Las excelentes Playas del Este, inmediatas a La Habana
Diez kilómetros de excelentes playas de arena fina se hallan continuos y contiguos a La Habana, por una ancha carretera a doble vía, desde su periferia este, a donde llegan las principales autopistas radiales y circunvalantes de la ciudad. Desde el corazón de La Habana Vieja, la ciudad a extramuros y el Malecón, y desde sus barriadas adyacentes, se accede al túnel de la bahía de La Habana. Por aquí se llega a la Vía Monumental, que cruza las instalaciones deportivas olímpicas de la capital cubana y se enlaza a los cinco minutos con la ancha carretera marítima de la Vía Blanca, que a cuatro carriles recorre todo el litoral marítimo del nordeste.
La autopista Vía Blanca pasa por varios centros turísticos costeros y por la ciudad de Matanzas, sigue por el litoral hasta la Playa de Varadero, conocida ciudad turística con sus 20 kilómetros de arenales finos y aguas cálidas y transparentes. Es fácil y seguro este acceso al mar habanero de esta costa alta de paisajes naturales encantadores. Pero mucho más cerca y dentro de la ciudad capital, se halla la franja continua de playas abiertas del este de La Habana. En unos 10 kilómetros, a partir de los primeros 10 minutos de Vía Blanca, avanzando al este, surge de inmediato la concha playera de Bacuranao, fabricada aquí por el minúsculo río homónimo, en milenios geológicos.
La doble vía sigue costeando y cruza por Tarará, una pequeña ciudad residencial con su marina de yates y tramos de playa, y otra vez de inmediato comienzan los arenales finos de las Playas del Este, con el Mégano, Santa María del Mar, Boca Ciega y Guanabo. Hasta la primera de estas playas habrán transcurrido apenas de 10 a 15 minutos, y aunque la Vía Blanca siga paralela a esta costa playera hasta el límite este de la ciudad de La Habana, en el Rincón de Guanabo, más pegado al mar, corre también una avenida de ciudad que flanquea estos anchos arenales hasta que se estrecha para salvar un pequeño puente de madera que actúa como fusible para las poco frecuentes crecidas del río Itabo. Esta corriente distribuye sus aguas en una marisma salobre contigua a la playa y fue tal vez, hace siglo y medio, la referencia que tuvo el piloto de una embarcación insurrecta que naufragó y que llevaba a bordo un alijo de armas para el Ejercito Libertador cubano, del que se ha encontrado muy poco. Por esta playa nueva, de nombre Boca Ciega en honor al Itabo, pero que es la misma a todo lo largo, sigue la arena fina, la brisa fresca y el mar tranquilo, tibio y transparente.
Pocos kilómetros más al este se entra a la pequeña ciudad turística de Guanabo, paralela todo el tiempo a la playa, que se prolonga y se interrumpe con la salida al mar del río de igual nombre. Luego sigue hasta el llamado Rincón de Guanabo, donde terminan los arenales al pie de algunas terrazas emergidas de arrecifes y comienza, en sentido contrario, una barrera coralina y su rompiente, con gran biodiversidad y belleza subacuática, a un par de cientos de metros de la playa.
El entorno aquí, con marismas y arenales, se reconoce como un sitio protegido de la flora y fauna. En este punto habrán 25 kilómetros de La Habana.