Los empresarios brasileños en Cuba se han propuesto una mayor presencia durante la Feria Internacional de La Habana, este mes de noviembre. A propósito de esas intenciones conversamos con el señor José Felicio, embajador de la nación sudamericana en la isla caribeña.

Según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, en el año 2011 el valor de las exportaciones de ese país hacia Cuba fue de más de 550 millones de dólares, mientras La Habana vendió al gigante sudamericano productos y servicios por una cifra superior a los 91 millones. Hasta agosto último, los indicadores mostraban una ligera desaceleración de las exportaciones brasileñas hacia la isla antillana (alrededor de 366 millones de dólares) y un ritmo sostenido de las cubanas hacia el territorio brasileño (más de 66 millones), datos que son interpretados con entusiasmo por el señor José Felicio, quien lleva dos años al frente de la embajada de Brasil en Cuba.

En su acogedor despacho del Centro de Negocios Miramar nos esperó con esa tradición de café que ambas naciones comparten, antes de iniciar una conversación que nos llevaría del comercio a la cultura para confirmarnos el excelente estado de las relaciones bilaterales y los diversos campos que se abren y se abrirán para que esos vínculos se hagan todavía más sólidos.

¿En qué contexto se encuentran hoy las relaciones Brasil-Cuba, en sentido general: políticas, culturales, económico-comerciales?

Debo empezar diciendo que este año se inició con la visita de la presidenta de Brasil a Cuba, el último día de enero, y como consecuencia hubo una intensificación de los intercambios a nivel ministerial. El último que estuvo acá fue el ministro de Comercio, que vino a profundizar algunos temas que había dejado pendientes la presidenta.

Estoy en este país hace dos años y he visto con mucha alegría el crecimiento que hemos tenido, no solamente en número de visitas sino en la calidad de la relación. Además, se continuó el diálogo político que es un ejercicio entre las dos cancillerías que hacemos por lo menos una vez al año, y se mantiene el Grupo de Trabajo para Temas Económicos y Comerciales, que se reúne más o menos cada seis meses para revisar todo lo que atañe a inversiones, comercio bilateral y examinar nuevas áreas de cooperación. Mucho se hizo pero, por suerte, tenemos bastante trabajo por delante.

¿Qué importancia puede tener Cuba para Brasil, en un plano estrictamente comercial y económico?

Todos los países de nuestra región son importantes para Brasil. Tenemos un proyecto de integración que empieza por el Mercosur, pasa por la Unasur y nuestra intención es llegar a profundizar la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), cuya presidencia será asumida por Cuba el próximo año, proyecto en el cual tenemos mucha confianza. Partimos del presupuesto de que Brasil es, desde luego, un país grande, bastante desarrollado, pero creemos también que no podemos desarrollarnos aisladamente. No creemos que sería posible, por ejemplo, un crecimiento de nuestro país en medio de una pobreza sudamericana.

Queremos aprovechar el momento económico que tenemos para ver si crecemos juntos. Sin olvidar a nuestros socios del otro lado del Atlántico, los países africanos, que necesitan mucho de nosotros y, de hecho, ya tenemos un programa de cooperación importante.

¿En qué terrenos Brasil puede hacer un aporte importante al desarrollo económico de Cuba y viceversa?

Es una vía de dos sentidos. En primer lugar, tenemos intereses de los gobiernos e intereses de las empresas. En la relación económica no se trata de una donación, que quede bien claro. Por ejemplo, cuando Brasil financia algún proyecto en el exterior, qué es lo que estamos vendiendo: servicios de ingeniería de empresas brasileñas, equipos, material de transporte. Pero nosotros creemos que estamos también contribuyendo al desarrollo de la infraestructura de ese país. Y ¿qué más se está haciendo?: se está entrenando mano de obra, creando empleo. Es algo concreto.

