WALTER PERCY CHRYSLER
Walter Chrysler nació en el poblado de Ellis, Kansas (Estados Unidos), hace ahora 133 años (1875). Cursó sus estudios primarios en escuelas de su pueblo y al terminar, consiguió trabajo como barrendero en un taller ferroviario de la Unión Pacífico. Como Henry Ford, pronto se hizo ayudante y a los 20 años ya era mecánico. Sus habilidades, inteligencia y sagacidad lo llevaron primero a Jefe de Taller y luego a Director Técnico. A pesar de que su formación mecánica está ceñida a las máquinas de vapor en los ferrocarriles, sus dotes de organizador se destacan sobremanera. En 1908, William Crapo Durant funda General Motors Corporation (GMC) con la idea de monopolizar la fabricación, distribución y comercialización de automóviles. El núcleo primario de tal corporación fue la compañía creada por David Dumbar Buick. Pero Durant es despedido en 1910 por los principales accionistas, consternados ante los triunfos de Ford, que vendía más con su modelo T (Chevrolet no nace hasta 1911). Charles W. Nash, director general de Buick entonces, contrata a Chrysler en 1912, quien en poco tiempo revoluciona la compañía y la hace muy eficiente. Y es que Walter Chrysler no ha perdido tiempo. En 1908 se compró su primer auto, el cual usa como laboratorio. Está empeñado en mejorar el automóvil en general. Por eso cuando aplica sus conocimientos en Buick, esa marca mejora notablemente su calidad y, por supuesto, las ventas. Los éxitos conseguidos por Chrysler catapultan al director de Buick (Charles Nash) a la presidencia de General Motors. Por cierto, siendo Nash presidente de General Motors, nombra a Chrysler director de Buick, primero, y luego vicepresidente de General Motors con el astronómico salario de medio millón de dólares anuales. En 1916, tras los éxitos de la marca Chevrolet (fundada en 1911 por Louis Chevrolet y William Durant), regresa Durant a la presidencia de General Motors e incorpora Chevrolet a la corporación. Chrysler colabora con Durant, aunque recibe importantes ofertas de Nash, que despedido de GMC, quiere fundar su propia fábrica de automóviles y desea que Chrysler lo acompañe en esa aventura. Pero Chrysler no deja en ese momento General Motors, sino después de la Primera Guerra Mundial, cuando Dupont se hace con la mayoría de las acciones de GMC y lo despide en 1920 para colocar a un hombre de su confianza: Alfred Sloan, quien acaba siendo presidente de GMC tras destituir a Durant. Walter Chrysler no queda desempleado. Es nombrado director de la compañía Willys-Overland, que se hallaba en quiebra. Rápidamente Chrysler reorganiza las fábricas, establece la producción en cadena y salva la compañía. Entonces los accionistas le ofrecen un salario de un millón de dólares anuales. Sin embargo, la idea de fundar su propia compañía Chrysler no la ha olvidado. Así, en 1924 nace la Chrysler Corporation a partir de la ruina de una vieja fábrica de automóviles (la Maxwell) de Detroit. La destreza, experiencia y habilidades de Walter Chrysler hacen prosperar rápidamente su marca. El primer Chrysler es el modelo B-70 (que alude a la velocidad que puede viajar: 70 millas por horas). Tiene un motor de seis cilindros en línea (6L) de 3.3 litros. Se caracteriza por su alta compresión (para la época): 4.7 a 1. Da 68 CV a 3 000 rpm. El cigüeñal contaba con siete puntos de apoyo y su lubricación era a presión. También disponía de excelentes frenos, con sistema hidráulico en las cuatro ruedas y la suspensión estaba basada en amortiguadores. El B-70 podía tener nueve carrocerías diferentes. Era un auto de serie novedoso e innovador. Su fiabilidad, velocidad crucero y prestaciones solo eran conseguidas en ese tiempo por modelos exclusivos, particularmente caros. Ya en 1924 se vendieron unas 32-000 unidades, cifra jamás alcanzada por ningún fabricante de automóviles en su primer año de producción. Pero Chrysler, conocedor del medio en que se desenvolvía, no olvidaba detalle alguno. Ralph De Palma, piloto ganador de las 500 Millas de Indianápolis, estableció nuevo récord en la subida del Monte Wilson al timón de un Chrysler y, luego, recorrió 1 000 millas en 1 007 minutos. La fama estaba asegurada. Tres elementos harían de Chrysler Corporation una