Piezas y documentos de alto valor para estudiosos de la farmacia cubana.
Mobiliario de estilo neogótico atesora botes de losa fina europea.
Artefactos relacionados con el arte de curar fueron extraídos de las excavaciones arqueológicas.

Instalada en 1864 en la esquina de Teniente Rey y Compostela, en las cercanías del monasterio de Santa Teresa, La Reunión se propuso unir bajo un mismo techo la farmacia alopática y homeopática, y ya a principios del siglo XX era considera la segunda más importante de su tipo en el mundo.

Sucesivas ampliaciones acometidas por la sociedad propietaria Sarrá y Compañía la transformaron en un próspero negocio y símbolo de poder del clan familiar que impondría su nombre, por la fuerza de la publicidad, a la imponente droguería habanera. Ahora, a la vuelta de varios años de deterioro, un grupo multidisciplinario integrado por especialistas de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, intervino en el lugar para regalar al visitante el magnífico Museo de la Farmacia Habanera.

Para que esta obra se hiciera realidad los historiadores se dieron a la tarea de desentrañar, en documentos y publicaciones de la época, toda su memoria histórica. La búsqueda de fotos antiguas permitió la reproducción de las sillas y las grandes lámparas del salón principal que hoy exhibe el museo. Los maestros carpinteros reintegraron decoraciones y faltantes en las estanterías de maderas preciosas y, de las manos de un hábil restaurador, reapareció la escultura de Esculapio.

La artista Rosa María de la Terga decoró los salones con coloridos vitrales, mientras arquitectos, ingenieros civiles e inversionistas intentaron devolverle a la farmacia el esplendor con que la recordaban nuestros abuelos.

Este museo consta de tres grandes salones. El primero, donde estaba ubicada la antigua botica, aún conserva todo su mobiliario de estilo neogótico con influencia morisca. Sus hermosas vitrinas, exhiben reproducciones, en loza fina europea, de botes de farmacia con el emblema de La Reunión y la cartela con las denominaciones de los medicamentos. En esta área actualmente se venden medicamentos como la Emulsión de Scott y la Spirulina, entre otros de origen natural. Comprende además la Rebotica y Dispensario, donde se pueden apreciar frascos de medicamentos de todo tipo, morteros, pildoreros, balanzas y hasta un microscopio óptico.

El segundo salón quiere rendir homenaje a estos singulares establecimientos habaneros, con la exposición de frascos de medicinas y otros artefactos relacionados con el arte de curar y medicamentar que fueron extraídos de excavaciones arqueológicas realizadas en el Centro Histórico.

La dependencia que el ser humano ha tenido de la medicina en todos los tiempos queda evidenciada en la variedad de contextos arqueológicos en que fueron encontrados estos objetos, ya fuera en un convento, una fortificación militar, una letrina o un pozo. A partir de estos hallazgos se ha podido determinar la tipología del frasco, el país de origen, el nombre del propietario de la farmacia o comerciante, el contenido del producto y otros datos de interés, no solo para arqueólogos, sino para los estudiosos de la historia de esta ciencia en Cuba.

Complementan la colección, los libros copiadores de fórmulas que constituyen un valiosísimo documento para el estudio de la farmacopea cubana. El tercer salón, decorado al estilo neoclásico, está dedicado a la venta de especias y plantas medicinales.

El rescate de este museo forma parte de un proyecto llevado a cabo por el grupo de Inversiones de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que abarca la recuperación de obras de carácter social. Además de la restauración del colegio El Salvador, fundado por el eminente pedagogo don José de la Luz y Caballero, la intervención en esta zona incluye la construcción de otra residencia protegida para la tercera edad, apartamentos para las familias del entorno, un jardín para los niños del círculo infantil de la zona y la farmacia comunitaria.

La restauración llegará a cada una de las casas que componen la manzana, la panadería y la antigua fábrica de medicamentos, fuente de empleo para los vecinos del lugar. El pozo, aún en activo, que facilitaba el agua para la elaboración de las medicinas podrá ser visitado, al igual que el laberinto de Santa Teresa. La planta superior de la farmacia La Reunión estará reservada para una academia de la Oficina del Historiador, avalada por el Ministerio de Educación Superior, donde se impartirán materias relacionadas con el patrimonio.

La reapertura de La Reunión completa el triángulo de memorables farmacias restauradas en el Centro Histórico. A este sitio se suman las anteriormente rehabilitadas Taquechel, con una valiosa colección de objetos históricos, y la Johnson, que presta servicios públicos a la comunidad. Tradición y exquisitez se combinan en esta obra que hace justicia a la historia de la farmacia habanera y pone a disposición del público una de las más preciosas colecciones museológicas de la ciudad.