Frank Fernández. Música sin límites
Pianista, compositor, productor, director… este protagonista de muchos de los más grandes momentos en la historia musical cubana de los últimos 50 años, entraña una dimensión que parece ir más allá de todo lo posible en materia creativa.
En el momento en que se produce nuestro diálogo, el Maestro Frank Fernández se encontraba inmerso en los preparativos de una presentación que lo tenía profundamente emocionado. Se alistaba el músico para volver al Conservatorio Tchaikovsky de Moscú –donde recibió sus estudios superiores– y reencontrarse con su profesor Víctor Merzhánov, uno de los mitos de la escuela rusa. «Es de los homenajes más grandes que he recibido, pues me piden tocar con la Sinfónica de Moscú en la gran Sala del Conservatorio, que ha sido restaurada. Este año ellos están invitando a los artistas que más consideran en el mundo, porque dicen que quedó mejor la acústica –ya estaba entre las seis mejores del planeta– y lo trascendente para mí es que a un latinoamericano, la obra que le piden es el Segundo Concierto de Rachmaninov, que es el más ruso de todos los compositores.» A esta presentación le sucederá la ejecución de otra importante empresa que marcará un hito en la historia de la discografía cubana. Se trata de la grabación, con el sello Colibrí, de los Cinco Conciertos de Beethoven junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por su titular, el Maestro Enrique Pérez Mesa. «En Cuba no se ha grabado nunca y la primera vez que se interpretó lo hice yo en dos noches consecutivas, hace 20 años. Es un reto para cualquier pianista por más maduro y bueno que sea.» Pero este es apenas el comienzo de una agenda cuyo cumplimiento, confiesa el Maestro, quizás trascienda el 2012 dada la complejidad y escala de los proyectos. Durante la plática Frank mencionó que además de los planes para un concierto junto a la flautista Niurka González en el que pretenden ejecutar las mejores partituras para dúo de la llamada música clásica, también se involucrará con Rumbatá, agrupación camagüeyana de rumba, para la producción de un ballet que creará en complicidad con la coreógrafa Tania Bergara; y, asimismo, en un proyecto sobre los elementos de la música ligada a la religión vodú, cuya presencia aún es muy fuerte en Santiago de Cuba y la región oriental de la Isla. No es casual que el músico sea demandado para propósitos tan diversos, pues ese ha sido el sello de su vida creativa durante más de 50 años, honrada, por cierto, con el Premio Nacional de la Música en 2005. Como compositor, Frank Fernández acumula más de 650 obras para distintos formatos y géneros. Entre sus trabajos más populares se cuentan las composiciones para el cine y la televisión. Al preguntarle por este tipo de creaciones el músico refiere: «Me encanta, la música por encargo demanda del talento del compositor, un doble ejercicio. Por una parte tienes que someterte a una imagen, a un guión, pero si no lo haces con la suficiente categoría y talento como para que ese sometimiento parezca natural y todo confluya y surja como una sola unidad, es un fracaso. Para hacer una buena música de cine o de cualquier medio audiovisual, yo creo que hay que tener un talento extra y eso me ayuda a desarrollarme y me gusta muchísimo.» Mucho se habla sobre los hitos que marcan su labor como intérprete y productor musical, sin embargo, menos se comenta sobre un hecho más impresionante aún y es su labor como pedagogo. Al lograr más de 27 premios internacionales con sus alumnos en tan prestigiosos eventos como el Margaret Long, el Montreaux y el Tchaikovsky, entre otros, Frank Fernández rompió el estigma de que los pianistas cubanos, sin estudios en Europa o Estados Unidos, no podían ser laureados fuera de sus propias fronteras. Por esta razón el semanario SLOVA, de Moscú, Rusia, y también en otros países, le consideran «fundador de la escuela pianística cubana contemporánea.» Este empeño como pedagogo y su labor de rescate y promoción de nuestros más encumbrados valores musicales (a él debemos, entre otros trabajos, la primera edición completa de las danzas de Ignacio Cervantes y las contradanzas de Manuel Saumell), evidencian que además de ser un artista fuera de serie, Frank Fernández es un hombre convencido de que nuestra isla es un imperio musical por descubrir. «Creo en mi país, en mi música. Cuba ha sido agraciada con la facilidad musical. Hay algunas discusiones teóricas, pero en Latinoamérica, Cuba siempre ha sido pionera y puntera en el desarrollo musical».