Todo el que viaja a Cuba con el afán de descubrir los tentadores encantos que atraen cada año a cientos de miles de visitantes sucumbe ante el apasionante deseo de adentrarse en el misterioso mundo de placeres y fantasías, mitos y leyendas, que evocan las volutas de humo de sus famosos habanos.

Basta ver a uno de esos ancianos que leen un diario sentado en un parque, con su puro en la mano; disfrutar en un bar-restaurante de la Habana Colonial de las viejas canciones de un trovador, que a imagen y semejanza de Compay Segundo guarda cercano su tabaco; asomarse a una fábrica, donde los torcedores dan vida a esas valiosas joyas artesanales, para sentirse motivado a no perder la oportunidad de saber más, oir sus relatos, conocer su historia.

Embajador de Cuba por excelencia, la simple irrupción de un Habano en una reunión social suscita exclamaciones de admiración, miradas de envidia, antojos de iniciación, irresistible curiosidad por su origen y formato, su impecable vestimenta, su perfume seductor.

Símbolo incomparable de opulencia o de mágicos poderes en las manos de celebridades históricas, estadistas, renombradas personalidades del arte, la literatura o el cine, su distintivo sello de elegancia cautiva por igual a hombres y mujeres desde hace siglos, despierta curiosidad, inspira heroicas aventuras, románticas escenas, festejos del más alto rango, o momentos de apacible disfrute en la sobremesa de una cena entre amigos.

Cuba, nadie lo pone en duda, es la tierra del mejor tabaco del mundo. Es una verdad indiscutible, acuñada por una convicción universal. Y aunque el viajero llegue en busca de sus soleadas playas de aguas cristalinas y finas arenas blancas, la contagiante alegría de su música y sus bailes, la riqueza de su historia, costumbres y tradiciones, pronto sentirá también el aroma embriagador de café, tabaco y ron que anima sus fiestas y momentos de celebración.

No hay que ser fumador para dejarse atrapar por la magia de los Habanos, porque ella revelará la fantástica evolución de uno de los más sorprendentes productos de la naturaleza americana que al expandirse por el resto del mundo llegó a convertirse en soplo impulsor de las más increíbles creaciones humanas, ya sean manufactureras, industriales, comerciales, artísticas, profanas o religiosas.

Amantes de los Habanos de todo el mundo acuden a Cuba cada año a la mayor y más genuina fiesta de homenaje a ese producto único, resultado de una combinación irrepetible de clima y cultura laboral, trasmitida por generaciones, y símbolo inigualable de amistad y confraternidad.

La revista Excelencias se suma a esta celebración con una edición especial en la que hemos reunido valiosos aportes de algunos de los más autorizados conocedores del fabulso mundo de los Habanos, con el propósito de enriquecer el placer de quienes recorran su páginas mientras se deleitan degustando ese regalo que la naturaleza le otorgó a esta isla caribeña.

José Carlos de Santiago