Tesoros del Ayer
El mar ha sido desde la antigüedad protagonista en la historia del mundo. El mar ha unido y separado a los hombres; ha sido campo de batalla y terreno neutral donde se han dirimido guerras y sellado pactos históricos, acontecimientos que a veces solo pueden reconstruirse hurgando en lo más profundo de los océanos. El Caribe, con todo su pasado de navegación, batallas navales y trasiego comercial concentra gran cantidad de naufragios, buena parte de los cuales nos remiten a la etapa de la conquista de América. La llegada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo, en 1492, marcó una nueva dimensión del comercio mundial, y el Caribe se convirtió entonces en la ruta del oro, la plata y otras riquezas. Surgió así un tráfico marítimo que desde su inicio estuvo expuesto a fenómenos metereológicos, al escaso desarrollo de las técnicas de navegación y a la falta de cartas náuticas de la región. Corsarios y piratas franceses, ingleses y holandeses también ocasionaban la pérdida de embarcaciones, lo que puso en riesgo el predominio español en sus nuevos territorios de ultramar. Muchos de los naufragios de aquella época han permanecido siglos en el mar y constituyen hoy elementos para el estudio de la navegación. Ellos nos hablan de cómo era la vida a bordo, la construcción naval, el movimiento de las rutas comerciales; sirven para fechar el pecio, identificar su lugar de origen y en ocasiones, sus propietarios o el puerto de procedencia. Cada naufragio es un pedazo de historia por reconstruir en el que todos los objetos encontrados nos hablan del ayer: las monedas aportan conocimientos a la ciencia numismática y resultan esenciales para establecer la edad del pecio; la cerámica, como evidencia arqueológica, también da cuenta de las fechas, y junto con las joyas y otras piezas brindan información acerca de las costumbres de la época en que ocurrió el naufragio. Un pecio es como un libro abierto que bien descifrado nos pone al corriente de infinidad de detalles y circunstancias de diversa índole: ya sea de tipo militar en cuanto al conocimiento de las armas y de las municiones utilizadas a bordo; en tanto los discos y barras de oro y plata muestran marcas y sellos que indican las zonas de producción minera, supuestos nombres de propietarios, registros oficiales de la corona, pagos de impuestos y calidad del metal. Las anclas, por su parte, permiten deducir si la embarcación estuvo sometida a rachas de vientos o fuertes corrientes o si no pudieron contener al navío frente a una barrera coralina. De igual modo, el número y tamaño de las anclas encontradas y el volumen del lastre, hacen suponer el porte y tipo de navío. Por todo ello los naufragios son considerados un valioso Patrimonio Cultural Sumergido cuya conservación y preservación resulta prioritaria para salvaguardar el pasado histórico de las naciones. Es este un reto difícil para muchos investigadores e instituciones vinculadas a la protección del Patrimonio Subacuático, en el que deben tomarse en cuenta factores tan diferentes que van desde las técnicas para la extracción de los materiales arqueológicos del lecho marino, hasta la selección y aplicación de los tratamientos químicos o físicos adecuados para que puedan mantenerse en un medio no acuoso sin degradarse. Pero si preservar el pecio resulta vital, su protección jurídica constituye también un hecho prioritario para mantener a salvo los restos de ciudades, embarcaciones, estatuas, templos u otros vestigios de la actividad humana que yacen en lo profundo del lecho marino. En la actualidad, el fácil acceso que permiten las tecnologías modernas al Patrimonio Sumergido constituye un arma de doble filo que si bien facilita las labores de rescate por parte de los expertos, da también libre acceso a los depredadores de estos sitios arqueológicos. Según criterios de la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO), esto «ha llevado al saqueo extenso por cazadores del tesoro que a menudo desatienden los derechos de propiedad y los métodos científico-arqueológicos de excavación. Ellos dañan de ese modo el resto del sitio y privan al público de estos tesoros. Igualmente el buceo por los turistas, la industria de la pesca, los conductos subacuáticos y otras actividades sobre el lecho marino pueden dañar o destruir el Patrimonio Cultural Subacuático », sobre el que además interactúan de modo negativo muchos eventos climatológicos y naturales. En este contexto, muchos gobiernos han puesto en práctica hoy iniciativas, tanto locales como regionales, para enfrentar el hecho de que buena parte de esta actividad destructiva escapa a cualquier control nacional y se localiza en los límites exteriores de la plataforma continental o en el lecho marino profundo. Hasta el presente los instrumentos legales internacionales, aunque ofrecen una referencia internacional, no protegen plenamente el Patrimonio Cultural Subacuático que necesita para su supervivencia de la estrecha cooperación de todos los interesados en salvar para las generaciones futuras el pasado que duermen en el fondo del mar. Oficina Regional de Cultura para America Latina y el Caribe. El patrimonio cultural sumergido de America Latina... El patrimonio cultural sumergido es tan valioso como el que se encuentra en tierra. Incluye sitios arqueológicos de gran importancia, naufragios históricos como los de la flota española, ciudades hundidas como Port Royal y estructuras mundiales como el Faro de Alejandría, pinturas en cavernas subacuáticas, asentamientos neolíticos en cenotes y lagos... todos en su conjunto son inestimables cápsulas de tiempo en espera de ser abiertas y poder brindarnos elementos para la reconstrucción de estilos de vida que ya no existen. Ellos representan un tesoro sepultado en cuanto se refiere al conocimiento sobre la vida a bordo, la construcción naval y las rutas del comercio. Panamá, como primer firmante mundial, México, Ecuador, Paraguay y Santa Lucía, encabezan la lista de países latinoamericanos y del Caribe entre un listado de 16 Estados Partes que en todo el mundo han firmado ya la Convención de la UNESCO sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático. Mientras varios países reivindican su soberanía sobre importantes territorios marítimos, ricos en recursos naturales y culturales, es de particular importancia el vasto acervo de restos culturales que yacen en el fondo del mar frente a las costas de muchos Estados del Caribe. Es necesario sensibilizar y promover unturismo responsable sobre los pecios. El pillaje debe cesar. Al invitar a la lectura del artículo que se acompaña, La Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, estimula especialmente a los países de la región a la más pronta ratificación para la deseada entrada en vigor de esta convención de la UNESCO.
La Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la UNESCO, al colaborar con la revista Excelencias, aclara a los lectores que las opiniones expuestas en esta sección pertenecen a sus autores y no reflejan necesariamente el criterio de la UNESCO, ni comprometen en modo alguno a la Organización.