compañía muy exitosa entre las dos grandes guerras: las magníficas dotes de organizador de su presidente (Walter), los conocimientos y experiencia que atesoraba, y la suerte (porque también la suerte acompañó a Walter Chrysler en sus triunfos). La bonanza de su compañía le permite comprar otra marca de autos: Dodge. Los hermanos Dodge habían fundado su compañía, Dodge Brothers en 1914, pero ambos fallecieron en 1922 y la mala administración de sus viudas, dio al traste con la economía. Chrysler se hizo cargo. En 1927 fabricó un auto más popular que el “gran Chrysler””, al que llamó De Soto y así creo su tercera marca. Y en 1928 presentó la marca Plymouth (cuarta del grupo). Este era un auto para competir con Ford y Chevrolet. Tenía un motor de cuatro cilindros en línea (4L) que daba 45 CV y solamente costaba 670 dólares. Pero Chrysler siempre le ponía su toque de modernidad y a Plymouth le puso frenos hidráulicos, el primero de su nicho en usar tal sistema. Así se crearon las cuatro divisiones (marcas) de la compañía. En esos años de expansión, Walter decidió fabricar un edificio único para montar su empresa. Y lo hizo en Nueva York, de 77 pisos (en esa época fue el más alto del mundo) con esta filosofía: la gloria de los tiempos modernos. Hoy todavía es un rascacielos emblemático e inconfundible dentro de la compleja arquitectura neoyorquina. Al producirse la depresión económica de los años 30, las fábricas Chrysler fueron las menos afectadas de la industria automotriz de los Estados Unidos, pues supo prepararse e implantar una importante política de ahorro, sin perder la iniciativa. Prueba de ello es el modelo Airflow y los motores de ocho cilindros, que despertaron muchas pasiones entre los especialistas. En 1930 todos los modelos Chrysler incorporaron carrocerías de acero y los motores bomba de combustible, que eliminaba la alimentación por gravedad. Ya en 1932, los Chrysler trataban sus carrocerías contra la oxidación y se introdujo el sistema de frenos asistidos. Pero la mayor novedad fue el modelo Airflow. Desde 1927 Chrysler venía estudiando la aerodinámica. Los ingenieros consiguieron descubrir que el perfil de una lágrima no solo reducía la resistencia al aire, mejoraba la economía de combustible y las prestaciones, sino que además, permitía integrar en una sola célula de acero toda la carrocería, lo cual daba mayor seguridad a los pasajeros. Con estos postulados, Chrysler fabricó el Airflow en 1934. El diseño fue probado en el túnel de viento y arrojó tantas mejoras que se llegó a pensar que “el automóvil del futuro” estaba cerca. El Airflow resultó un auto superior a todos los que estaban en el mercado, dinámico y eficaz, confortable y seguro, amplio y funcional. Sin embargo, el diseño chocaba contra los convencionalismos de la época y no tuvo gran aceptación del público, como tantos otros adelantados a su tiempo. La trayectoria de Chrysler Corporation estuvo en constante ascenso. En 1935 es más importante que Ford, marca que había ocupado el primer puesto indiscutible durante la larga vida de su modelo T. En 1940, la corporación Chrysler fabricaba el 26 % de los automóviles en Estados Unidos, mientras Ford solo alcanzaba el 18 % (las nefastas luchas internas entre el viejo Ford y su hijo Edsel estaban arruinando la compañía. Por fortuna, cuando Henry Ford II tomó las riendas de la empresa, todo cambió radicalmente. Precisamente en 1940 muere Walter Percy Chrysler. En solo 16 años creó uno de los imperios automovilísticos mayores del mundo en su época. Los últimos años los pasó como asesor de la presidencia de su compañía. Tras su desaparición física, la Chrysler Corporation continuó fabricando automóviles. Hizo, como otros fabricantes americanos, inversiones en Europa (en la francesa Simca, la española Barreiros y el grupo inglés Rootes) y en los propios Estados Unidos (el jeep Willys). Desaparecen las marcas De Soto y Plymouth. Hace alianza con la japonesa Mitsubishi para construir autos pequeños en Estados Unidos y con la austriaca Steyr Daimler Puch para fabricar monovolúmenes en Europa. En 1998 se firma la alianza DaimlerChrysler, un monstruo de 428 000 empleados y operaciones en 200 países. Esta alianza está disuelta en la actualidad.