En la construcción del puerto de Mariel trabajan hoy 3 500 personas. Entre ellos debe hacer un centenar de brasileños y de otros países, los demás son cubanos, gente que ha sido entrenada, que opera máquinas, que habrá aprendido algunas tecnologías de construcción traídas por las empresas brasileñas. Entonces, de alguna manera se ha contribuido. Y no es una donación porque estamos dando el financiamiento pero la empresa se está beneficiando. Mariel es un proyecto de Brasil y de Cuba. El gobierno cubano pone 15 % de los costos, lo cual no es poca cosa, porque el puerto costará unos 900 millones de dólares más o menos. Lo demás será financiado por el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil. Hay muchos otros ejemplos de interés.

En el área médica nos interesa llevar especialistas de salud cubanos a áreas donde los nuestros no quieren ir, lugares remotos del interior de Brasil. Los médicos allá se gradúan y se quieren quedar en las grandes ciudades y no van adonde a veces hay más necesidades. Estamos trabajando con el gobierno cubano para ver cómo aumentar el número de médicos de la Isla en nuestro país. Esta es una adquisición de servicios. Hablando en términos comerciales, estamos comprando servicios de salud al gobierno cubano.

Para mantenernos en esta área, el sistema de salud pública brasileño importa muchos medicamentos y vacunas del exterior, incluso productos que no podemos producir porque no tenemos la tecnología, pero Cuba sí. ¿Cuál es el problema? Ver cuáles son los productos cuya producción no es suficiente para exportar a Brasil, que es un mercado de 195 millones de personas, asociar empresas brasileñas y cubanas, comprar la tecnología y producir en Brasil, o simplemente venir acá para exportar a Brasil y otros países. Este tema fue específicamente tratado por la presidenta cuando vino a Cuba. Ella declaró, después de las reuniones bilaterales con el presidente Raúl Castro, que su gobierno apoyará una asociación en este tema.

Hay una indicación muy importante en términos comerciales y es que este fue el rubro que más aumentó en las exportaciones de Cuba a Brasil, lo que demuestra la capacidad que tenemos para absorber ese tipo de producto cubano.

Insisto, no estamos pensando en hacer ninguna caridad. Estamos pensando que el desarrollo de Cuba es importante para Brasil. Nos interesa adquirir productos que salgan más baratos, mejores productos, que la calidad cubana es reconocida mundialmente, y adquirir la tecnología que hoy no tenemos. Es, de nuevo, una vía de doble sentido.

Las intenciones de una mayor presencia comercial de Brasil en Cuba son palpables. En el plano cultural las relaciones también son muy cercanas.

La cultura en algunos casos marcha sola. En la música, por ejemplo, hay mucha identidad por las raíces africanas y europeas y mucho intercambio. Estamos intentando hacer un poco más con respecto a la cultura de origen africano, porque las raíces son muy parecidas.

En literatura tenemos una cooperación tradicional con la Casa de las Américas, hacemos traducciones de libros brasileños que luego se editan en Cuba. Es algo que está marchando muy bien. El año pasado tuvimos una cooperación en teatro también, vino un grupo brasilero de humoristas y fue muy interesante.

Me gusta aprovechar la Feria de La Habana, que es una ocasión que reúne, que tiene más visibilidad, o la Feria del Libro, y hacer eventos que coincidan con eso. Por ejemplo, en ocasión de la celebración de la Independencia el 7 de septiembre se hizo una ronda de negocios con empresarios brasileños del mundo de la moda. Vino gente con vestimenta y calzado, hicimos un desfile y hubo un grupo musical cubano que cantó música brasileña.

No es fácil porque las distancias son grandes, cuesta recursos traer a la gente, y todavía no podemos pensar en grande, pero si el número de empresas brasileñas aumenta como queremos, esas empresas estarán en el futuro dispuestas a contribuir también con la difusión de la cultura brasileña.

¿En qué entorno anda la cifra de estas empresas y cuáles son los ámbitos económicos en los que están trabajando?

