Gringo Viejo. Un jinete de Pancho Villa cabalga en La Habana
Durante su adolescencia Omar González quedaba fascinado por las deslumbrantes máquinas americanas que se contoneaban por el paseo central de su natal Cárdenas, a unos 160 km de La Habana. Muchos años después, el recuerdo aún le relumbra en los ojos cuando nos cuenta con pasión la historia de su auto más amado: el Gringo Viejo.
Así se le conoce, no por la marca o modelo. A Omar, la obra de Carlos Fuentes se le metió en la piel desde su primera lectura, y ya no salió jamás. Tanto, que cuando preparaba la apertura de su “paladar”, sus amigos aclamaron: ¡Gringo Viejo!, sin dudar. Un paladar -pequeños y singulares restaurantes privados, abiertos desde el primer impulso a los cambios económicos en Cuba, allá por los noventa- lleva mucho de la impronta de sus propietarios. El de Omar es típico, signado por sus criterios de diseño y decoración.
El Dodge es el rincón donde Omar hace confluir la nostalgia de la infancia con los convulsos momentos de los noventa. Cuenta su historia con fantasía, con inconfundible placer. Encontrarlo fue una casualidad, lanzarse en su búsqueda y rescatar su esencia fue el acto consciente de cruzar su propia frontera, tal cual define Fuentes al poner en boca del Viejo Gringo: "Hay una frontera que solo nos atrevemos a cruzar de noche: la frontera de nuestras diferencias con los demás, de nuestros combates con nosotros mismos”.
Un amigo ayudó en la compra, toda una aventura en la que viajaron hasta Cumanayagua, pueblito al centro de la Isla. Incluso, cuando el trato parecía cerrado, solo la promesa del uso personal del Dodge venció la barrera sentimental de sus anteriores dueños. Luego, Omar comenzó a mejorarlo. Aún le agradece a Miguel Méndez su invaluable ayuda y conocimiento. Recuerda un cilindro de frenos clausurado, detalles de chapistería y algunas “innovaciones” criollas. Su preferida: el carburador de Volga, automóvil soviético, que hizo padecer al motor Red Ram 300 una anemia crónica. Este era el menor de los V8 Dodge 1958, con 325 pulgadas cubicas y 245 CV a 4 440 rpm y equipaba carburador de dos bocas, Stromberg o Carter.
Hace años el Dodge “Gringo Viejo” participa en eventos de clubes, donde se fusiona a su dueño, evocando la imagen pintada por Fuentes en su novela: “Alto, flaco, de pelo blanco, ojos azules, tez rosada y unas arrugas como surcos de maizal, allí estaba el hombre que venía a morir violentamente a manos de otros”. Pero este Gringo con ruedas prevalece, se hace habanero y reluce al sol inigualable del Malecón: no se desvanecerá en el tiempo.
Old Gringo. A Pancho Villa Rider in Havana
When he was in his teens, Omar used to be fascinated by the dazzling U.S. cars rolling down his hometown’s main street in Cardenas, some 160 km away from Havana. Many years later, the memories still put that glow in his eyes as he passionately shares with us the history of his beloved car, the Old Viejo.
A fond of Carlos Fuentes’ work, a designer and owner of a prestigious restaurant in Havana, Omar Gonzalez tells us the story of his charismatic car: a Dodge Coronet 1958 “Old Gringo”. His design and decoration criteria have brought about a peculiar image, thus turning it into one of the most famous cars in Cuba. Excelencias brings you the story.