Sebastien aprovechó dos fallas de Mikko Hirvonnen y Jan-Mari Latvala (Ford) para dominar las rápidas rutas neozelandesas, cuyo ganador del pasado año se decidió en la “súperespecial” del cierre. El astro de Citroen sumó así su octava victoria de esta temporada, y afianzó el liderato que logró en el asfalto alemán. Al realizar un balance de “pros” y “contras”, lo mejor fue el regreso de la cobertura televisiva y el buen clima, y lo peor el grosero dominio de Citroen, muy superior a Ford, Subaru y Suzuki. De nuevo Ford pierde una carrera que tenía ganada, evidenciando falta de remate y estirpe de campeones. Recién en el penúltimo tramo, Hirvonnen sufrió un pinchazo y un trompo, en tanto Latvala se salió de la pista, aunque su pérdida de aceite ya lo había condenado. Otro Ford, el belga François Duval, abandonó la prueba cuando marchaba quinto, al salirse en una curva de derechas. Tampoco fue un sendero de rosas para el galo, quien casi se vuelca en la primera “especial”, tuvo problemas con el arranque y además un trompo el último día que le habría costado el podio, de no ser por la debacle de Ford. Entre las proezas sobresale la remontada de Henning Solberg, quien sufrió problemas de embrague pero mejoró del puesto 45 al noveno. Pasada la prueba, oncena del actual campeonato, el WRC sigue intentando mejorar sus problemas actuales: presupuestos desorbitados, cada vez menos marcas, menos asientos disponibles y por lo tanto menos posibilidades para los pilotos jóvenes. Pero todo ello puede cambiar en los próximos años. La Federación Internacional de Automovilismo ya tiene preparado el reglamento de los S 2 000, que al parecer atrae a marcas como Renault, Opel, MG, Peugeot, Volkswagen y Fiat. Aún al costo de perder rallyes míticos, una reformulación del calendario propiciará una oxigenante y necesaria reducción de costos. Otra baza será la promesa de astros como Kimi Raikkonen, Robert Kubica y Valentino Rossi de probar fuerzas en el WRC al culminar sus brillantes carreras en Fórmula 1 y Moto GP.