Probar primero hablar después
DESDE FINALES DEL SIGLO XX, LOS LIBROS DE COCINA RESALTAN EN LOS RANKINGS INTERNACIONALES COMO LOS DE MAYORES NIVELES DE COMERCIALIZACIÓN, INCLUSO AQUELLOS FIRMADOS POR LOS LLAMADOS FOODIES O COMIDISTAS, CUYOS CRITERIOS SON POTENCIALES PATRONES DE INFLUENCIA EN LOS CONSUMIDORES
El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la felicidad de la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella. Estrellas hay ya bastantes
Muy por el contrario a lo que ocurría en las antiguas civilizaciones greco-romanas, cuando la literatura dedicada a temas de cocina, al igual que de amor y sexo, fue objeto de comentarios despectivos y burlescos, el devenir de la historia universal está marcado por motivaciones constantemente in crescendo hacia lo que ocurre en fogones y mesas del mundo.
Se considera La fisiología del gusto como el primer tratado de gastronomía, con autoría de Jean-Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826), jurista que se desempeñó en importantes cargos políticos con posterioridad a la Revolución Francesa. Fue publicada en 1825, dos meses antes de su muerte. Inmortalizó sentencias como la que encabeza el presente trabajo, al igual que: «Dime lo que comes y te diré quién eres».
El también francés, abogado y periodista Alexandre Balthazar Laurent Grimod de La Reynière (1758-1838) se asume como el creador de la crítica gastronómica. Escribió el Manual del anfitrión y el Manual del gourmet o el Calendario nutritivo, que alcanzaron gran demanda popular. Sus famosos Almanaques se tienen como antecesores de las actuales guías gastronómicas. Nótese que en ninguno de los casos se trata de cocineros…
Desde finales del siglo XX, los libros de cocina –y de gastronomía, en general– resaltan en los rankings internacionales del mercado editorial como los de mayores niveles de comercialización, junto a la literatura para niños, los manuales prácticos y los diccionarios. En consonancia con tales indicadores de preferencias, se atribuye el surgimiento del término inglés foodie, en 1984, gracias a The Official Foodie Handbook, título de la autoría de Paul Levy, Ann Barr y Mat Sloan, publicado por Olympic Marketing Corp. Con posterioridad, aparecería su castellanización como comidista. Se trata de una suerte de exploradores gastronómicos modernos, cuyo interés por lo impactante que pueda provocar el comer y el beber, los motiva a una profundización –con manifiesto sentido holístico– sobre cientificidad, calidad, capacidad creativa e innovadora, diseños originales, personajes y noticias del universo de la gastronomía. Todo lo anterior lo asumen desde la posición de amateurs, particularidad que establece la diferenciación de ellos respecto a gastrónomos y gourmets, quienes resultan más selectivos en la búsqueda de experiencias.
Por su condición de inclusivo y curioso, un foodie puede sentirse atraído, igualmente, por restaurantes refinados, de alto rango, que por la comida callejera, así como por el origen de las comidas y bebidas que degusta, además de estar al tanto de las novedades y los preceptos alimentarios favorables para la salud, lo mismo que dar seguimiento a establecimientos que lo ameriten.
El movimiento Slow Food es uno de los temas favoritos para sus pesquisas y trabajos de promoción. No olvidar que son hábiles en el empleo de los medios de comunicación y las redes sociales, razón que los desdobla en importantes portadores de información e indiscutibles líderes de opinión, dando visibilidad tanto a los aciertos como a lo que asuman como negativo.
En Cuba, al igual que en la mayor parte del ámbito internacional, la restauración gastronómica trasciende de necesidad fisiológica al sentido cultural de la existencia, con un carácter cada vez más abarcador. Tales imperativos conllevaron a la realización, en 2014, de la primera edición del Diplomado en Periodismo Gastronómico, Nutricional y Enológico, empeño materializado de conjunto por la Escuela de Hotelería y Turismo de La Habana y la Facultad de Comunicación (carrera de Periodismo) de la Universidad de La Habana.
Cuenta también la Isla Grande del Caribe con ya bien encauzados propósitos de desarrollar la crítica gastronómica, de forma extra-institucional, bajo el concepto martiano de «la crítica, como ejercicio del criterio». Muestra representativa de este quehacer desarrolla el Grupo Excelencias, mediante sus diferentes modalidades de publicaciones que, con franca justeza, orientan a los que optan por salir a comer. Con similares motivaciones, ganan espacios en la atención del público los grupos Cuba Paladar y A la Mesa, integrados en su casi totalidad por jóvenes profesionales, graduados en diversas disciplinas –y no precisamente de cocina o gastronomía– cuyos trabajos destacan por la corrección del lenguaje empleado, la fluidez en la lectura y asequibilidad para ser comprendidos. Y lo mejor de todo: desde la nada comprometida posición de clientes.
Sin dudas, un periodista debe cumplir con indispensables requerimientos profesionales. Pero un foodie que logre hacerse de experiencias reales, capacitarse en disciplinas vinculadas con la gastronomía y sea capaz de manejar modelos comunicativos adecuados, su labor llega a resultar de interés social práctico. Sus criterios pueden llegar a considerarse, entonces, como potenciales patrones de influencia en los consumidores.