En un recorrido de dos horas por carretera y veinte minutos más en barco, partiendo de Cancún, se llega a la isla de Holbox. Un paraíso pequeño, lugar de mágicos contrastes regalados por la naturaleza. sol esplendoroso, playas de tibias arenas recubiertas por pequeñas conchitas, exuberantes manglares y una gastronomía regional con peculiaridades que sorprenden a cualquier gourmet. Pero, sobre todo, Holbox es tranquilidad y encuentro con la naturaleza.

A lo largo de sus 42 km de extensión, Holbox brinda el entorno perfecto para consumar lo que para todo enamorado representa el ritual más importante de su vida, la boda perfecta. Cuando se llega a Holbox los sentidos se agudizan, la mente se aclara, el espíritu se encuentra y el amor se manifiesta en todo su esplendor.

En Holbox, la población local, gente llegada hace más de  años, se muestra cálida y sutilmente orgullosa de su lugar. Uno percibe esa pasión por su entorno al platicar con ellos, y en particular al ver la preservación ecológica que han mantenido. Basta observar los hermosos hoteles cuya construcción armoniza con el entorno, o más bien se funde en el paisaje y se integra a él; los cuidados al manglar y la organización cuidadosa de los senderos que pasan desapercibidos ante los exquisitos paisajes naturales de la isla.

En un recorrido de dos horas por carretera y veinte minutos más en barco, partiendo de Cancún, se llega a la isla de Holbox. Un paraíso pequeño, lugar de mágicos contrastes regalados por la naturaleza. sol esplendoroso, playas de tibias arenas mía regional con peculiaridades que sorprenden a cualquier gourmet. Pero, sobre todo, Holbox es tranquilidad y encuentro con la naturaleza.

Consumar lo que para todo enamorado representa el ritual más importante de su vida, la boda perfecta. Cuando se llega a Holbox los sentidos se agudizan, la mente se aclara, el espíritu se encuentra y el amor se manifiesta en todo su esplendor. cálida y sutilmente orgullosa de su lugar. Uno percibe esa pasión por su entorno al platicar con ellos, y en particular al ver la preservación ecológica que han mantenido. Basta observar los hermosos hoteles cuya construcción armoniza con el entorno, o nización cuidadosa de los senderos

Imagine una boda en Holbox a los pies del sol, con un escenario de naturaleza virgen, el vuelo de las diversas especies de aves que rodean la isla y el afable trato de su gente, todo un entorno para sanar el alma y entregarla a quien más amamos.

Después de disfrutar de una magnífica comida: unos pulpos a la mexicana, por ejemplo, que resultan sencillamente inigualables, o un generoso pescado a la Tikinchik, es tiempo de contemplar el atardecer y qué mejor lugar que Isla de los Pájaros, un pequeño pedazo de tierra en el mar, al que se llega en 15 minutos en lancha. Allí se reúnen puntualmente diversas especies de aves como la fragata, la golondrina, el flamingo, el águila pescadora y por supuesto el pelícano. El espectáculo es excepcional y puede observarse al caer el sol.

Ya por la noche no puede uno dejar de pasear por el centro del poblado. La vida nocturna en Holbox es mística, puede uno encontrar artesanía de talentosos lugareños, o bien acudir a alguno de los establecimientos a tomar un refrescante cóctel. Pero la noche no puede acabar sin dejar de saborear la especialidad culinaria: pizza de langosta.

Al día siguiente, muy temprano, hay que estar listos; pasar primero a desayunar unos tamalitos de Chaya, especialidad del lugar, y esperar a que el capitán nos indique el momento de abordar la lancha e ir con rumbo a Cabo Catoche, la verdadera punta de México en donde el sol nace. Sobre esas aguas, encontraremos mantas rayas pintas, delfines y hasta una especie imponente que alcanza 6, metros: el tiburón ballena. No se pierda la experiencia de nadar junto a este escualo, por supuesto, no sin antes haber recibido instrucciones del guía certificado que acompaña al tour y de equiparse perfectamente con el correspondiente chaleco, aletas, snorkel y visor.

Holbox es uno de los pocos sitios en el mundo en donde se puede disfrutar de la presencia de esta singular especie y ver no uno, sino varias decenas de tiburones ballena danzando en armonía con mantas rayas y delfines. ¿Quién puede resistirse a la tentación de disfrutar este regalo de bodas?