La manufactura es vital en la realización de implementos para la práctica del deporte.

Desde tiempos inmemoriales los muchachos de la isla antillana se las arreglan para practicar el deporte nacional de mil maneras. En una época construían sus pelotas con las tiras de cajetillas de cigarros, cuando se fabricaban de cartón. En el campo se buscaba alguna semilla dura o un trozo de goma que sirviera de núcleo, se enrrollaba con cordón de cáñamo o hilos de sacos de yute, y se le daba terminación con esparadrapo de uso médico.

En La Habana o en cualquier otro pueblo del país se puede ver a los chicos, en su tiempo libre, bateando con la mano una pelotica de goma, en un improvisado terreno de béisbol formado por las cuatro esquinas de un cruce de calles, por donde autos y peatones siguen circulando y sorteando los pelotazos. La increíble inventiva del cubano impidió que la práctica del béisbol, el boxeo y muchos otros deportes se arruinara cuando a comienzos de la década de 1960 el gobierno de Estados Unidos decretó un boycot total a la Isla, y junto con piezas de repuesto para industrias, alimentos y medicinas, también dejaron de llegar las pelotas y otros implementos “Made in USA”.

Batos, símbolo de orgullo nacional Fundada en junio de 1965, la Industria Deportiva de Cuba comenzó a producir las primeras pelotas para los juegos de la Serie Nacional con la marca Batos, un nombre que se haría famoso estampado también en los guantes, petos y uniformes.

Desde entonces se ampliaron talleres, muchas veces de índole artesanal, se adquirieron máquinas especializadas, se calificó a los operarios, se desarrolló toda una técnica y una experiencia para fabricar bates de madera o aluminio, guantes y zapatillas de boxeo, canoas para competencias de remos y muchos tros implementos.

La temprana decisión del gobierno cubano de convertir la práctica masiva del deporte en la más amplia base de una pirámide que culminaría con las estrellas de las competencias internacionales, que tantas glorias han traído al país, exigía desarrollar producciones de útiles en grandes cantidades, para aceptar aquel desafío.

La industria llegó a tener momentos de esplendor en los años 80, cuando incluso exportó algunos de sus productos a naciones del Caribe y Centroamérica, pero la crisis desatada por la desaparición de mercados y proveedores tradicionales de la Unión Soviética y los países socialistas del este europeo, a principios de la década de 1990, también afectó la factura de equipos deportivos.

No obstante, según explica Mercedes Rodríguez Torres, directora de Desarrollo Técnico de la Industria Deportiva de Cuba, a pesar de la carencia de materias primas, los talleres nunca dejaron de trabajar. En ese empeño influyeron las iniciativas e innovaciones de los técnicos y trabajadores, quienes aportaron soluciones asombrosas.

Al respecto destaca el papel de la propia entidad en la formación del personal calificado. En ninguna escuela se enseña a confeccionar artículos como una pelota de béisbol o la compleja indumentaria de un receptor.

La máquina de tejer o de hilar donde se fabrican las “bolas”–como las llaman popularmente los muchachos– es una creación de los propios trabajadores de la empresa, afirma Rodríguez Torres.

Nuevas fórmulas para crecer La especialista explica, sin embargo, que en la actualidad la Industria Deportiva vive un momento de despegue, con la adopción de novedosas ideas, opciones y fórmulas, entre ellas la cooperación con empresas de España, México y Canadá.

Artículos deportivos con la marca Darin-Batos, resultado de la cooperación con la firma española, se comercializan en divisas y una parte de las utilidades obtenidas por esas ventas se destinan a la fabricación de artículos para la práctica masiva del deporte en el país.

Son variantes para obtener recursos financieros, aunque no las únicas, añade la funcionaria, quien tampoco descarta la reanudación de las exportaciones a mercados tradicionales de la región. El capital humano con que contamos –subraya– es capaz de asimilar nuevas tecnologías. Con el financiamiento apropiado podemos dar una respuesta a las necesidades del deporte masivo y el de alto rendimiento. Artículos de la marca Batos recibieron en su momento el reconocimiento oficial de calidad por parte de la Asociación Internacional de Boxeo y la Federación Internacional de Béisbol, que avaló su uso para el entrenamiento y competencias de esas especialidades.

En el propio taller donde se facturan los bates de béisbol que empuñan los campeones de todos los torneos amateurs del mundo, también se fabrican embarcaciones para la práctica de remos y canotaje, de ocho con timonel y de cuatro con o sin él. Asimismo, singles para piragüistas (canoa y kayac) hechas de fibra de vidrio.

El mercado de las materias primas para producir implementos deportivos es muy caro y se necesitan más de 5 000 materiales diferentes para elaborar todo lo que requiere el movimiento deportivo cubano, expresa la especialista Rodríguez Torres.

Sin embargo, –enfatiza– la potencialidad de nuestra industria la ilustran los 571 artículos que llegaron a fabricar sus talleres en su momento más floreciente. Incluso, agrega, se podía dar cobertura total a las necesidades de 28 deportes. Esto es un índice de hasta donde podemos llegar con los recursos necesarios a nuestro alcance.

Una prueba convincente la ofrecerá la delegación de Cuba a los Juegos Olímpicos de Atenas, que vestirá las creaciones de diseñadores, costureras y cortadores de una industria de hondas raíces nacionales, que da nuevos pasos hacia el futuro.