Desafortunadamente no son muchas. La más tradicional es Brascuba, una multinacional brasileña-inglesa que se asoció a una empresa cubana para producir cigarrillos. Están en Cuba hace más de 15 años. Nuestra presencia más grande es bastante reciente, y se produjo con el gobierno de Lula, cuando se decidió apoyar algunos proyectos del gobierno cubano.

Ahora la más grande participación en Cuba está asociada a la empresa encargada de la construcción del puerto de Mariel, pero la perspectiva del área médica como le dije es muy buena. Probablemente podamos aprovechar esa mano de obra que ya existe por el proyecto del Mariel, y que podrá dedicarse a construir otro tipo de infraestructura que interese, por supuesto, al gobierno cubano: una carretera, un puente, la propia infraestructura de esa zona de desarrollo cercana al puerto: oficinas, comunicaciones, almacenes.

También existe una cooperación institucional, más tradicional, a nivel de intercambio técnico. El mejor ejemplo es el proyecto agrícola, financiado totalmente por el gobierno cubano: nosotros traemos nuestros especialistas en soya y maíz para compartir lo que sabemos en este campo, porque Cuba todavía depende mucho de importaciones de esos productos y debe reducir esa dependencia externa. El proyecto es muy bonito y va muy bien.

Hay otros proyectos de intercambio en posgrados que también marchan solos. Y, por último, las becas del gobierno cubano a estudiantes brasileños que desean estudiar principalmente Medicina en este país y que se está trabajando para conseguir la homologación de los títulos por las universidades brasileñas.

A Brasil se le ve como un abanderado del desarrollo económico en el continente, y en un entorno de crisis económica global, es como si esta situación no nos hubiera afectado como región, aunque sabemos que no es así. ¿Qué opina al respecto?

Creo que hemos tenido la suerte de alcanzar una integración grande un poco antes de la crisis. Es decir, juntos tenemos un mercado bastante fuerte, ya se terminaron los tiempos en que dependíamos de un socio, los Estados Unidos, que en el caso de Brasil llegó a comprar en los años cincuenta y sesenta más de 60 % de nuestra producción nacional. Hoy Brasil vende a Estados Unidos 18 % de sus exportaciones. Sigue siendo una cifra importante, pero no es el único comprador. Europa también disminuyó. ¿Por qué? Sucede que el comercio y el intercambio con Latinoamérica, África, Medio Oriente y Asia han crecido mucho.

Creo que la integración nos ha dado un mercado interno fuerte y diverso antes de que llegara esta última crisis. Eso nos ha permitido mantenernos, pero hay que seguir vigilantes porque la crisis está ahí. El desempleo en Estados Unidos sigue muy alto, más de 8 %; en España es casi 20 %. Creo que en la medida en que podamos ayudar, incluso a esos países, deberíamos hacerlo. Si hay una empresa brasilera dispuesta a ir a España o Portugal a crear empleos sería un momento importante, pues no debemos tener solo una visión doméstica.

¿Qué le augura a las relaciones entre Brasil y Cuba?

Es difícil intentar mejorar algo que es inmejorable. La relación política está en un nivel de excelencia, el presidente Raúl Castro nos hizo el honor de ir a la reunión ambiental de Río+20 y reconocemos mucho ese gesto. ¿Cómo mejorar la relación entre ministerios y delegaciones que vienen y van, y un comercio que crece muchísimo? Las exportaciones de Cuba crecen más que las de Brasil, lo que es muy bueno, pues en la medida en que se reduzca la diferencia en la balanza comercial se crea una relación mucho mejor y más hacia el futuro. Como embajador no estoy acá solo para vender, sino para comprar, porque me interesa mucho que ese desequilibrio –que no va a dejar de existir porque los tamaños de nuestros países son muy diferentes– se reduzca lo más posible. Auguro que antes de que me vaya la presencia de Brasil en Cuba será cada vez más grande, porque será una manera de aumentar también la presencia de Cuba en Brasil.