El cubano…¡como es!
Y aunque hasta en el más alejado pedacito de tierra cubana se encuentran aficionados de furor por su equipo, en la ciudad de La Habana se localiza el Parque Latinoamericano, el mayor y mejor estadio beisbolero del país y el de más rigor en cuanto a las normas y reglamentos de este deporte, llegado en el siglo XIX de los Estados Unidos pero que sentó cátedra, con creces, entre los cubanos, reputados e indiscutidos campeones mundiales. El apoyo de los espectadores hacia su novena en este estadio, es el gran estimulante del juego combativo y creativo de los atletas, que practican el amateurismo con respeto y eficacia, para aplauso de las graderías repletas.
El público que ocupa el Latino, siguiendo a su equipo, suele gritarle a viva voz sus recomendaciones al picher o a los jugadores del cuadro, criticar con dureza un error, felicitar con aplausos un buen batazo y llamarle la atención, a todo pecho, por cualquier decisión adversa o equivocada al manicher del club, a los escrupulosos árbitros que se hacen ver en cada juego y al más pinto de la paloma. Estas opiniones del público -muy conocedor, sabio, acertado y apasionado- suelen expresarse en voz bien alta para que les llegue claro y fuerte a los jugadores de uno u otro bando.
Como suele decirse, estos ex abruptos son solo tormentas en un vaso de agua, no obstante la furia, la mala cara y el ofuscamiento de los perdedores, y la faz sonriente de los que aciertan. Lo interesante es que resulta aquí en el estadio del Cerro, donde se comporta el cubano tal cual es, sin inhibiciones, ocurrente y de sangre caliente. Este ambiente sirve para conocerlo bien, en una nueva dimensión que nada tiene que ver con su caballerosidad y gentileza habitual.
Un buen juego origina siempre discusiones que, a la larga, si te he visto no me acuerdo. Algo así como lo máximo de la pelota a campo traviesa o en medio de la calle. Cierto es que el aficionado criollo posee una buena cultura beisbolera y tanta experiencia que parece un veterano de la liga nacional. Y todo esto lo pone en juego sin demora, en el propio Latino o en la calle cercana a su hogar, en donde ha llegado a constituir su beligerante peña beisbolera, que hasta sale en los periódicos.
Constituida por vecinos conocedores, como todos, y de carácter, la peña resulta sin duda curiosa para el visitante que ve actuar a los aficionados en la defensa a capa y espada de su novena beisbolera. Pero hoy, el excitante ardor no se queda en la pelota, aunque este es el deporte más extendido. En La Habana es posible disfrutar de estas explosiones benignas del atleta que cada cubano lleva dentro, sea en el Latinoamericano, la Ciudad Deportiva, en la zona olímpica de La Habana del Este, ¡o en cualquier descampado de la pelota manigüera nacional!