Suriname es considerado uno de los países más ricos del mundo por sus valiosas reservas de recursos naturaleas, pero mucho más sorprendente resulta la insondable riqueza ambiental, etnológica y cultural

Situada en la costa noroeste de América del Sur, Suriname, la antigua Guyana holandesa,  es el país menos poblado de Suramérica.

Paramaribo, la capital de esta pequeña nación, asiento original de pobladores arahuacos y caribes, es uno  de los destinos turísticos preferidos en el orbe para disfrutar de las fiestas de fin de año.  

Desde muy temprano en diciembre y hasta la primera semana de enero, en Paramaribo se escuchan los voladores y las noches se iluminan por doquier, hasta en las frondosas selvas que pueblan el país, con los más hermosos y variados fuegos de artificio.

Las carrozas recorren las principales calles, en cualquier plaza están los géneros musicales como el kaseko, un vocablo que se estima proviene de la expresión “casser le corp” (romper el cuerpo) utilizada en tiempos de la esclavitud para nombrar un baile muy veloz , así como la kawina, fusiones con ritmos de la región y uso de instrumentos locales y europeos, que caracterizan a esta nación multiétnica y multicultural.

En intrincados parajes, como en Asidonhopo, zona selvática del centro del país, asentamiento de los marrones descendientes de esclavos, el visitante amante de la naturaleza encontrará complejos de rústicas cabañas al pie de los ríos, transitados por típicas canoas de los habitantes de las aldeas circundantes, embarcaciones que desafían imponentes rápidos y le acercan a otros remansos de refrescantes aguas.

O en Kwamalasemuto, territorio amerindio, zona selvática también, siga el curso del río Boven Nickerie hacia arriba, y llegará a la cueva donde se conservan las huellas de  la cultura aborigen.

Aquí conviven en absoluta armonía indostaníes, criollos, cimarrones descendientes de los antiguos esclavos africanos, amerindios, indonesios, chinos y europeos.