- Semana Santa en Cuba. Fe Mestiza.
LA TRADICIONAL CELEBRACIÓN CRISTIANA IMPORTADA POR FRAILES EVANGELIZADORES EN LAS MISMAS NAVES DEL TRASIEGO COMERCIAL DE NEGROS ESCLAVOS AFRICANOS, METALES PRECIOSOS, TABACO, AZÚCAR Y RON, ADQUIRIÓ EN CUBA MATICES PROPIOS
Los días de recogimiento espiritual, silencio monástico y procesiones de mujeres vestidas de luto, cubiertas de negros velos y portando largos cirios, que honraban la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, en plazas e iglesias de las primeras villas fundadas a principios del siglo XVI, sufrieron un brusco cambio –tanto en España como en el Caribe– en vísperas del nuevo milenio.
Por obra y gracia del turismo globalizado, excursiones masivas con “todo incluido” en vuelos trasatlánticos y lujosas travesías en cruceros semejantes a modernas ciudades flotantes, Semana Santa se convirtió en una extendida jornada de días feriados, óptimos para viajar y salir a descubrir nuevos mundos y costumbres.
Cuba, que desde comienzos de la década de 1990 emprendió una fuerte apuesta al turismo como fuente de ingresos para sostener su desarrollo económico social, abrió sus puertas del 21 al 25 de enero de 1998, para recibir al Papa Juan Pablo II, primera visita de un Sumo Pontífice de la Iglesia Católica a la Isla.
En la frase más célebre pronunciada durante sus homilías en cuatro misas multitudinarias en las ciudades de Santa Clara, Camagüey, Santiago de Cuba y La Habana, Juan Pablo II dijo: “Que Cuba se abra al mundo con todas sus magníficas posibilidades, y que el mundo se abra a Cuba”.
Y como uno de los primeros resultados de aquella visita histórica que haría época, en respuesta a una petición del Santo Padre, el Gobierno cubano decretó día feriado el 25 de diciembre, Día de la Navidad. A partir de 2013, luego de la visita del Papa Benedicto XVI, el Viernes Santo también pasó a ser un día de asueto, un gesto que dio nuevo impulso al rescate de las tradicionales celebraciones.
La diplomacia del Vaticano, bajo la conducción del Papa Francisco, tuvo un papel protagónico en el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos en 2014, un puntillazo decisivo al auge que registran hoy el turismo, la llegada de cruceros y nuevas líneas aéreas a la mayor de las Antillas. La posterior visita oficial del máximo jerarca de la Iglesia Católica –tercera de un Sumo Pontífice, raro privilegio para un país tan pequeño– mostró el valor de una cooperación mutuamente respetuosa.
Desde entonces, las últimas dos décadas testimonian un crecimiento constante del arribo a Cuba en esta época de viajeros procedentes de todos los continentes, que pueden compartir vacaciones en alojamientos de sol y playa, o en acogedores hostales de ciudades patrimoniales, para apreciar costumbres y tradiciones en los sitios de mayor religiosidad.
Este año la Semana Santa se celebra desde el Domingo de Ramos, que cae el 9 de abril, hasta el Domingo de Resurrección, el 16 de abril, una excelente época del año para vacacionar en Cuba.
Los soleados días primaverales y sus frescas noches ofrecen al visitante un ambiente ideal para recorrer santuarios e iglesias, asistir a misas, procesiones y otros actos litúrgicos, así como disfrutar de paseos al aire libre y degustar riquísimas recetas locales a base de pescados y mariscos, ensaladas, vegetales y frutas, particularmente abundantes en esta época.
En Cuba, país donde convive un amplio mosaico de prácticas religiosas, con igual respeto a su libre ejercicio, las diócesis, parroquias y la comunidad creyente celebra a plenitud la Semana Santa, según nos confirmó el diácono Miguel Ángel Ortiz, de Camagüey, tal vez la ciudad cubana con la mayor concentración de iglesias en su Centro Histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad.
Ortiz, quien durante la última década fue organizador de las legendarias procesiones del Santo Sepulcro, una de las más originales y atractivas liturgias católicas de esta comarca, declaró a Excelencias que miles de feligreses participan o presencian el recorrido entre las céntricas iglesias de la Merced, la Soledad, la Catedral y del Cristo del Buen Viaje.
La religiosidad en Cuba es un hecho muy peculiar y variable, por lo general matizado por el sincretismo. Un alto porcentaje de la población se considera católico (más del 50 %), pero existe una alta prevalencia de prácticas religiosas de la cultura yoruba. Otro por ciento está vinculado a las iglesias protestantes (bautistas, pentecostales, testigos de Jehová, Adventistas del Séptimo Día, presbiterianos, anglicanos, episcopales y metodistas).
Algunos de los templos de mayor renombre y de interés para los visitantes extranjeros se encuentran en La Habana, donde cada diócesis o parroquia celebra a su modo la Semana Santa, ya sea puertas adentro o en procesiones callejeras.
Sin dudas la Catedral de La Habana, que preside una de las cuatro principales plazas de la Habana Vieja, en la zona histórica declarada Patrimonio de la Humanidad, es uno de los sitios de visita obligada durante un viaje a Cuba, por su belleza arquitectónica de estilo barroco y su marcado entorno colonial.
En lo alto del poblado ultramarino de Casablanca, la efigie del Cristo de La Habana ofrece su bendición a todos los que se acercan a las puertas de la entrada a la capital cubana, y a poca distancia, siguiendo el litoral, se erige el pequeño santuario de la virgen de Regla, que aquí se sincretiza con la Yemayá del culto Yorubá, una de las más veneradas por los habaneros.
La celebración de Semana Santa cuenta, entre otros templos distinguidos por su significado y feligresía, con las iglesias del Sagrado Corazón, sobresaliente por su estilo neogótico, así como la del Santo Ángel Custodio, que data de 1690, de modesta apariencia externa y sobrios altares de madera, sobresaliente porque en ella fueron bautizadas dos figuras insignes de la historia de Cuba, el padre Félix Varela, precursor de las ideas independentistas, y José Martí, quien llevó su ideario a la máxima expresión política y literaria.
En las afueras de La Habana, a pocos kilómetros del poblado de Santiago de las Vegas, se levanta el santuario de San Lázaro, uno de los lugares que concentra la mayor feligresía y devoción en la capital cubana. Algunos estudiosos la consideran máxima expresión del sincretismo cultural cubano y a ella acuden por igual a rendirle culto al mismo santo, pero con nombres diferentes, los católicos y los practicantes de las religiones africanas que veneran al orisha Babalú Ayé.
Al otro extremo de la Isla, en las estribaciones de la Sierra Maestra, circundado por un majestuoso paisaje, se encuentra el santuario dedicado a la Virgen de la Caridad de El Cobre, reconocida por el Vaticano como la Patrona de Cuba, y que fue coronada por el Papa Juan Pablo II.
Tanto en la capital cubana, como en ciudades del interior con altos valores patrimoniales, como Holguín, donde los peregrinos se sorprenden con la majestuosa vista de la Loma de la Cruz; Bayamo, donde se erige la única iglesia que alberga en su altar un mural dedicado a la proclama de la Independencia; en la legendaria Trinidad o en Sancti Spíritus, o en la primada Baracoa, donde Cristóbal Colón clavó la primera cruz, los visitantes encontrarán el mismo ambiente de peculiar religiosidad que practican los cubanos y que le dan un toque diferente a la Semana Santa en esta tierra caribeña.