Amor sobre ruedas
Ellas deslumbran al pasar, soberbias y altaneras, con su elegante pintura negra y el destello cromado de su motor, llantas, faros y trompetas, que tornan más irresistible el cadencioso ronronear de su potente maquinaria, capaz de transformarse en majestuoso rugido cuando sus conductores las lanzan a conquistar la carretera.
Los hombres que en Cuba arriesgaron fortuna, tiempo, dedicación y todo su ingenio para poseer y conservar una Harley-Davidson las miman como verdaderos trofeos de una depurada tecnología artesanal.
Únicas e inigualables Hoy, las Harley-Davidson engalanan muchas actividades deportivas relacionadas con las máquinas de combustión interna, ya sea motociclismo, cartismo, y también las podemos admirar desfilando en carnavales, ferias u otras actividades sociales, explica Luis Enrique González, del Club de Motos Clásicas de Cuba.
La llegada de la primera Harley-Davidson a Cuba ocurrió hace más de un siglo, según aparece registrada en la Oficina de la Aduana de la República. En la actualidad, más que por su línea y diseño únicos, por su confort y elegancia, por ese especial sonido que las distingue de las demás, estos vehículos valen por su carácter clásico o antiguo.
Los conocedores de mecánica admiran con asombro en las Harley-Davidson que circulan a diario por las calles y avenidas de Cuba –más de 100 solamente en la capital cubana- el desarrollo científico-técnico que ya poseían en su momento de ingreso al mercado.
La conocida marca de motos, patentada en el año 1903, la crearon unos hermanos en un pequeño garage de Milwaukee, Estados Unidos. El desarrollo técnico y su confort, seguridad, elegancia y originalidad del diseño las hacía únicas e irrepetibles.
Rescate de una joya tecnológica El Club de Motos Clásicas de Cuba fue creado hace nueve años con el interés de rescatar y preservar estas motos antiguas de las grietas que trae consigo el paso del tiempo, mantener vivo ese tesoro para la historia del motociclismo y hacer que estos vehículos continúen circulando como expresión de las conquistas tecnólogicas de una época, expresa Luis Enrique, quien añade que ya existen filiales del Club en Villa Clara y Cárdenas.
En este país, agrega, circulan motocicletas de la famosa marca norteamericana que datan de los años 20 hasta la década del 60. “La Harley estableció un estilo desde sus inicios, una línea de diseño que cautivó la mente y el corazón de miles de personas en el mundo”.
El reconocido ingenio de los cubanos en la conservación de autos considerados clásicos o antiguos, pese a la escasez o ausencia total de piezas, motores y accesorios, ha hecho que algunos especialistas consideren a la Isla un verdadero museo rodante, que despierta la admiración en todo el mundo. Si las Harley-Davidson de los años 30 y 40 se desplazan como medios de transporte habituales en el país, ha sido gracias a ese talento y audacia que caracteriza a los mecánicos y conductores de la Isla.
“Muchas veces nos hemos visto sin recursos; pero no desmayamos, subraya Miguel Enrique. Estamos obligados a transformar o adecuar, por ejemplo, pistones de automóviles, piezas de autos y camiones rusos, pero en estos momentos nos sobra experiencia como para realizar cualquier adecuación o creación en esta esfera. Este trabajo lo hacen mecánicos, ingenieros, médicos, abogados…Siempre tenemos nuevas ideas, las intercambiamos y nos caracteriza una sostenida voluntad de creación”.
Desafío al tiempo y la imaginación Una multitud de curiosos desborda entusiasmo en el parque “Todo en Uno”, en el balneario de Varadero, ante el espectáculo de la exhibición, desplazamiento y habilidades mostradas por pilotos de motocicletas Harley-Davidson allí reunidos. Junto a turistas empeñados en detener el instante con sus cámaras fotográficas, cubanos de hoy y de ayer disfrutan plenamente el acontecimiento.
Este singular espectáculo también se repite el tercer domingo de cada mes en los alrededores de la prestigiosa casa de moda habanera La Maison, organizado por la Asociación de Motos Clásicas de Cuba. En cualquier otros país, cuando ocurre una exhibición de este tipo, estos vehículos son conducidos en trailers. En Cuba, sus propios dueños recorren montados en sus motocicletras tramos de hasta 300 kilómetros, para mostrar orgullosos sus motos, una verdadera prueba de amor sobre ruedas que desafía todos los tiempos y adversidades.