Seguridad turística: el desafío infinito.
Con más de 1 200 millones de turistas moviéndose en disímiles lugares de todo el mundo, la seguridad constituye una prioridad que impone responsabilidades a todos los actores de la sociedad en cada uno de los destinos
El turismo es una actividad en pleno auge. Según la edición 2017 del Panorama OMT del turismo internacional, durante los últimos 60 años, ha experimentado una continua expansión y diversificación, convirtiéndose en uno de los sectores económicos de mayor crecimiento.
Las llegadas de turistas internacionales en el mundo han pasado de 25 millones en 1950 a 1 235 millones en 2016. En los últimos tiempos han aumentado en casi 50 millones, que llegan a los diferentes destinos turísticos anualmente y, de mantenerse las tendencias actuales, podrían ser mil 800 millones para el 2030.
El sector es clave para el progreso socioeconómico, a través de la creación de empresas, puestos de trabajo –posee uno de cada 11 trabajadores–, la ejecución de infraestructuras y la generación de ingresos de exportación, siendo su fuente fundamental en muchos países en desarrollo. Representa el 7% de las exportaciones mundiales de bienes y servicios –la tercera posición, luego de productos químicos y de combustibles– y alrededor del 10% del PIB mundial.
De ahí se deriva la necesidad de garantizar la seguridad de los viajeros, una de las variables más significativas que toman en cuenta los turistas a la hora de decidir su viaje. La Organización Mundial del Turismo (OMT) lo ha reconocido en múltiples ocasiones, y lo hizo una vez más en Málaga, España, el pasado 2016, durante su 103 Consejo Ejecutivo, reunido para abordar los principales retos que enfrenta el sector.
La seguridad turística no es, ni mucho menos, un tema nuevo y sus antecedentes históricos se remontan a los del propio turismo, en la Edad Antigua (entre otros, los viajes para participar en los juegos olímpicos antiguos, en la ciudad de Olimpia, las peregrinaciones religiosas a los oráculos de Delfos y de Dódona, en la Grecia clásica, y los desplazamientos hacia la costa con fines de ocio durante el Imperio romano).
Algunos autores refieren que la seguridad de los viajeros empieza a tener una verdadera importancia a partir de la Edad Media, cuando las peregrinaciones a lugares considerados sagrados por las diferentes culturas (entre ellos La Meca y Tierra Santa) se extienden a un mayor número de creyentes. De esta forma, por ejemplo, con el objetivo de facilitar las de toda Europa por el Camino de Santiago, desde el 814 d.C., en que se descubrió la tumba del santo, se crearon mapas, mesones y diferentes servicios para los caminantes.
Tras el surgimiento del turismo como actividad del hombre, –teniendo como propósito principal el ocio, el descanso, la cultura, la salud, los negocios o las relaciones familiares, y en la medida en que cobraba auge y se iba ganando comprensión de su trascendencia para el desarrollo socioeconómico de los países–, la protección de este se fue haciendo más amplia, se incorporaron nuevas aristas y se fue abriendo paso la idea de que garantizarla debía ser una responsabilidad de los estados beneficiarios.
Ya en el Principio VII de la Declaración de La Haya Sobre Turismo, de abril de 1989, se proclama que no solo la seguridad de los turistas, sino además el respeto de su dignidad son requisitos previos al desarrollo turístico, y se considera indispensable la articulación de una verdadera política para garantizarlos, que prevea una protección especial a sus bienes, instalaciones y equipamientos, un régimen legal para salvaguardarlos, conforme a los procedimientos específicos del sistema jurídico de cada país y la difusión de información apropiada en caso de amenazas contra un destino turístico.
Asimismo, proclama la necesidad de que los estados cooperen con la OMT para elaborar un catálogo de medidas recomendadas en esta materia, que finalmente fueron adoptadas en 1991.
Estas medidas, válidas para todos los países con algún tipo de proyección turística, estipulaban que estos debían establecer una política nacional de seguridad en turismo que permitiera prevenir riesgos para la vida, la salud, los bienes y los intereses económicos de los turistas en su territorio.
Es especialmente novedosa la referencia a la protección también para los trabajadores del sector, a los turistas contra el tráfico de drogas y al medio ambiente.
Como puede apreciarse, en la actualidad se concibe la seguridad turística de una forma más integral, y en consecuencia podría definirse, siguiendo a Luis Alberto Grünewald, director ejecutivo de la fundación Turismo para todos, de Argentina, como la protección de la vida, de la salud, de la integridad física, psicológica y económica de los visitantes, prestadores de servicios y miembros de las comunidades receptoras.
