Alicia Alonso Prima Ballerina Absoluta. Ballet Nacional de Cuba
"Seguir creando, seguir proyectando, eso es la vida para mí"
A las puertas del VIII Festival del Habano, que ha incluido en su Gala Inaugural, en el Gran Teatro de La Habana, la presentación del Ballet Nacional de Cuba en la obra Romeo y Julieta o Shakespeare y sus Máscaras, bajo la Dirección General y Coreografía de Alicia Alonso, la revista EXCELENCIAS se honra en tener en sus páginas, en exclusiva, la presencia de la Prima Ballerina Assoluta.
Gloria de la danza de todos los tiempos para Cuba y el mundo, Alicia nos recibió en un encuentro peculiar, donde a la palabra sabia, se unió por momentos la reflexión íntima y, por sobre todo, cubanísima, de esta notable mujer.
El baile fue una necesidad "No puedo decirle qué cosa me inspiró a bailar. Fue una necesidad. Recuerdo que cuando escuchaba música, me incitaba a moverme, a bailar. Desde luego, como no sabía nada de baile, ni había visto un ballet, bailaba con movimientos populares. Siempre hacía unos inventos, unos movimientos raros que mi familia decía: '¿de dónde habrá sacado esto?'. "Me encantaba el pelo largo, y como no lo tenía así, entonces tomaba una toalla y me lo ponía en la cabeza como si fuera mi pelo largo, y luego bailaba con eso. Nunca había visto una clase de baile. Ninguna. No tuve de pequeña la dicha que hoy día tienen las muchachas de ver desde muy pequeñas lo que es el ballet, y lo que es el baile en general".
¿Y cómo es Alicia ahora en su vida diaria? "Me encanta el amanecer, despertar con el canto del gallo. Da una sensación de alegría, de fuerza, de vida. Cuando uno escucha a un gallo cantar, abre los ojos, mira hacia fuera y dice: "se despertó la vida". Es un prodigio de la naturaleza. "Tengo varios gallos, gallinas y pollitos. Me encantan. A todas horas los oigo cantando, cacareando o piando".
Amo a los animales, los adoro. Tengo cinco gatos y dos perros. Los perros tienen su territorio y los gatos el suyo, y cuando algo pasa, salen a defenderlo. Sobre todo los perros. Son increíblemente celosos. Me celan muchísimo. Ellos son mis dueños. Yo les pertenezco a ellos, no ellos a mí. No hay que confundirse. Las cosas hay que tenerlas muy claras en esta vida para llevarse bien".
"En mi casa, por ejemplo, no tengo los pajaritos encerrados, porque me parece que es un crimen. Allí, en los alrededores de la casa, he visto zunzunes, sinsontes, pero con todos estos ciclones y fenómenos, ya no es fácil verlos".
"La naturaleza nos está dando un escarmiento por todo el daño que le hemos hecho. Es un castigo merecido, porque estamos acabando con todo, con la naturaleza, el mar, las plantas, el aire, y con la vida del ser humano, de los animales, de los árboles, con la vida de todo. Nosotros, el hombre, es la peor epidemia que ha tenido la tierra. Por eso debemos luchar para evitar tanto daño antes de que sea demasiado tarde".
¿Cómo se forman los bailarines? "Mantener una compañía de ballet, una escuela nacional, es algo costoso, al igual que la formación de un bailarín, que resulta muy cara. Ahí es donde entra a jugar su papel la ayuda del Estado cubano, que construye grandes escuelas. De ahí salen nuestros bailarines".
"Los tomamos desde pequeños, los educamos y hacemos crecer. Nosotros somos los profesores, los que impartimos la enseñanza, aportamos el talento y lo desarrollamos. Después, cuando entran en la compañía como profesional, ya poseen cierta mecánica, pero entonces entra a jugar la continuación del desarrollo de esa técnica, que ya no consiste en hacer un número o un paso, sino introducirlo en el ballet, o sea, que adquiera resistencia, cualidad estética para la unión de todos esos pasos, para hacerlos, ya no durante un minuto, sino durante toda una noche".
"La técnica se emplea para poder hacer arte. Utilizar la técnica como un arte y no como una simple técnica. Cuando los jóvenes entran en el ballet, esa es la labor que se hace con ellos y que significa una de las riquezas culturales más grandes que tiene este país".
¿Qué distingue a la Escuela Cubana de Ballet ? "A los bailarines cubanos los distingue la proyección de su personalidad en los diferentes personajes que representan. Técnica o artísticamente, el bailarín cubano tiene un acento aéreo cuando baila".
"Nosotros somos muy aéreos, y eso se ve cuando bailamos y técnicamente hacemos los pasos. Al mismo tiempo somos muy expresivos, porque cuidamos mucho -y es algo que yo tengo muy trabajado y muy cuidado-, de que cuando bailen el hombre y la mujer juntos, esté bailando una pareja, no cada uno por separado haciendo grandes cosas o efectos técnicos o su personaje, sin tener que ver nada entre ellos. Eso es muy importante, al igual que los bailarines principales tengan que ver con el cuerpo de baile que está alrededor, y el cuerpo de baile con ellos".
"Además, y esto es ya muy del cubano, muy del latinoamericano, pero especialmente del cubano, en nuestro baile, por muy clásico que sea, por muy romántico que sea, hay en él algo muy suave, muy fino y muy sensual. El arte de la danza, el ballet, son en estos momentos una de las cosas más importantes que tenemos en Cuba".
¿Y en el caso de Shakespeare y sus Máscaras? "Shakespeare y sus Máscaras presenta a Shakespeare contando una historia, la de Romeo y Julieta, la misma que él escribió y está contando a través de sus máscaras: la máscara del dolor, la de la muerte, la de la risa, como las máscaras del teatro clásico". "No utilizamos la música de Romeo y Julieta, de Prokofiev, pues empleamos la de Gounod, la que compuso para su ópera Romeo y Julieta, que incluía música para ballet dentro de la propia ópera. Es bellísima y nosotros la adaptamos para nuestro ballet, al igual que hicimos con algunos momentos de la ópera, que fue compuesta para los cantantes".
"Por eso nos sentimos muy contentos de poder abrir este VIII Festival del Habano con Shakespeare y sus Máscaras, para demostrar lo que es nuestro trabajo, que comienza desde pequeños, con su crecimiento, su desarrollo y su producto final. Eso es lo grandioso de Cuba. Presentarnos en el Festival de Habanos es para nosotros algo muy bello, y estamos muy felices de poder dar esa función".
A punto de finalizar el grato encuentro, Alicia Alonso medita, quizás establece un contrapunteo entre pasado y presente, entre lo vivido y lo por vivir, y dice: "Como bailarina, me siento una persona muy feliz, porque he podido dar algo, algo que gusta y por eso agradecen. Esa es la fuerza que me da para seguir proyectando, para seguir creando. Sentirse necesaria al dar lo que uno tiene. Eso es la vida para mí".