Ibiza. Momentos Mágicos
De Ibiza es bien conocido su cuerpo físico, el de la isla marchosa del verano interminable, de frenéticos bailes nocturnos, con los turistas que llegan en cientos de vuelos en un fin de semana. Y desde luego, cuerpos humanos, esculturales o no, casi desnudos en sus playas y calas, o bien al descubierto en las playas naturistas de Migjorn, Punta Sa Galera o Cala Tarida.
Con una extensión de 572 kilómetros cuadrados, la isla ofrece 210 kilómetros de playas que se pueden disfrutar en cualquier época, gracias a temperaturas muy cálidas y 2.948 horas de sol al año. En sus más de 18 kilómetros de arenas naturales, bañadas por aguas cristalinas, Ibiza ofrece múltiples posibilidades de disfrutar de un baño de mar, en playas que cuentan con una amplia gama de servicios y diferentes ambientes. Hay calas mágicas, como Cala d›Hort, presidida por el islote de Vedrà; otras de belleza singular, como las Platges de Comte, rincones poco frecuentados como Pou des Lleó y playas grandes y familiares, como Platja d›en Bossa o Es Figueral.
Sin embargo, aquí no radica realmente el alma de Ibiza, la del sosiego, de las calas casi prístinas y solitarias, de la armonía natural, y también la Ibiza monumental, con sus murallas del siglo XVI en su casco antiguo declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.
Esta Ibiza auténtica, tal vez menos conocida por las hordas de turistas en busca de francachela y diversión, es la que puede encontrar el visitante curioso en pueblos como Sant Mateu, en el centro silencioso de la isla, con su preciosa ermita y donde se celebra cerca la anual ballada de Pou, llena de juegos y bailes populares.
Hay playas como de Ses Salinas y Es Cavallet, ubicadas en entornos protegidos donde la naturaleza parece haberse congelado en los tiempos de fenicios y romanos. A su valor ecológico y medioambiental unen el aliciente de que en sus inmediaciones pueden encontrarse restos de civilizaciones pasadas, como en el caso del Poblado fenicio de Sa Caleta y antiguas torres de defensa que salpican todo el litoral. La naturaleza constituye, sin duda, el atractivo más importante de la isla.
Las calas de aguas turquesas, los bosques de pinos con un manto verde todo el año, los islotes que rompen la monotonía del horizonte y se alzan como colosos, los parques naturales, los acantilados y bosques y los senderos que recorren campos sembrados de trigo, vides y frutales son poderosos alicientes para disfrutar la estancia en armonía con la naturaleza.
Ibiza mantiene virgen la mayor parte de su territorio y atesora, además de un legado monumental de excepción, un valioso patrimonio botánico y animal en el que no habitan especies agresivas ni peligrosas. Hay olivos milenarios, sabinas espectaculares, pinos gigantescos, flores de mil colores, arbustos aromáticos, halcones, liebres, podencos, lagartijas verdes y azuladas y bandadas de perdices, en fin, belleza en estado puro.
La Ibiza tranquila y natural no requiere reloj. El ritmo lo marca la naturaleza, con oportunidades en cada rincón para refugiarse en la soledad o compartir su radiante esplendor. Su geografía, ondulada y caprichosa, permite redescubrir el paisaje una y otra vez. Siempre surgen nuevos detalles, sensaciones, sentimientos, ritmos, entre los pequeños pueblos rurales, campos de almendros, olivos, algarrobos delimitados por paredes de piedra antigua, además de numerosas muestras de la peculiar arquitectura de las islas y las preciosas puestas de sol en el horizonte.
Por si fuese poco, a sus muchos encantos agrega Ibiza, desde Septiembre de 2008, un nuevo escenario, el recién concluido Palacio de Congresos de Ibiza, instalación de primer nivel con la cual la isla compite como destino de congresos y reuniones de incentivos dentro del panorama internacional, una infraestructura moderna, a pocas horas de los principales aeropuertos europeos y con todo tipo de facilidades para convenciones, reuniones de empresas o para organizar eventos internacionales, en un marco de momentos mágicos entre sus bellezas naturales.