Involucra diversos aspectos que garantizan al turista un desplazamiento seguro por el destino, los cuales, afirma el autor, pudieran englobarse básicamente en siete sistemas: seguridad pública, social, médica; informativa; económica; de los servicios turísticos y seguridad en eventos.
La seguridad, como elemento de valoración para decidirse por un destino turístico, es una variable completamente subjetiva, pues depende no solo de la edad y otras características personales del potencial turista, sino también de la información que tenga sobre el destino y el grado de confiabilidad que le concede.
No obstante, en modo alguno puede verse desvinculada de las condiciones objetivas existentes en el territorio del país donde se encuentra el destino turístico, que permitirían percibirlo como un espacio libre de riesgos reales o potenciales.
Así, un país como Cuba, que tiene al ser humano en el centro de su atención, con una estabilidad política, bajos índices de criminalidad y altos estándares de seguridad y tranquilidad ciudadanas, cero tolerancia a las drogas, al terrorismo y al crimen organizado; con sistemas de salud y educación desarrollados, un sistema de defensa civil reconocido internacionalmente por su efectividad, y que concede prioridad a la actividad turística, es sin lugar a dudas un destino seguro para el turismo.
Ahora bien, no puede estimarse que la seguridad turística es únicamente responsabilidad del estado al que pertenece el destino. Amenazas como las guerras, el terrorismo y el tráfico de drogas son globales, y en consecuencia deben tener un enfrentamiento global. Crisis como las provocadas por los desastres naturales y las epidemias muchas veces trascienden la capacidad para afrontarlos de los países afectados como ha ocurrido, por ejemplo, en el Caribe.
Por otra parte, en no pocas ocasiones, los países con menos recursos económicos y altamente dependientes del turismo, están en desventaja para crear un entorno de seguridad que favorezca su desarrollo, y no deben quedar solos en ese empeño.
Por último, es oportuno señalar que ningún estado, ni siquiera los que pueden considerarse más seguros para el turismo, puede sentirse ajeno a lo que hoy constituye, como lo fue en el pasado y lo será con certeza en el futuro, uno de los retos esenciales del sector.
A ello se refería en septiembre de 2016, el que fuera secretario general de la OMT, Taleb Rifai, cuando afirmó: «La seguridad es uno de los desafíos que afronta hoy nuestro mundo. Ningún país es inmune a los riesgos. Ninguno. Es una responsabilidad de todos, que debemos asumir juntos, más allá de sectores económicos o fronteras».
Destino seguro
Según ha definido la Organización Mundial del Turismo, la seguridad turística comprende una serie de elementos que se conectan para brindar, en primer lugar, una adecuada protección de la vida, la salud, la integridad física, psicológica y económica de los visitantes, prestadores de servicios y miembros de las comunidades receptoras en cada destino:
• SEGURIDAD PÚBLICA: Permite el libre movimiento del viajero por el destino, disminuye el porcentaje de situaciones de conflicto.
• SEGURIDAD SOCIAL: Facilita el flujo del turista por el destino ante problemas sociales.
• SEGURIDAD MÉDICA: Permite la asistencia médica al visitante antes de viajar o durante su desplazamiento en el destino turístico.
• SEGURIDAD INFORMATIVA: Se desarrolla un sistema de comunicación que permita la orientación y el conocimiento de la oferta del destino.
• SEGURIDAD ECONÓMICA: Permite una estructura coherente de reaseguro del viajero para prevenir riesgos económicos.
• SEGURIDAD DE LOS SERVICIOS TURISTICOS: Respalda la protección del turista durante el viaje por los distintos establecimientos de servicios turísticos y recreativos.
• SEGURIDAD EN EVENTOS: Permite la protección durante la realización o participación de un evento deportivo, musical, recreativo.
Premios Excelencias al Destino Turístico Seguro
Aruba obtuvo el premio durante la edición de Fitur 2015. Recibió el galardón el ministro de Transporte y Turismo de Aruba, el Sr. Edison Briesen. Se considera entre los mejores destinos turísticos del Caribe, y ha logrado potenciar el lujo y la aventura, siendo un lugar para el disfrute de los privilegios de una Isla. En un ambiente tranquilo y seguro se puede nadar, bucear, practicar kitesurfing, esquiar en el agua, ir en neumático, parasailing, tabla de remo y todo tipo de deportes acuáticos.
Cuba recibe el PREMIO EXCELENCIAS en la edición de FITUR 2018. «Representa un modelo turístico seguro, muestra de lo que se puede hacer cuando existe voluntad política para desarrollar un turismo próspero y sostenible, y hacerlo conscientemente, con responsabilidad con el medio ambiente y con nuestros pueblos», como lo definió Taleb Rifai, quien fuera Secretario General de la Organización Mundial del Turismo, cuando visitó la Isla en 2016.