- EDUARDO CÓRDOVA entre el arte y la percusión
La coreografía es protagonizada por mujeres, quienes también hacen vibrar una docena de taburetes sobre el escenario. Habana Compás Dance no es solo una compañía de danza: es la compañía que imbrica arte, danza y percusión en un conjunto músico-danzario postmoderno. En la dirección coreográfica encontramos a la maestra y bailarina Liliet Rivera, y como maestro de percusión el también artista de la plástica Eduardo Córdova.
Habana Compás Dance fue creada en 2004. Desde entonces ha llevado la fusión de bailes españoles con ritmos afrocubanos a varias latitudes del orbe: México, Chile, San Kitts y Nevis, Turquía, Corea del Sur, Estados Unidos… Al grupo de veinticuatro bailarinas profesionales y dos bailarines se añade un noble proyecto de danza y percusión para niñas y niños a partir de los cinco años en el caso de danza y de diez años para la percusión. Se trata de una escuela cuya misión es preparar la cantera de la compañía.
Hasta ella, en la avenida 51 esquina a 122 del municipio capitalino de Marianao, llegó la revista Arte por Excelencias para dialogar con Eduardo Córdova, quien tuvo a su cargo el número Cordovichi, presentado en la gala por los veinte años del Grupo Excelencias en Cuba. «Cordovichi es el nombre de mi primer tambor, que me dio la inspiración para crear obras. Su rostro se parece al Eleguá de la mitología afrocubana, y como Eleguá tiene que ver con los niños, este fue una representación de la primera pieza y el trabajo con ellos. En la presentación que hicimos en la gala, uní dos proyectos míos, es decir, Danza y Percusión y el de la Casa del Tambor en Diez de Octubre. Este último es con los niños del barrio que tienen condiciones para la percusión».
Sin duda, la gala de los Premios Excelencias tuvo muchos momentos emotivos, pero la actuación de las niñas percusionistas junto a los cantos y toques de uno de los niños de la Casa del Tambor y su maestro fue singular, por la dificultad que implica el trabajo con los muchachos, la sinergia de los toques y la danza, así como por la destreza de tocar solo instrumentos confeccionados para la compañía. Precisamente la confección de los tambores se debe a las inquietudes musicales y artísticas de Córdova, quien convierte un sencillo taburete en una preciosa obra de arte.
«Soy músico y artista plástico —continúa Córdova—. Desde que me gradué en la Escuela de Arte empecé a trabajar la pintura y la escultura, sobre todo para la construcción de instrumentos musicales. Cuando hice mi primera pieza, el desconocimiento de la talla en madera conllevó a que esa primera pieza quedara deteriorada. La escultura nació por casualidad, y a partir de ahí empecé a estudiarla con algunos maestros para llevarlo a las futuras generaciones. Siempre he trabajado con niños en el proyecto Tambores Córdova, de Diez de Octubre, y recientemente en el proyecto Danza y Percusión de Marianao, pertenecientes a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Por mi trabajo en la escultura obtuve premio en la Feria Internacional de Artesanía en 2001. Eso fue una motivación. Después gané el premio Mano de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas. Algo que me motivó mucho a seguir en las artes plásticas fue el premio Latino Oro que recibí en Italia en 2007.
»En 2013 empecé a trabajar con el proyecto Danza y Percusión, en el que doy clases de percusión. Trabajo la parte técnica con estos niños, como rudimentos y controles de baquetas, para que tengan una buena técnica y puedan tocar después diferentes sets de percusión, llevar los ritmos afrocubanos a los pies, y para que las niñas puedan tocar, bailar y fusionar, lo mismo que se hace en la compañía, que es la fusión de bailes españoles con la percusión. El proyecto es como el relevo de Habana Compás Dance, dirigida por Liliet Rivera.
»Los niños llegan a la captación porque Habana Compás tenía una academia en La Habana, y las mismas muchachas daban clases a las niñas. A partir de ahí adquirimos un espacio en Marianao, y con la ayuda de los padres de las muchachas reparamos con mucho amor ese local, en el cual actualmente realizamos este bello proyecto. Empezamos con los que tenían inquietud, pero después, en el caso de la percusión, buscamos niños que tuvieran condiciones naturales para la percusión.
»Que a los bailarines se les exija la percusión es la distinción de la
compañía. Cada instrumento es confeccionado por mí, lleva el sello de mi arte. Trabajo con madera desechable, taburetes, es algo que ha impactado mucho. Lo usamos por primera vez para darles técnicas a las muchachas de la compañía, y a Liliet se le ocurrió ponerles movimiento a esos toques. Este mismo trabajo dio la posibilidad de enseñar a los niños y combinar ambos proyectos. El taburete tiene cuero, al igual que el tambor, tiene la membrana que facilita la sonoridad, y como percusionista me di cuenta de que se le podía sacar sonido».
Córdova comenta que los niños escogidos deben tener aptitudes naturales, como el ritmo interno, y que les guste la percusión. Las puertas están abiertas para las clases de percusión todos los sábados desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde y para la danza de lunes a viernes de cinco a nueve de la noche.
Uno de los instrumentos más emblemáticos confeccionados por Córdova es el tambor de siete bocas, cuyo origen viene de los tambores batá. La figura se asemeja a un elefante y sobre él se agrupan siete sonidos. De esta forma, el músico se desplaza de un ritmo a otro, los mezcla. Todo esto lo logra sobre una misma estructura. Confecciona, además, tumbadoras, chequerés, güiros y claves.
En medio de la entrevista, el ritmo de una de las tardes de clase de danza se tornaba contagioso. Sin alterar en demasía la dinámica de la clase, conversamos con Leydis Bárbara Priozo y Sheila Rodríguez, dos de las niñas del proyecto.
«Me enteré por la televisión. Me gustó mucho la forma en que bailaron todos los grupos. Por eso quise venir, aunque vivo un poco lejos, en Alamar. Los profesores son muy buenos. Saber más de percusión me ha permitido conocer los ritmos cubanos, expresar mis ideas, ayudar a las demás niñas, que también me ayudan».
«Desde chiquitica yo estoy bailando. Mi mamá me trajo al casting para la percusión. Me gusta, porque me ayudan a mejorar cada día y a crecer más».
En el proyecto Danza y Percusión los niños interesados encuentran una oportunidad única. Quizás algunos de los integrantes cambien de rumbo, otros serán la continuidad de Habana Compás Dance. Pero todos llevarán de por vida el sello de la compañía, habrán desarrollado el gusto estético y artístico por elementos de la cubanía, habrán participado en la promoción de la danza española, así como de las raíces musicales afrocubanas que se interrelacionan con estas a través de los instrumentos de percusión.