localización en la conocida zona de “El Laguito”, en lo que es hoy el “Varadero Golf Club”, cuya única atracción era un pequeño espectáculo realizado con un delfín, hasta su ubicación actual frente a la Marina Chapelín, el lugar ha ido creciendo en varias direcciones, enriqueciendo su espectáculo, su entorno, su público, su historia, su prestigio internacional. Es éste el primer centro en Cuba que cuenta con animales nacidos en cautiverio. Hoy ya son 11 los delfines que hacen la atracción de los miles de turistas (niños y adultos) que acuden al Delfinario en busca de nuevas emociones, atraídos por el especial encanto del lugar.
El espectáculo en su conjunto tiene dos partes: el show con delfines propiamente y el nado o baño con ellos. El primero, esto es, el clásico espectáculo con habilidades acrobáticas, de inteligencia y participación, incluye entre otros ejercicios los saltos a través de aros, juego al baloncesto, golpes con el pico y la cola a pelotas colgantes, ensarte con el pico de anillas lanzadas al aire, saltos que empujan o alzan al entrenador, canto y baile, además del abrazo entre el hombre y el animal, capaz de conmover e impregnar el ambiente de un especial sentimiento de ternura. Por su parte, el nado con delfines complementa y enriquece el cosmos vivencial de participantes y espectadores; especialmente los primeros (entre los que tuve el privilegio de encontrarme ese día en que el tiempo pareció detenerse en un instante de total plenitud ) entre juegos y caricias se comunican con estos tiernos animales que no solo tienen la facultad de lanzarnos a las alturas, arrastrarnos por las aguas sujetos a sus aletas o acunarnos sobre su enorme torso, sino también la de trasladarnos a un mundo de emociones y sensaciones desconocidas.
Realmente estos espectáculos y experiencias derivadas de la participación poseen un valor incuestionable, en especial como objetos de diversión; pero la verdadera grandeza de su encanto está en algo más profundo, en esa interacción, ese grado de comunicación que se establece tanto entre delfines y entrenadores, como entre los primeros y el público que está en contacto con ellos ya sea directa o indirectamente.
El entrenamiento Juan Antonio Montes de Oca (Tony), fundador del delfinario, con 20 años de experiencia en la actividad, aclara que para el trabajo con este tipo de animales la psicología que se utiliza no ha sido inventada; es la misma que se emplea con seres humanos (especialmente niños que han sufrido algunos problemas de aprendizaje o de carácter neurológico, entre otros). El grado de inteligencia de los delfines queda evidenciado durante el período de entrenamiento, pues una vez que aprenden los ejercicios básicos y su combinación, modo y lugar en que deberán colocarse, prácticamente trabajan solos. También hay que tener en cuenta que son cazadores biológicamente y que sus reacciones varían ante cualquier gesto, movimiento de los ojos o el cuerpo, un tono de voz más alto de lo normal u otros aspectos de conducta. El cumplimiento, en principio, de dos requerimientos básicos: la paciencia y la constancia, es otro aspecto de importancia que deberá observar el entrenador. Por otra parte, el tiempo aproximado para este tipo de aprendizaje oscila entre 3 y 6 meses, en dependencia del carácter y tipo de actividades diferenciadas que se les plantee. Ahora bien, si solo se basa la recompensa en el pescado que se les lanza, entonces ¿qué pasará cuando los delfines estén satisfechos? Hay que acudir de nuevo como aspectos esenciales a esa interacción, ese grado de confianza y disciplina que son rasgos inherentes a este proceso.
Durante mi única y gran experiencia en el nado con delfines pude observar que hay reglas que no pueden pasar inadvertidas para los entrenadores; la primera es la de tratar de hacerles la vida placentera e interesante a estos animales, y como seres humanos que interactúan con ellos, también experimentar esas mismas sensaciones; me percaté de que en este proceso no se trata tan solo de tener en cuenta el estímulo relacionado con la satisfacción del apetito del animal; existe también un apetito espiritual, sensorial e intelectual recíproco, que incluye entrenadores, delfines y público en general. Tony lo explica de esta forma: “Yo le digo a los muchachos que para cientos de personas diariamente, ellos son los héroes y que los jueces de las gradas son los que otorgan el simbólico galardón del éxito y el profesionalismo”. El entrenador no es solo un actor; por encima de todo es un ser humano capaz de enseñar y de lograr esa mágica comunicación que constituye el especial encanto del espectáculo.
Un día distintoa los Demás Todo lo expuesto anteriormente es solo una muestra del encanto intrínseco que posee este maravilloso sitio de obligada visita en Varadero. La sola entrada al lugar, provoca en mí esa sensación de felicidad que me ha acompañado siempre y durante todo el tiempo en mis anteriores visitas; quizás sea por el primer encuentro con los brillantes colores que forman parte de su ambientación tropical, o por las risas infantiles que brotan de su parque de diversiones, o por ese estado de satisfacción y alegría que embarga a todos los presentes ; diría que más bien es el conjunto y la conciencia de las vivencias que me esperan en su interior, las que, sin dudas, me hacen pasar un día distinto a los demás, con ese encanto especial que lo eternizan en la mente y el corazón.